Por Ariel Basteiro *-.
Perdió Donald Trump. Perdió el Partido Republicano de los EE.UU. Perdieron la Cámara de Representantes (diputados). Perdieron varios estados a manos de candidatos a gobernadores del partido demócrata, progresistas muchos de ellos dentro del menú existente.
Perdió Trump la posibilidad de decir que está en el camino correcto y que el norteamericano medio, apoya a un gobierno que, por los dichos de su presidente en estos últimos dos años, causó más vergüenza ajena que orgullo nacionalista. Perdió la nueva derecha latinoamericana la oportunidad de festejar o alegrarse por estos resultados, más bien estarán por estas horas, pensando en poner las barbas en remojo, y empezar a calcular que en 2 años se termine la era Trump.
Si bien las elecciones en Brasil o en cualquier otro país de Latinoamérica puede ser importante y cada una de ellas pueden marcar tendencias, influir, o directamente determinar qué pasa en la región; está claro que una elección en los EE.UU. es, sin lugar a dudas, considerado como de extrema importancia para los gobiernos que se encuentran al sur del Rio Grande.
Por eso, el resultado que se acaba de dar en las elecciones de medio término ocurridas el ultimo martes en los Estados Unidos de Norteamérica, vienen acompañadas de vientos de cambio, nos dejan una enseñanza y es que hasta los pueblos de la potencia más importante del mundo, pueden votar contra cuestiones de estilo.
De un estilo de imperialismo prepotente, xenófobo, racista, contra la actitud misógina, con que este discurso de derecha desembocada. Si bien hay un Estados Unidos conservador, rural, blanco, que votó hace 2 años atrás a Trump, hay otro Estados Unidos multirracial, progresista, urbano que esta vez participó como nunca lo había hecho. Con ello, en esta elección, este sector dio el manejo de la cámara baja a la oposición de Trump posibilitando mayoría demócrata con 221 diputados sobre una cámara de 417, y un senado que tan solo por una diferencia de 5 representantes apoyará los proyectos que pueda enviar Trump al parlamento. Este tácito empate en el manejo de las cámaras hace que se puedan trabar muchas de las políticas que durante los últimos 24 meses el oficialismo manejó a su antojo.
Esto que tiene mucha importancia en el tema de política interna, pues la situación económica hoy en EE.UU. no es mala, están controladas las variables económicas, no hay recesión, ni conflictos sociales de envergadura, salvo para los migrantes, y así y todo fue más una derrota que un triunfo. Prefigura un escenario diferente para dentro de 2 años, cuando la elección presidencial, pueda dar la sorpresa de que por primera vez en muchos años un presidente no logre la reelección.
Hay cosas que empezaron a cambiar dentro del gigante del norte, hubo un número importante de votantes en un país donde la metodología electoral parece más complicar la participación que incentivarla, ya que se deben inscribir para poder votar, y a pesar de eso, en este rubro creció un 30 por ciento. El voto anticipado el día de la elección pasó de 27 millones hace 4 años a 40 millones el ultimo martes. El incremento en la participación es consecuencia de los dichos y actitudes de Trump, las que despertaron a muchos integrantes de la colonia latina, residentes o ciudadanos de diferentes ciudades de la Unión contra esas posiciones.
Para esos votantes latinos el tema de la inmigración no es menor, y esto se vio acrecentado mucho más, en los últimos días, ante la marcha de centroamericanos provenientes de Honduras, Guatemala o El Salvador; y la amenaza de utilizar el ejército para reprimir a aquellos que intentaran pasar la frontera, terminó generando un efecto bumerán.
Si bien muchos decían que incluso esa gran marcha había sido fomentada en la sombra por el mismo presidente norteamericano, para agitar entre la población norteamericana el fantasma del ingreso de hordas de inmigrantes que vendrían a sacarle el trabajo y su bienestar, con los resultados ya conocidos, el resultado ante esa actitud fue un castigo de la cada vez más numerosa colonia latina, y que el apoyo de los sectores más conservadores no llegaron a reflejar con el voto su apoyo a Trump.
Una elección más que se siente en nuestra región, que nos permite decir que en una elección nada está determinado de ante mano y que muchas veces los pueblos, reaccionan de manera diferente a como lo creen aquellos consultores armadores de campañas políticas, incluso en los EE.UU., muchas veces los pueblos salen a defender sus intereses y también su dignidad.
* Exembajador argentino en Bolivia y dirigente sindical.
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