abril 25, 2024

Mandela y la lucha armada

por: Rafael Narbona / IntoThe Wild Union

Aficionado al boxeo desde su juventud, Nelson Mandela decidió cambiar de estrategia política después de la matanza de Sharpeville el 21 de marzo de 1960, cuando la policía del régimen racista de Pretoria ordenó disparar contra una manifestación anti-apartheid. Murieron 69 personas, incluidos mujeres y niños y otras 180 resultaron heridas. Por supuesto, todas las víctimas eran sudafricanos negros. Nelson Mandela realizó una llamada a la lucha armada y participó en la creación del brazo militar del CNA, que se llamó “Lanza de la Nación” (Umkhonto We Sizwe). Su modelo fue el Irgun, la organización paramilitar sionista que el 22 de julio de 1946 hizo volar por los aires el Hotel Rey David en Jerusalén, sede del alto mando de la policía y el ejército ingleses. El atentado costó casi 100 vidas, pero la Corona comprendió que no podría retener Palestina entre sus colonias, fomentando las querellas entre árabes y judíos y recurriendo a la horca para castigar a los responsables de la resistencia.

Mandela ordenó una campaña de atentados contra edificios del gobierno sudáfricano, aceptando “las inevitables bajas que se producirán en el calor de la batalla”. Detenido, procesado y condenado en 1964, fue encarcelado en la durísima prisión de Robben Island, convirtiéndose en el prisionero 466/64. Estados Unidos incluyó el ANC en la lista oficial de organizaciones terroristas, donde permaneció hasta 2008 y Amnistía Internacional nunca reconoció a Mandela como preso de conciencia, lo cual no impidió que en 2006 le nombrara “embajador de la conciencia”. En Robben Island, Mandela sólo podía recibir una carta y una visita cada seis meses. Dormía sobre una esterilla en una pequeña celda, recibía una ración de comida inferior a la de los prisioneros de otras etnias y realizaba trabajos forzados en una cantera de cal durante 12 horas al día. En 1982, fue transferido a la prisión de Pollsmoor para neutralizar su influencia entre los líderes de una nueva generación de activistas. Le trasladan con Walter Sisulu y otros dirigentes del ANC.

En 1983, el ANC realiza su primer atentado con coche bomba contra el Cuartel General de la Fuerza Aérea de Pretoria. Murieron 19 personas y 200 resultaron heridas, civiles y negros incluidos. Mandela deploró la pérdida de vidas inocentes, pero consideró que el objetivo era legítimo: responder a la matanza de Maputo (13 asesinados en las oficinas del ANC) y Maseru (42 víctimas, entre las que había cinco mujeres y cinco niños), ambas organizadas por el gobierno de Pretoria. En 1985, el Presidente Botha le ofrece la libertad a cambio de su renuncia pública a la lucha armada, pero Mandela le contesta que “un hombre privado de libertad no puede negociar ni aceptar tratos”.Añade que le parecería “vergonzoso” aceptar la oferta, mientras su pueblo “sigue soportando torturas, asesinatos y odiosas discriminaciones”.

¿Por qué se insiste en ocultar que Nelson Mandela se implicó en la lucha armada contra el Apartheid? ¿No es una obscena forma de manipular la verdad y ocultar que —en determinadas circunstancias— la violencia institucional sólo puede ser combatida con una resistencia armada?

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