por: Patricia Flores Palacios
“En la misma América, cuyos términos por todas partes se saben, no se sabe la mayor parte de ella, que es lo que cae entre Pirú y Brasil, y hay diversas opiniones de unos que dicen que toda es tierra anegadiza, llena de lagunas y pantanos, y de otros que afirman haber allí grandes y floridos reinos, y fabrican allí el Paitití, y el Dorado y los Césares, y dicen haber cosas maravillosas. A uno de nuestra Compañía, persona fidedigna, oí yo que él había visto grandes poblaciones y caminos tan abiertos y trillados como de Salamanca a Valladolid” Joseph de Acosta, 1590 |
Ha sido publicado el libro “El Capital Paisajístico de Moxos en la Amazonía Boliviana: Un Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial” gracias al trabajo del investigador italiano Andrea Markos en el que pone de relieve la recuperación del legado ancestral de Moxos en las llanuras del Beni y que fueron descritas hace más de cuatro siglos por el jesuita, naturalista, antropólogo y cronista español Joseph de Acosta en su afamado libro Historia Natural y moral de las Indias, en el que describía las costumbres, creencias, ritos y religiosidad de los indios de México y Perú. El documento de Andrea Marco y la entidad patrocinadora Oxfam tienen el objetivo de promover la declaratoria de Patrimonio Agrícola Mundial, particularmente de la recuperación de los camellones y la cultura hidroagrícola y piscícola del Bene, que probablemente hace más de dos milenios permitieron a los habitantes de entonces enfrentar los cambios climáticos, gracias al despliegue de complejos mecanismos adaptativos y que hoy cobran trascendental importancia por el olvidado pero extraordinario legado de culturas como la moxeña con sus complejos conocimientos de ingeniería hidráulica y de tecnologías de drenaje, gracias a las que desarrollaron sistemas agrícolas de gran escala sobre campos inundados combinados con la piscicultura. Publicación que también es un homenaje a todas aquellas personas que dedicaron su vida a develar la presencia de una de las grandes civilizaciones amazónicas del continente, como al trabajo desarrollado en umbrales del siglo XX gracias las expediciones del investigador sueco Erland von Nordenskiöld, conocido como el padre de la antropología y arqueología de las Tierras Bajas de Bolivia, a Marius del Castillo que, entre 1925 y 1929, exploró el río Beni, desde sus cabeceras hasta la desembocadura, atravesando las pampas de Moxos y visitando las misiones jesuíticas, al humanista y americanista suizo Alfred Metraux que denominó a la Amazonía boliviana como el verdadero Dorado de los antropólogos Es también un homenaje a Kenneth Lee Ingeniero petrolífero norteamericano quien en 1957, sobrevolando la zona para trabajos de la Shell Oil Co. divisó la inmensidad de elevadas superficies de terreno artificiales al grado de cautivarlo de por vida y lo impulsó a conocer detalladamente los Llanos de Moxos, para luego impulsar la recuperación y reconocimiento de los canales adyacentes a los camellones como generadores de vida acuática y lodos orgánicos, aptos para la agricultura y piscicultura; planteando la importancia de la planta acuática tarope (jacinto de agua), para fertilizar los camellones. Al geógrafo norteamericano William Denevan, cuyas investigaciones pusieron particular énfasis en la importancia del legado precolombino de obras artificiales de tierras y campos elevados de cultivo y que posteriormente posibilitaron el desarrollo prolíficos de estudios similares sobre las llanuras inundables en América en otros contextos del continente y porque su obra es considerada uno de los trabajos más completos sobre Moxos y en los que planteó la tesis de que esas obras de tierra habían sido originadas por sociedades de compleja organización a las que denominó «cacicazgos de sabana». A Clarck Erikson porque sus estudios prospectivos y sendos sondeos orientaron estudios centrados en los terraplenes y camellones, a John Walter y su énfasis en los cambios agrícolas en la Amazonía de Moxos, a Kundreenecky Lehhm por su aporte sobe aprovechamiento forestal, a James J. Parson y Sanemant Katsuyoshi, entre otros destacados estudiosos. Así mismo, al trabajo desplegado por verdaderos quijotes de los estudios amazónicos, quienes legaron su vida silenciosamente para desentrañar los misterios del Dorado y de la civilización moxeña, investigadores como Arturo Posnansky, Enrique Finot, Gabriel René Moreno, Hernando Sanabria, Juan de Lizarazu, Lucio Arce Pereira, José Chávez Suárez, Manuel Limpias Saucedo, Víctor Bustos en el campo de la arqueología, Gregorio Cordero Miranda del Instituto Nacional de Arqueología, a Fidel Gabriel Castillo, a Jurgen Riester y su pasión por la Loma Santa. A Max Portugal Ortiz y cuyo trabajo en parte se registró en la revista Pumapunku y en Arqueología de la región del Beni, a Xavier Albó por su incansable defensa de las reivindicaciones indígenas, a Arnaldo Lijeron por su apasionamiento en defensa de los legados de la cultura beniana y particularmente de la Moxeña. Un reconocimiento también al trabajo de Oscar Saavedra Arteaga por preservar y seguir los pasos de Keneth Lee con pasión y tenacidad investigativa, así como al equipo de investigadores y defensores de la Amazonía boliviana del Centro de Estudios Hoya Amazónica Moxos —HOYAM, del Centro de Estudios Amazónicos— CEAM, al Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social CEJIS, del Centro de promoción del Campesinado CIPCA, al Programa de Investigaciones Estratégicas en Bolivia y a la Universidad Autónoma del Beni José Ballivián por impulsar el estudio y defensa de la amazonía e historia del Beni, que en distintos momentos de nuestra historia gracias a su pasión y compromiso con su cultura promovieron y promueven la revalorización y fortalecimiento de las culturas y civilizaciones originarias del Beni. * Feminista queer y periodista |
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