El 17 de febrero en el Palacio de Gobierno se llevo a cabo la “tradicional” challa del inicio de las fiestas carnavalearas, a la Ministra de Transparencia y Anticorrupción, una de las ministras de Estado más importantes en la estructura de poder del Movimiento al Socialismo (MAS) no se le ocurrió mejor idea que ordenar a sus funcionarios componer unas coplas para cantarlas junto al Primer Mandatario del Estado Plurinacional de Bolivia, una coplas que atentan contra la dignidad de las mujeres e invitan a re-producir los esquemas machistas y sexistas vulnerando los principios básicos de la Declaración de los Derechos Humanos de las Mujeres y toda ética de respeto que nos merecemos.
Que canten a voz en cuello, sin ningún problema, entre risas burlonas, aplausos y complicidades de los caudillos y jefes omnipotentes del proceso de cambio, no nos debía sorprender, lo que si sorprende es la actitud de la ministra que antes de estar en el poder, fue funcionaria de la Defensoría del Pueblo, trabajó en organizaciones feministas como el Centro de Información y Desarrollo de la Mujer (CIDEM) defendiendo a mujeres víctimas de violencia física, sexual y psicológica. Era entonces, una mujer que supuestamente promovía y defendía aquellos derechos que no son negociables.
¿Hay que recordarle acaso a la ministra que Bolivia es signataria de la “Convención interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer”, en cuyo artículo 7 “Los Estados Partes condenan todas las formas de violencia contra la mujer y…” [se comprometen a] “abstenerse de cualquier acción o práctica de violencia contra la mujer y velar por que las autoridades, sus funcionarios, personal y agentes e instituciones se comporten de conformidad con esta obligación”?
Asimismo, el artículo 5, inciso a) de la Ley Nº 045, “Contra el racismo y toda forma de discriminación”, establece: “Se define como discriminación a toda forma de distinción, exclusión, restricción o preferencia fundada en razón de sexo, color, edad, orientación sexual e identidad de géneros, origen, cultura… que tengan por objetivo o resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de derechos humanos y libertades fundamentales reconocidos por la Constitución Política del Estado y el derecho internacional…”.
¿No son acaso estas coplas discriminatorias y/o atentatorias contra la dignidad de las personas, más aún si provienen de autoridades públicas cuyo primer deber es cumplir y hacer cumplir la CPE y las leyes? Veamos:
- “Esta Nardo Suxo bien bonita es…Lo malo que tiene bien viejita es;
- “Este presidente de buen corazón,… A todas las ministras les quita el calzón;
- “Ahora las ministras van por los balcones…Pidiendo limosna, para sus calzones;
- “Bartolinas Sisa tienen mucha fama… Por eso Evo va directo a la cama;
- “En los carnavales llueven colaciones… Las ministras cambian, tangas por calzones,
- “Llora pues Nardita, llora pues nomás… Te daré de yapa, un polvito más;
- “Rebeca Delgado baila reggaetón…Tanto traqueteo, perdió su calzón;
- “Porqué pues Amanda con el jardinero… Acaso no te acuerdas que yo fui primero;
- “Yo quiero Nardita como dice el dicho… Casarme contigo sólo por capricho”.
Falta de respeto con todas las mujeres bolivianas, con sus compañeras de partido, con las organizaciones sociales de mujeres, con ella misma, perdió la dignidad por el poder. El poder no transforma a las personas, las desenmascara en sus miserias, en su prepotencia y soberbia o en sus bondades y consecuencia, en base a una ética que es innegociable. Lo hecho por la ministra Suxo es inadmisible, no hay justificativo alguno, porque no se puede justificar la impostura, mucho menos seguir haciendo de la sexualidad de las mujeres la burla y el “hazmerreír” de los y las que quieren seguir perpetuando el poder como dominio, el sexismo y la cultura de la subordinación.
* Socióloga Feminista Boliviana
Deja un comentario