por: Sirio López Velasco *
He aquí la expresión breve de algunos deseos que nos gustaría que l@s compañer@s cuban@s compartieran con nosotros en su actual debate sobre los Lineamientos de la Política Económica y Social, que suponen una verdadera revolución en la revolución (cuyo signo y destino final aún está por verse). Antes no podemos sino declarar nuestra deuda solidaria con la Isla que nos acogió generosamente (como a tantos otros latinoamericanos) en los tiempos terribles de las dictaduras y que siempre nos ha inspirado en la lucha por la superación de ese régimen antropocida, ecocida y suicida que es el capitalismo. Cuba presenta desde hace muchos años números que son ejemplo para toda A. Latina en materia de gratuidades y universalización en escolarización (desde la maternal hasta la Universidad), la salud preventivo-comunitaria-terapéutica, el deporte para tod@s y la salvaguarda contra el hambre. Ahora el desafío que se impone a Cuba es el de construir más y mejor socialismo, y evitar a toda costa el trágico regreso al capitalismo que han conocido los países que dijeron querer encaminarse hacia el socialismo y el comunismo; para ello deseamos que la pequeña Isla logre resolver con mucha creatividad la ecuación que ninguno de aquellos países logró despejar, a saber, implementar una amplia democracia participativa que permita, a partir del poder popular ejercido en las bases y de un debate libre de toda censura, satisfacer con la dignidad frugal que cabe al socialismo del siglo XXI (que se presenta como una unidad socioambiental indisoluble que concebimos en óptica ecomunitarista) el conjunto de las necesidades legítimas de la gente; tales necesidades abarcan desde la satisfacción de las urgencias materiales para tener una existencia libre de las angustias de la carencia involuntaria, hasta el tiempo libre para el autoperfeccionamiento y la práctica del goce estético, pasando por la libre expresión y circulación de las ideas, y la educación ambiental ecomunitarista. Así, creemos que la pregunta central de toda la reflexión en curso debería ser cómo y en qué plazos se van a atender las necesidades básicas de la existencia frugal-ecológica pero digna del pueblo; ello implicaría fijar metas y plazos precisos acerca de, por ejemplo, la cantidad-calidad de alimentos de la canasta básica, de los transportes públicos, de las viviendas, edificios y recursos educativos, recreativos, culturales, sanitarios, etc. Tal concretud permitiría al pueblo verificar año a año en qué medida los nuevos sacrificios que se le piden redundan efectivamente en una mejoría concreta progresiva de su calidad de vida. Con los cubanos luchamos para que en la discusión pública las ideas sean consideradas por su propio peso, y no por quien las formula, y para que las responsabilidades sean rotativas y ningún dirigente sea eximido de la crítica destinada a corregir errores; para que las energías usadas en la economía (ecológica y solidaria) sean en su mayor parte limpias y renovables (además de disponer de abundante sol, vientos y mareas, Cuba está en condiciones de sustituir buena parte de los hidrocarburos que usa y no produce, por el etanol que puede producir a partir de su abundante caña de azúcar; y ello sin afectar su alimentación, pues se reconoce que actualmente la mitad de las tierras están ociosas); para que las empresas privadas que se hagan necesarias después de constatar que la completa estatización de la economía es contraproducente para atender con agilidad las necesidades sociales, funcionen en el contexto de un activo control social socialista ejercido desde el poder popular de las bases, y que se impulsen y defiendan como prioridad los derechos de los trabajadores (comenzando por el derecho de huelga), ante la codicia empresarial; en fin, para que la vida se oriente por la filosofía ecomunitarista del “buen vivir”, que, como nos lo enseñan nuestros pueblos indígenas, nunca se confunde con la obsesión por el “alto nivel de vida” propagandeado en el capitalismo, causante de la degradación del ser humano y de la naturaleza no humana. Por nuestra parte pretendemos ayudar concretamente a Cuba con nuestro grano de arena, luchando para que Uruguay cancele sin pedir ninguna contrapartida la deuda monetaria de la que es acreedor ante la Isla, y para que se integre como miembro pleno al ALBA (ejerciendo sus deberes solidarios para con los pueblos allí reunidos, incluyendo al de la Isla). Sabiendo que el desenlace del actual desafío cubano tendrá repercusión mundial, soñamos para Cuba el futuro ecomunitarista que deseamos para nosotros.
* Filósofo uruguayo-brasileño, Universidade Federal do Rio Grande, Brasil, lopesirio@hotmail.com
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