junio 12, 2025

Presencia e inspiración del ideario del comandante Hugo Chávez Frías en la historia contemporánea de Bolivia

La historia política de nuestra patria, hoy convertida en el Estado Plurinacional de Bolivia, estuvo permanentemente marcada por la presencia o influencia, positiva o no, de caudillos e ideólogos nacidos más allá de nuestros límites geográficos.

Desde la invasión y conquista del Tawantinsuyo, durante el siglo XVI, hasta las gloriosas gestas por la conquista de la segunda y definitiva Independencia, iniciadas cuando moría el siglo XX y nacía el siglo XXI, la presencia de ideas no endógenas, estuvo siempre presente.

Esto no significa en absoluto hacer un tributo a lo ajeno para negar lo propio. Simplemente es recordar–nos que en sus diferentes períodos de dominación o emancipación, la Patria dialogó y/o discrepó con voces ajenas a la nuestra.

Recogió modelos o experiencias políticas y económicas que de manera ortodoxa o creadora, las apropió e implantó, unas veces en beneficio de las mayorías y otras para disfrute de las oligarquías.

En estas líneas subrayamos la influencia e inspiración que revolucionarios e internacionalistas latinoamericanos desplegaron sobre Bolivia. Nombraremos a tres, pero profundizaremos en el pensamiento del tercero: nos referimos a Bolívar, el Che y Chávez.

La influencia del Comandante Chávez en Bolivia, viene de mediados de la década de los 90 del siglo XX. En ese tiempo, Chávez emergió como un caudillo militar sustancialmente ligado a los intereses de su pueblo. Fue un tiempo en que las corrientes de izquierda nacional lo erigieron como su ícono, y en adhesión a su pensamiento empezaron a utilizar la boina roja y reivindicar un discurso anti imperialista en el que sus principios cabían con holgura. CONDEPA, ALIN y el Grupo Octubre, miraban a Venezuela como el territorio del cual emergía una voz amiga y productora de un proyecto latinoamericanista, reviviendo las tesis de Abelardo Ramos en torno a la construcción de la Nación Latinoamericana.

El pensamiento chavista, anti–oligárquico y anti–norteamericano, encontró eco en nuestra Patria, donde no se resolvía la contradicción entre el remedo de Estado–nación moderno producido el 1825 –y reafirmado el 1952–, frente a la realidad neocolonial expresada en una sociedad discriminadora, racista y pigmentocrática, donde el rol de la Embajada Norteamericana era definir presidentes, políticas económicas y sociales, ministros y comandantes militares, reviviendo el viejo Pacto Colonial, pero con características modernizantes.

En ese contexto, la vibrante voz del Comandante Chávez cruzó los Andes, igual que lo hiciera el Libertador Bolívar en 1825, para devolver a nuestro pueblo la certeza de que construir dignidad era posible si se tenía como principio innegociable a la dignidad y la libertad, rompiendo los yugos de dominación imperialista.

Pero esa voz no quedó circunscrita a denunciar el rol de los Estados Unidos y de las burguesías sirvientes a sus intereses en nuestra América Latina, sino que su pensamiento fue profundizándose hasta visibilizar que la única manera consecuente de enfrentar esos mecanismos de dominación, eran una decidida lucha anticapitalista y la construcción del socialismo.

Ese es uno de los aportes sustanciales del Comandante Chávez para Bolivia: devolver valor al socialismo como proyecto histórico, en un contexto en que el neoliberalismo había golpeado profundamente a la sociedad y domesticado a diferentes estratos sociales, desde obreros hasta oligarcas, que terminaron pensando que el fin de la historia había llegado y sólo quedaba como destino manifiesto entregarse a la democracia liberal y al mercado occidental.

Además de posicionar el socialismo como proyecto histórico, el Comandante Chávez, realizó otro crucial aporte al concebir que el socialismo del siglo XXI no sería el socialismo ortodoxo que fundó estados que claudicaron ante el neoliberalismo, sino que tenía que ser un socialismo heterodoxo, amplio, vinculante, ligado a las masas y que tome en cuenta la ecología como uno de sus puntos referenciales.

Un socialismo constructor del bloque histórico revolucionario que articule las sociedades transversalmente, convirtiéndose en proyecto nacional y popular, de liberación de los pueblos y las nacionalidades contenidas en las repúblicas liberales.

