¡Qué patético!
Tuvo que llegar la larga sombra del imperio para que la nación se anoticie de lo que en las círculos del Poder Judicial era “un rumor a voces” desde hace años.
Aunque son inocentes mientras no se demuestre lo contrario, muchos indicios señalan a importantes operadores políticos del gobierno del Movimiento Al Socialismo como parte de una red de extorsión a víctimas civiles, aprovechando o inventando casos de corrupción, de te-rrorismo o de narcotráfico.
La caja de Pandora ha- bría sido abierta por el inminente escándalo internacional ya que eran distintos actores estadounidenses los que sabían su contenido. Uno era un actor de cine, Sean Penn y no será extraño que el asunto se transforme en un taquillero film de Hollywood. Otros eran actores políticos como los congresistas de comisiones parlamentarias que gozan de prestigio; también estaban “en autos” juristas internacionales.
Podía repetirse el caso Sanabria, cuando un operativo estadounidense chileno panameño permitió la captura de un policía boliviano con alto cargo de espionaje en el Ministerio de Gobierno. Este General fue posteriormente juzgado en cortes de Estados Unidos, donde quedaron evidenciados sus lazos con el narcotráfico. Aún se espera nuevos capítulos con nombres que todavía están en dossiers clasificados. El caso fue un revés a la imagen nacional y un trofeo para Washington y su agencia antinarcóticos, la DEA.
El nuevo affaire podría ser su nueva victoria. Casi una sentencia, pues desde 2006, como bien lo comentaba un co-nocedor de la política estadounidense, el imperio decidió no gastarse en acciones contra el flamante gobierno presidido por Evo Morales, como era su práctica contra gobiernos izquierdistas en la región. El consejo a todas las instancias fue: “dejar hacer”. Sabían, seguramente, que el huevo de la serpiente estaba ya empollado.
En los pasillos de las reuniones diplomáticas en La Paz se murmura mucho sobre el alcance de la red de extorsionadores, operadores políticos desde los ministerios más importantes para la política interna, el de la Presidencia —con sede en Palacio de Gobierno— y el del Interior, que tiene bajo su tuición a la Policía.
Dicen que la alerta no llegó directamente de representantes de la Casa Blanca sino del Palacio de Miraflores, de Caracas. Los venezolanos también estarían preocupados desde hace meses por los niveles de corrupción en el gobierno que apoyan, tanto con proyectos del programa Evo Cumple como dentro del aparato comunicacional. Los chavistas habrían precipitado las acciones oficiales para “desenmascarar” a los acusados.
Falta el capítulo de las mujeres que también tendrían participación en la red, desde el uso de presiones para fabricar casos judiciales de interés político para el gobierno del MAS, tráfico de influencias, investigaciones encubiertas, espionajes.
El imperio, dicen los analistas de pasi-llo, sabe todo y sólo espera.
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