Barack Obama, un dizque galardonado con el Premio Nobel de la Paz el año 2009, ha recibido una orden terminante del complejo “militar–industrial–financiero”: debe crear las condiciones que justifiquen una agresión militar a la República Bolivariana de Venezuela.
A ello se suman las declaraciones de John Kerry, hombre importante del gobierno norteamericano, que han revelado recientemente que se encuentra coordinando con políticos venezolanos la defensa de la democracia; se trata de una declaración pública de lo que el imperio aplica como política del garrote para lo que considera su “patio trasero”.
La política del garrote se torna trágica cuando se cambia el “garrote” por un tanque que destruye todo lo que se pone al frente. Es muy conocida la necesidad del imperio por tener frentes de lucha para “defender la democracia”, especialmente en los pueblos que le sacaron la lengua.
Existen motivos importantes para que el gobierno norteamericano desarrolle lo que parece una Santa Cruzada del siglo XXI. Uno de los principales motivos está definido por su industria armamentista; segundo, porque es el mejor pretexto para apropiarse de ingentes territorios con materias primas estratégicas; y tercero, porque termina con los líderes anti–imperialistas que le hacen una digna resistencia.
Son otros tiempos, la gesta del Comandante de América, desarrollada en Bolivia, ha creado una conciencia revolucionaria muy profunda, y será tarea dura tratar de repetir la invasión a Granada, repetir una “Urgent Fury”; me corrijo, sí sería posible en la medida que, confiados en nuestra fortaleza, subestimemos al águila imperial.
Venezuela está siendo hostigada, acechada y provocada, para que una convulsión interna (creada por agentes externos) sea el pretexto para una “democrática intervención”, aunque como saben de los fuertes lazos y mecanismos que unen a la patria grande, han comenzado una estrategia de desgaste general: Chile, Argentina y Brasil se encuentran con problemas permanentes.
Saben (los del norte) cómo organizar el malestar y convencer a la sociedad que nos encontramos huérfanos, que estamos inseguros, sin protección, estrategia que ya lleva años en su instalación, cuyos instrumentos preferidos son los medios de comunicación, los opinadores, los púlpitos y las conciencias envilecidas de antiguos “revolucionarios” que no dudan en ser eficientes colaboradores de esta estrategia.
Nada de lo que ocurre en nuestra América es casual, todo se encuentra enmarcado en la eterna lucha por la dignidad humana, unos tratando de que sea una realidad y otros negándola, procurando ahogarla en promesas de un paraíso de consumismo.
Los que hoy bregamos para construir poco a poco este Estado Plurinacional, ¿estamos conscientes de los desafíos que tenemos en el continente? Nuestras pequeñas diferencias que se convierten en irreconciliables posicionamientos deben ser superados porque es América Latina la que se encuentra en peligro.
En el eventual escenario de conflicto no bastará la solidaridad declarativa, por esta razón hoy debemos sentar las bases para construir los mecanismos de una defensa continental frente a cualquier agresión externa.
Esa batalla anticolonial, muchas veces de carácter simbólico, que venimos librando tiene que convertirse en una decidida militancia internacionalista, otra vez Túpac Katari nos convoca a continuar su lucha, tomando en cuenta lo que nos dijo el Che: “no se puede confiar en el imperialismo, ni tantito así, nada”.
* Camilo Katari, es escritor e historiador potosino.
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