marzo 28, 2024

Ribetalta, mucho más que el atardecer de la Amazonía boliviana

La Habana-. Con atardeceres que enamoran, Riberalta bien merece el calificativo de capital de la Amazonía boliviana, por ser un municipio que desde el aire parece puro campo por el predominio del color terracota.

Desde lo alto resulta imposible distinguir las carreteras del lugar debido a la capa color barro que las cubre, y es que el suelo y los colores de la selva invaden cada rincón de ese territorio para dejar su sello de vida salvaje en cada piedra de modernidad.

Además de su hermosa catedral, Riberalta -capital de la provincia de Vaca Diez- puede mostrar como uno de sus principales motivos de orgullo la puesta de sol en los ríos Beni -hace honor al departamento homónimo- y Madre de Dios, frente al ir y venir de los pueblerinos, quienes transportan arena en pequeñas embarcaciones de madera.

Abundan por los alrededores las castañas, el agua de coco, y peces como el paiche, el cual llega a medir hasta dos metros de largo, y constituye uno de los platos con los que los habitantes de la zona agasajan a los recién llegados.

Allí arribamos formando parte de un equipo de Prensa Latina Televisión en pleno mediodía con temperaturas muy elevadas, parecidas a las que imperan en Cuba durante lo que muchos han llamado nuestro eterno verano.

El propósito: dejar constancia gráfica del trabajo de la brigada médica cubana por esos lares, uno de los recorridos más complejos de la travesía por siete de los nueve departamentos bolivianos, entre estos Oruro, Potosí y La Paz, nada que ver con el calor beniano.

Junto a galenos viajamos por un terraplén hasta la comunidad de Tumichucua, abrazada a su lago y a una isla en forma de gota, para filmar sus labores fuera de consulta en la modalidad de proyección comunitaria dirigida a visitar a los pacientes en sus viviendas.

Por primera vez los habitantes del lugar dieron la bienvenida a todo un equipo de especialistas de la salud, quienes entraron de casa en casa para conocer las enfermedades que los aquejaban y esbozar un plan encaminado a facilitar la atención requerida en cada caso, a lo que respondieron con gestos de agradecimiento.

En Tumichucua es posible toparse lo mismo con un zunzún que con un jaguar.

No podía faltar en la hoja de ruta el hospital principal de Riberalta, en el cual los galenos de la isla realizan procedimientos tan complejos como neurocirugías.

Y de la capital de la Amazonía salimos para el próximo municipio de Guayaramerín, donde funciona el Centro Oftalmológico Cuba-Bolivia, uno de los habilitados en la nación andina para impulsar el programa Misión Milagro.

Entonces pudimos entrevistar a nacionales y extranjeros beneficiados con las operaciones de la vista, tanto de cataratas como pterigium, procederes realizados por los expertos del país antillano de manera gratuita.

Luego de largos trayectos por tierra, decenas de brasileños cruzan cada mes el río Mamoré para llegar a la localidad boliviana de Guayaramerín con la esperanza de mejorar o recuperar la visión.

Es muy costosa la operación en mi país, personas como yo no tenemos oportunidad allá, afirmó Pedro André, uno de los pacientes brasileños operados de cataratas.

Lo resumido en pocas líneas duró casi cinco días, tiempo necesario para trasladarnos de un punto a otro grabando todo detalle.

Quienes nos conocimos al azar y convivimos bajo los rigores de la Amazonía, seguimos ahora pendientes unos de otros.

Ya de regreso en Cuba con testimonios y fotos en la mochila, imposible olvidar el ocaso beniano, la sonrisa de agradecimiento de la gente que habita en ese escenario amenazado hoy por el fuego y la sencillez de los nombrados hampina runa (persona que cura en lengua quechua).

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