abril 24, 2024

La OEA y el tristemente célebre Almagro

El actual secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, está conduciendo a ese organismo supranacional a una de sus peores crisis de legitimidad internacional ante otros estados y, sobre todo, pueblos del continente.

Quizá una crisis de legitimidad superior a la registrada en la década del 60 cuando por mandato de los Estados Unidos expulsó a Cuba por el solo hecho de haberse declarado socialista. En ese momento histórico, la totalidad de los países latinoamericanos y caribeños estaba atada a los designios de Washington y los pueblos no habían alcanzado el nivel de conciencia que tienen desde hace dos décadas en su proceso de rebelión contra un modelo neoliberal que apuntala la concentración de la riqueza en pocas manos y que merma la soberanía de los estados. América Latina es otra desde fines de la década del siglo XX y eso es lo que tendrá que tomar en cuenta quienes asesoran al imperio en su contraofensiva.

Almagro arremete contra todos los procesos de cambio de América Latina de distintas maneras. Contra Venezuela no se cansa de buscar la oportunidad, hasta hoy no encontrada, para aplicar la Carta Democrática Interamericana y allanar el camino de la intervención. Pero guarda un silencio cómplice contra la violencia que desarrolla una fracción de ultraderecha de la MUD, la cual fue derrotada la semana pasada en su intento de generar un juicio político al presidente Nicolás Maduro. La apertura al diálogo político que se restaurará sobre la base de lo avanzado en los acuerdos de República Dominicana hace meses frustró los planes de la derecha continental.

En Bolivia está empezando a meter sus narices en asuntos internos que guardan relación con la comisión de delitos comunes y no de otra naturaleza. Almagro recibió al opositor Samuel Doria Medina para escuchar la queja de una supuesta persecución política y se comprometió a enviar un observador a la audiencia del jueves 3 de noviembre por un caso de transferencia de fondos públicos a una entidad privada en 1992, cuando el empresario y jefe de UN fungía como ministro de Hacienda del gobierno de Jaime Paz Zamora.

Si bien la OEA no mandó a ningún observador y engañó a Doria Medina, lo que demuestra la doble moral de Almagro incluso con sus aliados políticos en la región, si pidió a su representante en Bolivia asistir al tribunal de justicia en Sucre pero no en condición de observador según ha trascendido, aunque claro está tampoco estuvo en la audiencia como un ciudadano cualquiera. Eso quiere decir que el Secretario General de la OEA está empezando a colocar su mirada sobre Bolivia.

La parcialidad de Almagro y su condición de ficha para la el proyecto de restauración conservadora en la región queda en evidencia por su silencio en el caso de Brasil, donde se dio uno de los golpes de estado de nuevo tipo más sinvergüenza de los últimos tiempos y que destituyó a Dilma Rousseff sin una sola prueba en su contra.

La OEA no se ayuda en construir una imagen más equilibrada con ese tipo de medidas y más con-firma que su nacimiento y posterior condición de “Ministerio de Colonias” de los EE.UU. es la premisa de su funcionamiento.

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