abril 25, 2024

Tiahuanaco, excavando en la historia boliviana

La Paz-. El gobierno de Bolivia implementa hoy un plan de excavaciones en el sitio arqueológico de Tiahuanaco, tras conocerse su superficie total, gracias a un proyecto de conservación.

Un estudio de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), permitió conocer el área total del sitio, informó una fuente oficial.

Son 758 hectáreas de gran riqueza cultural, cifra confirmada por un equipo de investigadores que elaboró el mapa topográfico de esa ciudad, luego de tres años de investigaciones.

El proyecto es financiado por los Fondos Fiduciarios Japoneses para la preservación del Patrimonio Mundial Cultural y ejecutado por la Unesco, el ministerio boliviano de Culturas y Turismo, el municipio de Tiahuanaco y las 23 comunidades indígenas del lugar.

El director del Centro de Investigaciones Arqueológicas, Antropológicas y Administración de la localidad, Julio Condori, considera que los nuevos hallazgos suponen retos para la comunidad científica y también implican la redefinición de las políticas de protección y conservación del sitio, para lo cual será necesaria la participación activa de las autoridades nacionales, del municipio y las comunidades.

El surgimiento de Tiahuanaco, situado a unos 71 kilómetros de La Paz, se ubica en el año 1580 antes de nuestra era y su declive cerca del 1187 de la era moderna.

Está inscrito en la lista del Patrimonio Mundial desde el año 2000 y tiene gran significado espiritual para el mundo andino.

Fue la capital del antiguo imperio prehispánico del mismo nombre y del que hoy quedan imponentes monumentos líticos como el templo de Kalasasaya, el Templete Semisubterráneo, esculturas de sus jerarcas, la Puerta del Sol y restos de instalaciones militares y palacios civiles.

UN RECORRIDO POR TIAHUANACO

En Tiahuanaco, el sitio arqueológico más importante de Bolivia, se encuentran las ruinas de la cultura preincaica del mismo nombre.

Es un lugar que se puede recorrer en un día, aunque para el visitante existen opciones de hospedaje en un pequeño pueblo muy cercano a las ruinas.

Su cultura es una de las más antiguas de América, por lo que también se la denomina como la cultura madre del continente.

Algunos investigadores ubican su nacimiento alrededor del año 1500 antes de nuestra era y su declive en el siglo XIII de la era moderna, dilatando su presencia por 27 centurias.

Sus dominios físicos se extendieron a 600 mil kilómetros cuadrados y sus pobladores alcanzaron un importante desarrollo en las ciencias, técnicas, agricultura y arquitectura.

Empezó con la convivencia de grupos humanos reducidos, desarrollándose a medida que la población aumentaba y con esto las necesidades de alimentación y vivienda.

Crearon herramientas de caza y cultivo, luego técnicas de sembrado, para más tarde aprender el manejo de los metales, un nuevo conocimiento que también se manifestaría en el arte y la construcción.

La ciudad poseía una compleja planificación urbanística y disfrutaba de una red de alcantarillado a base de canales que la recorrían por entero para evacuar las aguas procedentes de la lluvia, así como las residuales de las viviendas.

Sin embargo, lo que más llama la atención son los grandes bloques de andesita, una piedra volcánica muy abundante en los Andes, del que la cordillera recibe su nombre.

Su centro urbano giraba en torno a un impresionante complejo ceremonial cubierto de piedras perfectamente talladas y decorado con colosales esculturas, ocupando cerca de cuatro kilómetros cuadrados.

Rodeando al centro ceremonial y administrativo se levantaba otro de carácter residencial cuya extensión sobrepasaba las 50 hectáreas.

Una de las atracciones principales de este sitio es La Puerta del Sol, conocida en el mundo como la mayor muestra de la perfección que alcanzó esta cultura, tanto por el arte, como por la simbología que atesoran sus bajos relieves.

Es un hermoso portal trabajado en un solo bloque de piedra de aproximadamente 10 toneladas, y forma parte de una edificación mayor que en el pasado pudo ubicarse en la cima de la Pirámide de Akapana.

En su friso se observa la imagen del Dios Sol sosteniendo en cada mano un cetro con imágenes de aves de las que se desprenden, a manera de rayos, figuras de animales.

Más adelante encontramos La Akapana, una pirámide de 800 metros de perímetro y 18 de altura, formada por siete terrazas escalonadas, edificadas utilizando diferentes técnicas, lo que hace pensar que fue mucho el tiempo empleado en construirla.

Desde lo alto de esta estructura se puede divisar la Kalasasaya o Templo de las Piedras Paradas, con un diseño vinculado con la astrología, pues desde su cima se verificaban la duración del año solar y el cambio de cada estación.

En los equinoccios de otoño (21 de marzo) y de primavera (21 de septiembre) el Sol nacía por el centro de la puerta principal. Esta exactitud arquitectónica es un ejemplo del avance científico y técnico de la cultura Tiahuanaco.

Por último, encontramos El Monolito de Ponce que debe su nombre al arqueólogo boliviano Carlos Ponce, su descubridor en el año 1957.

Es una de las figuras mejor logradas y conservadas de todo Tiahuanaco. La imagen humana en sus manos sostiene un kero (vaso sagrado) y además se destacan las figuras de animales como pumas, cóndores y águilas.

Algunos investigadores consideran a la ciudad de Tiahuanaco como la más antigua de América.

Una parte importante de sus monumentos tiene las mismas características que otras creaciones pertenecientes a diferentes culturas en todo el mundo.

Revelan una parte de nuestra historia que es pieza fundamental en un entramado en el cual convergen otras civilizaciones esparcidas por el planeta.

Los hallazgos arqueológicos descubren una cultura muy antigua y nos hablan de dioses, templos, ídolos y metáforas, dejando una idea enigmática de su origen y propósito.

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