septiembre 25, 2023

Maya, la primera

Las elecciones municipales chilenas han constituido un remezón, por el avance de la oposición y la izquierda. Una de las electas, allí donde las encuestas vaticinaban lo contrario, fue Maya Fernández Allende, nieta del presidente Salvador; tenía apenas dos años cuando su abuelo fue derrocado por Pinochet. Maya ganó en Ñuñoa, la comuna de barrio alto, pero ahora pelea en los tribunales su triunfo sobre el candidato de derecha, que pretende ser escamoteado. Si vence será la primera alcaldesa socialista del municipio.

La conocí hace más de un año. Buscaba entonces las huellas de su madre Beatriz, más conocida como Tati, integrante del Partido Socialista, pero que entre 1968 y 1970 militó en el ELN, justo en la época del “foco” de Teoponte. Tati fue la encargada de la comunicación radial con La Habana y de la logística que desde Chile facilitó el ingreso de vituallas, armamento y combatientes hacia Bolivia en cruces clandestinos por la frontera en sus todoterrenos. Durante las operaciones guerrilleras participaron siete chilenos; cuatro de los cuales murieron.

Pregunté a Maya si sabía el origen de su nombre; dijo que no. Le expliqué que en aymara, significa primero, pero que con seguridad su madre tomó el nombre en homenaje a Rita Valdivia, conocida como Maya dentro del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Es probable, añadí, que Tati y Rita compartieran entrenamiento militar en Cuba y algunas acciones operativas en Chile. Rita, por su parte, nació en 1946, en un pueblo del Valle Alto. De muy joven se trasladó a Venezuela y luego a Alemania Democrática, para estudiar en la universidad Karl Marx de Leipzig. Militaba en el Partido Comunista de Venezuela, hasta que se contactó con un grupo de jóvenes estudiantes bolivianos de izquierda que decidieron seguir las huellas del Che en Bolivia. Se fue para Cuba, y en Octubre de 1968, estaba en Cochabamba como responsable del ELN, encubierta bajo la fachada de joven folklorista. Murió en Cochabamba el 14 de julio de 1969. Cuando la policía rodeaba su casa, herida pidió a un compañero que la ultimara para no caer prisionera viva.

A generaciones como la de Maya Fernández, por su tradición e historia familiar, les corresponde desde el poder local reencauzar la política chilena dotándola de justicia, participación y transparencia. Pero también, por esas mismas circunstancias, tienen la tarea y el reto de contribuir a que la sociedad chilena construya una nueva y equitativa relación con Bolivia, la tierra por la que su madre luchó para plantar una semilla de renovación y solidaridad.

*          El autor es historiador

Sea el primero en opinar

Deja un comentario