Esa idea fue sustancial para inspirar en Bolivia el socialismo comunitario, que saldrá de los marcos de un socialismo burocrático y discursivo, hacia un socialismo que articulará los proyectos históricos de liberación de la clase obrera y las naciones indígena originarias: el proyecto obrero y el proyecto de las nacionalidades y pueblos doblemente oprimidos por el capital y el imperialismo, superando el viejo y poco efectivo concepto de la alianza obrero campesina, proyecto que no dejaba de tener un gusto a subordinación colonizadora, con una alta dosis de obrerismo. Por eso el socialismo comunitario es también anticolonial y anti imperialista.

De esta manera, el Comandante Chávez va proponiendo conceptos para un fecundo diálogo: otro de ellos es el la transición entre capitalismo dependiente y atrasado, con profundas deformaciones en la economía y la sociedad, hacia el socialismo, como un proceso ininterrumpido y que no concibe etapas de desarrollo, sino que tiene un carácter permanente, por el que cada uno de los actos del proceso de cambio se convierten en cimiento del nuevo régimen a construir.

Otro concepto inspirador del pensamiento del Comandante Chávez para el proceso boliviano es el de la visión estratégica, que se materializa en el ALBA como proyecto político, económico y social de integración de los pueblos, como un concepto ordenador del proceso y sus objetivos. El ALBA como mecanismo de complementación e intercambio sin que medie la ley del valor, es otra propuesta que el Estado Plurinacional empieza a descubrir como modelo de integración para este siglo. La brillante idea del desarrollo de empresas gran nacionales, de carácter estatal, que representen mediante una alianza estratégica la voluntad de los pueblos de alcanzar estándares más altos en la integración, es otro de los elementos de inspiración que el proceso revolucionario boliviano.

Esa visión estratégica también nos enseña que la construcción del socialismo no se puede concluir en un solo país, sino que este proyecto ha de contagiar a otros procesos regionales para que se apoyen y complementen solidariamente, garantizando de esta manera su éxito, logrando, por ejemplo, su propia moneda –para nuestro caso el Sucre–, rompiendo así también la lógica capitalista de acumulación y explotación entre pueblos hermanos. Ese concepto, junto a otros como el del Banco del ALBA o Petrocaribe, es expresión de la construcción de bloques regionales entre economías de diferente tamaño para construir el socialismo, alejados de la ley del valor, como señalara también el Che. El Comandante Chávez, bajo estos principios inspiró a los bolivianos a la restitución de la autoestima como países que construyen paralelamente su propia ruta de emancipación.

También es motivo de inspiración para el proceso de cambio en Bolivia el concepto chavista del avance científico y tecnológico como otro de los factores definitivos para consolidar la soberanía y la dignidad de los bolivianos y bolivianas. Por eso, el salto tecnológico hacia la industria aero–espacial o el avance hacia la industrialización del gas, la petroquímica, la energía eólica, la energía fotovoltaica a partir de granjas de producción de energía solar, e inclusive, la proyección de la energía atómica, son expresiones materiales de ese necesario salto tecnológico, como otro de los mecanismos para lograr la soberanía de nuestro estado plurinacional.

La justa valoración de los derechos humanos, dándoles a los derechos económicos sociales y culturales preeminencia sobre los derechos políticos, es también otro tema de inspiración de la propuesta Chávez en el marco de los derechos humanos. De este concepto, en el caso de la revolución boliviana, dimos aún un giro más audaz, reconociendo a la madre tierra como sujeto de derechos, superando el viejo discurso liberal y antropocéntrico de los derechos humanos.

Por todo lo expresado, la presencia del pensamiento chavista en Bolivia ha resultado un aporte sumamente importante para abrir los horizontes del proceso de cambio hacia horizontes emancipatorios de nuevo tipo, atreviéndonos a pensar, que en esta parte del mundo se puede formular la propuesta transmoderna de construcción de un nuevo modelo civilizatorio, que supere a la modernidad y sus productos sociales, económico, político, culturales y ambientales.

Esa la dimensión del aporte del pensamiento e ideario del Comandante Chávez en el proceso de la revolución democrática y cultural de Bolivia. Hemos hecho referencia solamente a algunos de temas en los que alcanzamos un alto nivel de diálogo, respetando siempre el concepto de que la revolución boliviana tiene sus características propias y particulares.

Las nuevas generaciones de bolivianos y bolivianas, seguramente valorarán con mayor profundidad el ideario chavista que, sin duda, nos dio pistas fundamentales para la comprensión y construcción de la sociedad del vivir bien y el socialismo comunitario.


* Fernando Rodríguez Ureña es zoociologo, con maestría en quimeras. Hizo su doctorado en la pluriversidad de Los Sauces en Lian Ma He Nan Lu. Alguna vez fingió como diplomático.

frodriguezu@yahoo.com

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