Las estrategias de cooptación que emplean los discursos coloniales han demostrado una perversa efectividad, veamos por ejemplo, la palabra libertad, ese poderoso sentido de liberación ha servido para que se acuñe la famosa frase “el libre mercado”, otro tanto ha pasado con la palabra democracia, vaciada y expropiada por los padres del libre mercado.
En los últimos años la palabra “indígena” también ha sido expropiada y re-colonizada por los que años antes habían vaciado el sentido de lo que se entendía por “izquierda” o “socialismo”. Indígena es hoy una palabra de dudosa credibilidad, porque ha sido funcionalizada para armar un discurso contra un gobierno que está sostenido por los movimientos sociales indígena-campesinos.
No debe extrañarnos este procedimiento, porque es la vieja estrategia de dividir para vencer que está siendo aplicada como programa político de la oposición política que carece de un líder, de un programa alternativo y un apoyo consiste de una base social, excepto de las oligarquías regionales y los conglomerados de medios de comunicación.
El lamentable espectáculo de “caridad para los pobres indígenas” es la materialización del colonialismo que demostraron algunas ONG, locutores, editoriales de prensa y algún despistado cantor; que en ese agitado caso de la marcha de indígenas del TIPNIS, se encontraban junto a los políticos neoliberales desplazados del poder.
Se repetirá el mismo escenario cuando lleguen los días del desbande electoral con el típico manejo, astuto e inteligente de la información que, seguramente resaltarán los medios de comunicación, señalando virtudes y los mejores argumentos de líderes indígenas, que nunca lo visibilizaron.
Bien lo sabe el amigo lector que, el tratamiento periodístico del tema indígena, no tenía ninguna diferencia con el periodismo amarillista del chimento o de la crónica roja; hubo momentos de paroxismo en programas donde las emociones incontroladas, querían trasmitir la inmensa crueldad del gobierno, por no dialogar con los indígenas.
En ningún momento se indagó o reflexionó acerca del significado de la relación de territorio y la presencia del Estado. Este proceso redistributivo en lo económico parte del principio de tener un Estado fortalecido y es ahí donde se han concentrado las fuerzas coloniales para debilitarlo.
Por esta consideración no es casualidad que varios movimientos anarquistas se encuentren acompañando el proceso electoral con nombres de dirigentes indígenas y campesinos para acompañar las listas de los líderes de la oposición.
Por ello, no fue pues tan “inocente” aquella marcha indígena de hace un par de años a la sede de gobierno, sin más objetivo que preservar el medioambiente. Los oficiosos voceros instalaron como verdad cualquier explicación de los dirigentes de la marcha, ninguna evidencia de sus conexiones con el proceso TIPNIS, llevó siquiera a una duda razonable.
Bajo ese antecedente con casi creíble muestra de su gran movilización pro reivindicación de los derechos de los indígenas, salen nombres, se escuchan grandes discursos, se elevan grandes sentimientos, que como vimos, ya en dos casos (Nuni, Chávez) simplemente muestran el fracaso y ya da señales de serias fracturas del movimiento indígena.
En este proceso de vaciamiento de las palabras, es bueno decirlo, el “vivir bien” también está siendo vaciado de sus vitales significados, es aquí donde, a manera de autocrítica, hace falta una dura resistencia para no dejar en manos de impostores el pachakuti purificador.
* Camilo Katari, es historiador e investigador potosino
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