abril 25, 2024

Mandela, entre el dolor y la hipocresía

Millones de personas lloran la muerte de Nelson Mandela, el líder revolucionario que consagró toda su vida a luchar por la independencia de Sudáfrica del dominio colonial británico, cuyo régimen racista desarrolló desde principios del siglo XIX todas las formas —violentas, normativas y simbólicas—, para defender los privilegios de una minoría blanca.

“Madiba”, el nombre con el que también se bautizó a Mandela en homenaje a un jefe del clan Thembu que resistió la llegada del invasor europeo (holandés), empezó a forjar desde adolescente un alto espíritu libertario que de inmediato fue reprimido por el régimen colonial que intensificó y legalizó su carácter segregacionista desde 1948, cuando el Partido Nacionalista, de ideología fascista, asumió el poder sudafricano.

Miles de palabras se han escrito apenas se conoció su muerte. La mayor parte sinceras y convertidas en sentida reafirmación de la causa por la cual luchó, pues se trata de la partida del “hermano mayor de los luchadores sociales” como afirmó el presidente de Uruguay, José Mujica, o de “un grande de la historia” como ha señalado el presidente venezolano Nicolás Maduro.

Pero también brotaron palabras de hipocresía de los que fueron amigos del régimen tirano del Apartheid o, de los que sin tener ese grado de relación, desarrollaron todas las formas de racismo contra otros pueblos indígenas o afrodescendientes. Este es el caso de Bolivia, donde la muerte de Mandela fue aprovechada por un grupo reducido de oposición para hacer aflorar su sentimiento racista contra el presidente Evo Morales y contra el bloque indígena-campesino, bajo el argumento de que el líder sudafricano era conciliador y Morales más bien confrontador.

De esta manera se falsea la historia de “Madiba” y la de su pueblo, cuyas formas de lucha, incluso a través de las armas, siempre tuvieron directa relación, como debe ser, con las condiciones objetivas y subjetivas de cada momento que tocó enfrentar al régimen racista. La independencia de Sudáfrica es larga y cruenta como han sido las luchas contra todo tipo de colonialismo en el mundo.

Pero no solo se falsea la historia, sino que se busca trastocar el sentido histórico del liderazgo de Mandela, a quien buscan construir una imagen de “pacifista” y “conciliador” que nada tiene en común con otros líderes como Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales, a quienes se les presenta como símbolos del odio. Es decir, se aprovecha la muerte de Mandela para arremeter contra otros líderes sin cuya sabia conducción la hegemonía estadounidense en América Latina se mantendría invariable.

Pero la verdad histórica es la que cuenta. Mandela, como líder de su tiempo, llevó adelante todas las formas de lucha hasta vencer al régimen del Apartheid, cuya minoría blanca solo aceptó su derrota cuando la relación de fuerzas le era completamente desfavorable. Solo en ese momento se sentaron las condiciones para construir un país para todos.

Honor y gloria a Mandela, cuya lucha es un ejemplo para los pueblos que continúan, en pleno siglo XXI, resistiendo y/o enfrentando formas abiertas y solapadas de racialidad y colonialidad del poder.

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