enero 16, 2025

Programas opositores de gobierno: entre la nostalgia liberal y frustración neoliberal


Por José Galindo * -.


Un programa de gobierno es esencialmente una evaluación de la realidad social percibida, acompañada por un conjunto de propuestas para actuar sobre ella; es un manifiesto acerca de cómo se ve el mundo y qué es lo que se cree se debe hacer en relación él; es una declaración abierta sobre los problemas que se consideran urgentes, y cómo se debe tratarlos. Una mirada rápida sobre los proyectos presentados por las fuerzas políticas que competirán por nuestro voto en las próximas elecciones generales de octubre parece revelar que mientras existe un conceso relativamente generalizado en el lado opositor acerca de cuáles son algunos de los desafíos que tendrá que enfrentar el país durante los próximos cinco años, hay serias dificultades para plantear soluciones viables para los mismos, y que además, no son apreciados en toda su dimensión.

De hecho, algunos programas son tan abstractos que parecen más tratados teóricos acerca de historia e ideología política boliviana, como es el caso de MTS; mientras que otros son tan radicales que despiertan razonables sospechas sobre si la intención de sus autores en cuanto a conquistar el poder es realmente genuina, como sucede con el MNR; también están aquellos que tratan condensar aspiraciones tan contradictorias y diversas que parecen más una lista de demandas realizada en una asamblea de la más heterogénea concurrencia; como era de esperarse, sólo tres partidos parecen haberse tomado en serio la construcción de sus propuestas políticas: Comunidad Ciudadana (CC), Bolivia Dice No (BDN) y el Movimiento Al Socialismo (MAS). Lo más sorprendente, tal vez, son las coincidencias entre los dos principales partidos en los que se congregan los detractores de Morales y el Proceso de Cambio.

Pero antes de entrar de lleno en estas dos propuestas, veamos primero qué se ofrece por parte de las fuerzas menores, es decir, por parte del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Movimiento Tercer Sistema (MTS), Unidad Cívica Solidaridad (UCS), Frente para la Victoria (FPV), Partido Demócrata Cristiano (PDC), y el Partido de Acción Nacional Boliviano (PAN-BOL). Mientras PDC, UCS y MNR parten de una visión del mundo liberal en lo político institucional y conservadora en lo social; MTS, PAN-BOL y FPV parecen haber incorporado elementos relativamente progresistas relacionados a los problemas medioambientales y las conquistas sociales de inclusión política y económica de la última década; sin embargo, estos últimos partidos carecen de una visión unificadora del mundo, en el sentido que no ven los problemas del país como un conjunto de consecuencias con causalidades compartidas, sino más bien, como particularidades que se deben tratar aparte.

Esto hace que los tres primeros partidos presentes propuestas como la defensa de la penalización del aborto, la instauración de la pena de muerte o la cadena perpetua, la defenestración de lo que se considera “ideología de género”, y con ello toda educación sexual en las escuelas. Sin embargo, lo más llamativo de las propuestas conservadoras es su abierta apuesta por una versión dura del neoliberalismo, su aversión al movimiento cocalero del Chapare y su apoyo a una restitución de la hegemonía estadounidense en la región mediante el cuestionamiento de los lazos construidos hasta ahora con China. En ese sentido, la declaración más abierta a favor de esta agenda conservadora le pertenece al MNR, que afirma cosas como:

“Por ello nuestro plan de gobierno propone legalizar la coca de los Yungas y la imposición de un impuesto de 50% a la coca producida en el Chapare”, o “por ello nuestro Plan de Gobierno, no solo como medida de prevención sino sobre todo como una forma de castigo a estos hechos tan dolorosas para las familias propone abrir el debate acerca de la pena de muerte”, y también, “El MNR propone restablecer relaciones diplomáticas con todas las naciones del mundo, restituyendo nuestros nexos de amistad y buen relacionamiento con EE.UU., y Chile; suprimiendo los requisitos de VISA con esos países (…) El MNR propone también reevaluar nuestro relacionamiento económico con la República Popular China mediante un análisis de la deuda contraída y de un censo de la cantidad de ciudadanos chinos en Bolivia con el objeto de adoptar las medidas correctivas necesarias”.

Liberalismo político

Si hay algo que comparten las evaluaciones sobre la situación del país todos los programas de gobierno, incluyendo al MAS, pero con mayor hincapié en la oposición, es su preocupación, superficial muchas veces, sobre problemas que ya fueron posicionados en la agenda pública durante los últimos años: tales como la seguridad ciudadana, la situación del sistema judicial, la educación, la corrupción y la matriz productiva primario exportadora fundamentada en un extractivismo que se condena desde las más diferentes posturas ideológicas, ya sea desde un ecologismo moderado, o desde una apuesta por el neoliberalismo de Estado chico.

Pero tal vez lo más relevante es que de forma moderada o como una crítica radical al Estado Plurinacional, se considera que Bolivia atraviesa una crisis democrática, institucional y política que tiene sus raíces en el modelo político instaurado por el MAS en éstos casi 15 años de gobierno. “Los últimos 13 años aprendimos que la democracia no se cuida a sí misma”, dice el primer párrafo del programa de CC.

Apreciaciones similares son compartidas por todos los partidos a excepción del MAS, con algunos como MNR, PDC y UCS, reivindicando la República por encima del Estado Plurinacional construido por el MAS. Es clara su inclinación por un liberalismo político que, sin embargo, no niega la inclusión de mayorías indígenas y otros sectores sociales lograda hasta el momento. Se destaca en todos los programas opositores que la institucionalidad del Estado ha sido vulnerada, para lo cual se considera que el primer paso para resolver éste problema es desplazar al MAS del poder, sin tomar en cuenta que algunos elementos informales del régimen político boliviano como el patrimonialismo, el prebendalismo, el clientelismo y la propia corrupción tienen su origen en prácticas coloniales heredadas justamente por el Estado Republicano y no fueron formuladas por el actual partido en el poder.

