abril 18, 2024

Maya, la primera

Las elecciones municipales chilenas han sido un remezón, por la elevada abstención y por el avance de la oposición y la izquierda. Una de las electas, allí donde las encuestas vaticinaban lo contrario, fue Maya Fernández Allende, nieta del presidente Salvador, quién triunfó en Ñuñoa contra el candidato de derecha y será la primera alcaldesa socialista de la comuna.

Conocí a Maya hace más de un año. Yo buscaba las huellas de su madre Beatriz, más conocida como Tati, integrante del Partido Socialista, pero entre 1968 y 1970, militó en el ELN, en la época de la guerrilla de Teoponte. Tati fue la encargada de la comunicación por con La Habana y de la logística que desde Chile facilitó el ingreso de vituallas, armamento y combatientes hacia Bolivia en cruces clandestinos por la frontera. Usaban el Hito 100 u otros pasos clandestinos para desplazarse sigilosos en sus todoterrenos.

Pregunté a Maya si sabía el origen de su nombre; me dijo que no. Le expliqué que en aimara, maya significa primero, pero que con seguridad su madre tomó el nombre en homenaje a Rita Valdivia, conocida como Maya dentro del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Es probable, añadí, que Tati y Rita compartieran entrenamiento militar en Punto Cero en Cuba y también algunas acciones operativas en Chile.

Rita había nacido en 1946, en un pueblo del Valle Alto. De muy joven se trasladó a Venezuela y luego a Alemania Democrática, para estudiar en la universidad Karl Marx de Leipzig. Militaba en el Partido Comunista de Venezuela, hasta que se contactó con un grupo de jóvenes estudiantes bolivianos de izquierda que decidieron seguir las huellas del Che en Bolivia. Se fue para Cuba, y en Octubre de 1968, estaba en Cochabamba como responsable del ELN, encubierta bajo la fachada de una inquieta joven folklorista. Murió en Cochabamba la noche del 14 de julio de 1969. Cuando la policía rodeaba su casa, herida pidió a un compañero que la ultimara para no caer prisionera viva. Por su parte Beatriz, que pasó por la experiencia traumática del golpe militar fascista del 11 de septiembre de 1973 en La Moneda, se suicidó en la Habana en 1977.

A generaciones como la de Maya Fernández, por su tradición e historia familiar, les corresponde desde el poder local reencauzar la política chilena dotándola de justicia, participación y transparencia. Pero también, por esas mismas circunstancias, tienen la tarea de contribuir a que la sociedad chilena construya una nueva y equitativa relación con Bolivia, la tierra por la que su madre luchó para plantar una semilla de renovación y solidaridad.

*          El autor es historiador

Sea el primero en opinar

Deja un comentario