por: Eduardo Lohnhoff
El concepto de clase social no pudo ser abordado por Marx en “El Capital”, pues se murió antes de haberlo profundizado. Lenin utilizó un camino dialéctico, de estudio de la propia realidad, un análisis concreto de la situación concreta de Rusia y aportó para el análisis de clases.
La definición marxista de clase social sería: “Las clases sociales son grupos sociales antagónicos, en que uno se apropia del trabajo del otro a causa del lugar diferente que ocupan en la estructura económica de un modo de producción determinado, lugar que está determinado fundamentalmente por la forma específica en que se relaciona con los medios de producción.” De acuerdo al lugar que ocupan los hombres con respecto a la tenencia y/o posesión efectiva de los medios de producción se es propietario efectivo o simplemente propietario y la posesión efectiva lo poseen otros.
Propiedad efectiva es cuando el capitalista es dueño de la fábrica y sus máquinas. La única opción que le queda al asalariado es vender “voluntariamente” su fuerza de trabajo. Propiedad no efectiva es cuando un latifundista es dueño de la tierra y otros la trabajan con instrumento de trabajo propios y pagan renta en dinero o productos. Cuando se da este caso, la explotación del terrateniente para asegurarse la renta o ganancia dependerá de factores extraeconómicos (jurídicos, coerción del estado, etc.).
En el modo de producción servil no coincidía la propiedad jurídica con la posesión efectiva y para regimentar a los siervos los terratenientes debían apelar a la fuerza, a la religión, a la tradición, etc.
En el modo de transición del capitalismo al socialismo, los medios de producción están en manos del proletariado en sentido genérico, pero el funcionamiento del aparato productivo queda en manos de ex capitalistas que pasaron a ser administradores, técnicos y nuevos técnicos con mentalidad anterior, por lo que se requiere factores extraeconómicos como la dictadura del proletariado.
Para evitar confusiones es preciso aclarar que cuando Marx en “Contribución a la crítica de la economía política”, y en algunos capítulos de “El Capital”, determina tres clases (capitalistas, terratenientes y obreros), lo hace como integrantes de una formación social determinada (inglesa) y no como modo de producción capitalista. Los terratenientes –dice Marx– son un aborto parasitario y Lenin en “La cuestión agraria y los “críticos de Marx” dice:“desde un punto de vista lógico podemos concebir plenamente una organización de la agricultura puramente capitalista sin terratenientes, sin propiedad privada territorial.”
La burguesía puede apropiarse de la tierra en común y declararla estatal, pero su temor a todo ataque a la propiedad le hace aceptar el parasitismo terrateniente, en definitiva las propias multinacionales capitalistas se han convertido en propietarias de grandes extensiones de tierras en todo el mundo.
En “Historia crítica de la teoría de la plusvalía” Marx establece: “… el capitalista y el obrero asalariado son los únicos agentes y factores de producción cuyas relaciones y cuyos antagonismos emanan de la esencia misma del régimen de producción capitalista.”
El proceso de adquisición de la toma de conciencia de clase de los trabajadores no es un proceso inmediato ni automático, ni en la industria ni en el resto de los sectores productivos. En su libro Miseria de la Filosofía, Marx, analizando la situación de Gran Bretaña en la década de los 40 del siglo XIX, señala: “En principio, las condiciones económicas habían transformado la masa del país en trabajadores. La dominación del capital ha creado en esta masa una situación común, intereses comunes. Así, esta masa viene a ser ya una clase frente al capital, pero todavía no para sí misma. En la lucha, de la cual hemos señalado algunas fases, esta masa se reúne, constituyéndose en clase para sí misma. Los intereses que defienden llegan a ser intereses de clase”.
El documento marxista más detallado sobre la conciencia de clase es justamente el texto de Lenin “¿Qué Hacer?”, de 1902. Al comentar la breve historia del movimiento obrero ruso en el Lenin saludaba “el despertar espontáneo de las masas trabajadoras” pero advertía que “los obreros no tenían ni podían tener, la conciencia del antagonismo irreconciliable entre sus intereses y todo el régimen político y social contemporáneo.” La conciencia era el producto del trabajo teórico de los intelectuales y “tenía que ser traída (a los trabajadores) desde fuera”. Por cierto, generalizaba: “el desarrollo espontáneo del movimiento obrero lleva a su subordinación a la ideología burguesa.”
Era tarea de los socialdemócratas, por lo tanto, “combatir la espontaneidad” (Lenin, 1961c, 375, 384–385). Hay dos aspectos sobre la clase: son condición de clase que es material y objetiva y su conciencia de clase que es, su contrario, inmaterial y subjetiva.
En el lanzamiento de su último libro: “La condición obrera en Bolivia. Siglo XX”, el Vicepresidente del Estado Plurinacional plantea un tercer elemento como categoría: “la composición de clase”, que sería la síntesis entre la visión subjetiva y la realidad objetiva para determinar la clase social. Entre sus tesis está la reconfiguración material y de la estructura simbólica de una nueva condición obrera. Los espacios de agregación obrera han desaparecido, las grandes fábricas como Said, Vita, Forno, Soligno han desaparecido causando la fragmentación de la clase obrera y la disolución de la conciencia de clase por la imposibilidad de la sindicalización en pequeñas unidades de producción y la refuncionalización del trabajo familiar. Lo último es una tesis planteada por el Partido Comunista de Bolivia después del gran golpe neoliberal que fue el D.S. 21060.
Es muy lúcido por parte del Vicepresidente retomar esta línea argumentativa que tiene bases reales en el modo de producción capitalista en Bolivia en contra de algunos tecnócratas e intelectuales orgánicos de la burguesía que habían dado el certificado de defunción del proletariado en nuestro país. El ahora Viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales Alfredo Rada, tiene un interesante texto sobre la clase obrera en Bolivia, que no se distancia en mucho con lo planteado por el Vicepresidente. Otras publicaciones como las del CEDLA, por ejemplo, hacen un análisis superficial y marginalista. Muy fuera de foco de la real condición obrera. Obviamente hay problemas microeconómicos, pero, dada las características de Bolivia, sólo serán subsanadas en una sociedad socialista. El pleno empleo en el capitalismo es una panacea, la burguesía necesita de la masa de desempleados para determinar el salario medio. Aquí hay que precisar la categoría de capital variable.
El capital variable es la fuerza de trabajo de un obrero, no el obrero en sí. Es la cantidad de fuerza de trabajo que gasta en la fabricación de una mercancía que determina su valor. Esto es gasto físico necesario para la producción de mercancías. Considerar el proletario u obrero como capital variable es volver al pre marxismo hegeliano que tomaba el “trabajo” como abstracción y no fuerza de trabajo como medida de todas las cosas.
Hay mucho para el debate, esperemos que esto signifique la definitiva incorporación, no sólo como concepto, sino como clase de los obreros al proceso de cambio y la construcción del socialismo.
* Eduardo Lohnhoff Bruno nació en San Ignacio de Velasco, Santa Cruz, es militante de la Juventud Comunista de Bolivia.
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