A esto, se proponen diversas propuestas que son imposibles de negar como necesidades urgentes del país, pero que en ningún caso cuentan con bases concretas con sustento jurídico, económico y mucho menos político. Tanto CC como BDN proponen, por ejemplo, cambiar las condiciones de ingreso a la función pública o a la selección de magistrados para el Órgano Judicial; pero deconstruir una institucionalidad esencialmente corrupta como la que impera en el sistema de justicia parece imposible con experiencias como los motines policiales experimentados durante la segunda gestión del gobierno del MAS.

En ese sentido, la renovación ética e institucional planteada por CC en su propuesta de gobierno puede sonar seductora como retórica electoral, pero la experiencia histórica la demuestra inviable políticamente si no se hacen cambios radicales e incluso revolucionarios.

Todos, empero, son liberales en lo político… En ese sentido, “libertad” es un valor que se reivindica desde el lado de BDN, mientras “institucionalidad” es el eje central de la propuesta de CC; en ambos casos, no se toma en cuenta que es la naturaleza informal de nuestros males la que los hace tan difíciles de abordar, naturaleza informal que al mismo tiempo tiene su origen en la base económica del Estado boliviano: rentista en todos sus niveles, donde los actores se enfrentan por el control del excedente económico proveniente de la explotación de los recursos naturales y no de la voluntad de los mismos actores. Es un aspecto que las propuestas de CC y BDN no dejan de lado, pero para los cuales proyectan soluciones que dejan de lado una cuestión central: la división internacional del trabajo como constante del sistema mundo capitalista que no puede modificarse sólo con medidas locales o políticas; la raíz del problema en ambos casos es geopolítico, con EE.UU. como principal obstáculo para modificar estas relaciones de producción.

Así, mientras lo institucional y político es lo central para CC, lo productivo y económico es lo que caracteriza la propuesta de BDN, que se orienta a un tímido neoliberalismo dependiente de la inversión extranjera sustentado sobre una base federalista y regionalista en la organización del país: mientras CC piensa que los problemas del país son éticos, BDN considera que lo central es la autonomía y el empoderamiento del sector privado; ambas fuerzas, sin embargo, no parecen encontrar una respuesta concreta al clásico problema boliviano del péndulo económico.

El péndulo económico como prueba de fuego

“El mundo está dominado por el fanatismo de mercado, que promueve el individualismo extremo, o por la presencia abrumadora de un Estado muchas veces corrupto y clientelar” es un reconocimiento que hace CC cuando se trata de enfrentar este problema, para el cual sostiene que la solución es la construcción de una economía verde, circular y creativa, que incorpore a Bolivia como un actor no limitado a la producción de materias primas; la pregunta, en este caso, sigue siendo ¿Cómo romper con ésta división internacional del trabajo? El concepto les es totalmente ajeno.

“En los últimos casi 200 años de historia y en particular en los 13 años del gobierno actual, se ha profundizado en modelo económico primario exportador extractivista, que tiene impactos negativos serios sobre el medio ambiente y la vida de la comunidad. (…) Bolivia necesita abandonar el péndulo entre estatismo y liberalismo. Requiere de una profunda transformación del patrón de desarrollo”. Éste párrafo tomado de la propuesta de CC, sin embargo, no contiene más propuestas que los difusos conceptos de los tres tipos de economía mencionados.

En ese sentido, la propuesta de BDN es más frontal, que aunque no lo dice textualmente, puede resumirse en el anticuado lema de “Libertad de Empresa”. Veamos: “Buscaremos potenciar las fuerzas productivas del país, que han estado por mucho tiempo contenidas por múltiples atavismos, temores, estructuras anquilosadas. Desataremos la energía, los recursos, las capacidades, los talentos y las iniciativas de los bolivianos como los verdaderos promotores del progreso, estableciendo un entorno adecuado de libertad política y económica en todas los lugares de la Patria”
Desmantelamiento de las empresas estatales, promoción de la inversión extranjera directa, expansión de la empresa privada, todas recetas que ya se trataron de practicar durante los 90s con calamitosos resultados, pero que para BDN, esta vez sí funcionarán bajo el paraguas de una globalización informática y tecnológica que es monopolizada actualmente por transnacionales como Facebook o Google, ambas empresas con ganancias anuales que superan con creces el PIB boliviano, actualmente valorado nominalmente en 30 mil millones de dólares.

Así, todos los programas opositores, ya sea en su versión más retrógrada o en su expresión más tímida, comparten una apuesta por la restitución de un sistema político que nunca fue, una democracia que siempre estuvo en construcción, en una institucionalidad que nunca comprendieron; y lo que es peor, en un liberalismo político que nunca practicaron sostenido sobre viejas recetas neoliberales que piensan que esta vez sí, Bolivia sí podrá ser un país incorporado al mundo a través de la inversión extranjera y la empresa privada. Sus programas vuelven sobre el regionalismo y la economía de mercado, con una pintura urbanista, ecologista y sentimental que demuestran que sus propuestas, aunque pueden parecer innovadoras, no pueden apreciar la verdadera situación del país ni el origen de sus problemas, casi como si vivieran en otro lugar, menos en Bolivia.

El MNR cree que puede ignorar la emergencia de un mundo donde el capitalismo tiene su epicentro en el Este, específicamente en China; mientras que BDN cree que con alejarse de Cuba o Venezuela es el primer paso necesario para incluir a Bolivia en su visión mitificada el mundo; CC, por otra parte, ni siquiera considera estos problemas.


* Politólogo.

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