abril 15, 2024

Honduras: el Jurassic Park de América Latina

Honduras es el Jurassic Park de América Latina. La dinosáurica oligarquía hondureña conserva un sistema político tan retrógrado y blindado de impunidad que, de nuevo, cree estar en condiciones de sentar las pautas para el regreso del subcontinente a un pasado en que los golpes de Estado, las dictaduras y los fraudes electorales eran la norma. Esa oligarquía, de nuevo, trata de establecer un precedente de ruptura con la creencia de que aquel pasado ominoso había sido superado para siempre.

Bien conocidas son las palabras del expresidente de Ecuador, Rafael Correa: América Latina no está en una época de cambio, sino en un cambio de época. Ese cambio, caracterizado entre otros elementos por el protagonismo de los movimientos populares y la elección de gobiernos de izquierda y progresistas, es el que el imperialismo y las oligarquías latinoamericanas quieren revertir.

El papel de la oligarquía hondureña en la operación destinada a hacer retroceder el reloj de la historia es el de punta de lanza. El golpe de Estado contra el presidente Zelaya fue el primer eslabón de la cadena de golpes de Estado “de nuevo tipo”, que luego se ejecutaron en Paraguay y Brasil, y hoy se siguen tratando de realizar en otros países gobernados por fuerzas de izquierda y progresistas.

Y aunque el fraude nunca dejó de utilizarse contra las y los candidatos de izquierda donde la derecha conserva el control de los poderes del Estado, o al menos de una parte de ellos que incluye al órgano electoral, en esta “nueva época” se había venido realizando de forma menos descarada, “gracias” a las posibilidades que ofrece el fraude computarizado. ¡Ya no era necesario secuestrar urnas a punta de bayoneta!

La nueva pauta que traza la oligarquía hondureña es el retorno a la desfachatez de la “vieja época”: masas de actas ingresadas irregularmente al sistema, paquetes electorales sin actas o con actas mal hechas, “caídas” del sistema de transmisión más chapuceras que en casos anteriores y otras, todo ello ante los ojos de las Misiones de Observación Electoral de la OEA y la Unión Europea, que hacen un llamado a la “transparencia” en la revisión de actas que el presidente del Tribunal “Supremo” Electoral no quiere (no puede) aceptar. Esas misiones no denuncian el fraude, pero sí se prestan a la criminalización de la protesta social.

Si en 2009 se inició en Honduras el regreso a los golpes de Estado (aunque ahora sean “de nuevo tipo”), las fuerzas de izquierda y progresistas de América Latina deben prepararse para que en 2017 en Honduras se esté iniciando el regreso de los fraudes groseros “de viejo tipo” destinados a expulsarlas de los espacios institucionales que legítimamente han ocupado desde finales de la década de 1980.


*    Cientista cubano residente en El Salvador.

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