Algo que se constata con gran facilidad es que los Colegios Médicos –y no hablamos de honrosas excepciones entre los médicos-, en realidad se encapsulan en intereses particulares que otorgan privilegios y nada hacen para garantizarel derecho a la salud de la gente, según se deduce del artículo de la autora.
La pertenencia o no al Colegio Médico no es una condición que determine el prestigio o la calidad de la atención que el médico otorgue a sus pacientes o la autoridad moral y científica a la hora de verter opiniones profesionales. Pero el ente colegiado insiste en que para existir como médico en Bolivia además de los títulos y certificados que avalan la experticia profesional, se necesita pertenecerá este “selecto” grupo colegiado, que solamente adquiere notoriedad cuando se trata de defender su propios intereses de clase y nunca asumen una postura crítica y constructiva a la hora de trabajar por mejorar las condiciones de la salud de Bolivia.
Los colegios médicos nacen en el mundo en el transcurso de la Edad Media cuando se regularon legalmente las organizaciones profesionales, se estableció el desarrollo de su formación por medio de status y se introdujo el doctorado. Así nacen los Protomedicatos, que evaluaban todos los médicos con el fin de extenderles la autorización para fungir como médicos profesionales, clasificándolos en distintas categorías. El tránsito del feudalismo a la formación económico-social capitalista, removió también las formas de organización de los gremios médicos. La aparición del Colegio Médico adopta una posición más liberal frente a la hegemonía de los gobiernos monárquicos.
Los Colegios Médicos nacen como expresión del liberalismo y como necesidad de cubrir la no existencia de una repartición de estado que regule y controle el ejercicio de la profesión. Al avanzar las sociedades modernas, con la creación de los ministerios de salud que regulan la práctica médica, los colegios médicos se redujeron simplemente a la salvaguarda de los intereses de clase, convirtiéndose en un espacio que perpetúa la noción liberal de la práctica médica.
Desde la época feudal, la emergencia de nuevas clases sociales, representaba modificaciones profundas en las relaciones sociales existentes. Todas estas modificaciones, cambios, libertades, se consolidaron en una imagen ideológica resumida en lo que algunos denominan “sociedad de tipo liberal”. Al hablar de una sociedad liberal en estos términos, se está hablando en realidad de una sociedad en la cual el capitalismo ha modificado la estructura socio económica y de manera muy especial, la ideológica.
La aparición del trabajador libre en el mercado de trabajo, el cual vende su fuerza de trabajo como cualquier mercancía, la aparición de la pequeña burguesía, configuran un amplio sector con cierta capacidad de compra que se mueve en la sociedad con una cierta “libertad” basada en y determinada por esa capacidad de compra, obtenida al vender su fuerza de trabajo. Todo ello coloca a la medicina en una situación enteramente diferente. En esta nueva estructural societal, la capitalista liberal, la salud, materializada en el conocimiento médico y su aplicación, es convertida en una mercancía más y como todas las mercancías, está destinada única y exclusivamente a quienes pueden comprarla.
Por esta razón, la relación médico-paciente, entendida como una transacción más, sigue regida por las leyes del mercado, por las leyes del capitalismo imperantes en la denominada sociedad liberal, que no solamente condicionan la relación médico-paciente, sino que requieren de una serie de creencias, de ideas, que permiten y justifican esta relación específica. Creencias e ideas que son las que precisamente el Colegio Médico defiende y atesora.
La sociedad liberal muestra falsamente a los hombres como iguales entre sí y toda una ideología falsa se desarrolla para materializar esa imagen, ocultando la diferencia de clase. En este tipo de sociedad, el médico percibe a sus pacientes como seres “iguales” que pueden o no solicitar sus servicios y los pacientes ven a sus médicos como quienes pueden satisfacer sus demandas, siempre y cuando – claro está – tengan con qué pagar. El médico se convierte entonces, en una ficha más del mercado, donde ofrece su mercancía, la salud. Esta es la condición por la que la medicina se ubica como una profesión liberal, es decir aquella que puede ofrecer libremente su mercancía en el mercado. Paralelamente, la definición de la medicina también como una profesión noble, que está por encima de esas aparentemente rígidas e inhumanas leyes del mercado, justifica la posibilidad de cobrar honorarios y contribuye a acentuar las diferencias entre las carreras liberales y los demás trabajos y oficios, incluidos los médicos asalariados. Esta duplicidad en el sistema de salud, perpetúa las diferencias y las brechas entre los que pueden pagar, que reciben una mejor calidad de salud y los que no pueden pagar, quienes deben conformarse con la medicina pública, siempre de segunda calidad donde están mal tratados Es así como la medicina reproduce el carácter de clase de la sociedad capitalista, ya que favorece la atención diferencial de las clases sociales.
Estado Plurinacional y Colegio Médico
Es ésta estructura la que el Estado Plurinacional y el actual proceso de cambio está intentando desmontar y el Colegio Médico es el principal obstáculo para lograrlo. Es éste viejo paradigma que defiende y perpetúa el ente colegiado y por eso, no extraña que nunca participen en el diseño de políticas públicas sanitarias, siempre con honrosas excepciones. Les interesa fundamentalmente mantener los privilegios de clase que le otorga su cómoda postura, ignorando de manera irresponsable la lacerante realidad de la situación sanitaria en temas como el aborto. A ellos no les interesa que en Bolivia mueran, diariamente 185 mujeres porque deben practicarse abortos en condiciones inseguras, lo que representa el 13% de todas las muertes maternas, de las cuales, el 14% son adolescentes entre 14 y 19 años; no se sensibilizan con los dos tercios de mujeres indígenas que mueren anualmente por abortos mal practicados, clandestinos. No les interesa que cada año, alrededor de 44.000 mil mujeres son atendidas por complicaciones de un aborto clandestino. La prevención de la muerte de las mujeres no está en la agenda.
Lo que sí está en la agenda es seguir protegiendo a todos aquellos colegas que practican el aborto desde siempre, impecablemente vestidos y muy prestigiosos frente al Colegio Médico y la sociedad científica que lo alberga, quienes prefieren hacerse de la vista gorda de todos estos problemas de salud pública y seguir manifestando públicamente, que la culpa de todo la tienen las mujeres que no se educan o informan. Ellas, las únicas responsables de seguir muriendo. Obviamente el tema de la soberanía sobre el cuerpo y los derechos, no cuenta. Los señores del Colegio Médico y sobre todo, sus directivos no recuerdan que los derechos humanos de las mujeres si cuentan. Que las decisiones de las mujeres si cuentan. Obvio, son todos machos patriarcales.
* Es médico.
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