marzo 29, 2024

Informe preelectoral de las generales en Argentina

Las elecciones generales del próximo 27 de octubre en Argentina significan la posibilidad de un importante cambio de rumbo para el país.

El domingo 27 de octubre, los 33.841.837 de argentinos habilitados para votar en el país, más los 368.034 habilitados para hacerlo desde el exterior, podrán acudir a las urnas y elegir la fórmula presidencial que dirigirá los destinos del país por los próximos cuatro años. Los máximos aspirantes son el actual presidente, Mauricio Macri, de Juntos Por el Cambio (JPC) -actualización de la alianza Cambiemos- y el opositor Alberto Fernández, del Frente de Todos (FDT), espacio que aglutina las distintas vertientes del peronismo –kirchnerismo, Partido Justicialista, Frente Renovador y los diversos peronismos provinciales-. Para ganar es necesario obtener el 40% de los votos afirmativos –sin blancos ni nulos- con un 10% de diferencia por sobre el segundo o bien superar el 45%.

A nivel nacional, el 27 se votará, además, la renovación de la mitad de la Cámara de Diputados de la Nación -130 de 257 bancas- con mandato de 4 años, así como un tercio -24 de 72- de la Cámara de Senadores. En esta oportunidad, las provincias que elegirán senadores con mandatos de 6 años serán Chaco, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero, Tierra del Fuego y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Por último, a nivel provincial se elegirá Gobernador en la Provincia de Buenos Aires (PBA), Catamarca y su equivalente jefe de Gobierno en CABA.

Unas primarias con espíritu de generales

Una de las claves para entender el panorama de cara al 27 de octubre son los resultados[i] de las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), que tuvieron lugar el pasado 11 de agosto. Precisamente porque las mismas, en lo referente a la órbita presidencial, no tuvieron formato de primaria ya que en ninguno de los diez espacios se dirimía una interna sino que se presentaban precandidaturas únicas. Allí quedaron fuera de juego cuatro de las diez precandidaturas que no alcanzaron el 1,5% de votos válidos necesarios para poder presentarse en las generales.

Por otra parte, las PASO marcan que de los seis candidatos que quedaron en carrera, cuatro de ellos llegan rezagados y sin posibilidades ciertas de pelear por la Presidencia. Ellos son José Luis Espert (Unite por la Libertad y la Dignidad), Juan José Gómez Centurión (Frente Nos), Nicolás del Caño (Frente de Izquierda y de los Trabajadores), y Roberto Lavagna (Consenso Federal). Entre los cuatro sumaron el 16,32% de los votos afirmativos, la mitad de los cosechados por Macri, números que difícilmente se reviertan de forma sustancial.

¿Sí se puede?

Tomando como referencia ineludible los resultados de las primarias, la única candidatura que podría llegar a impedir el triunfo de Alberto Fernández -quien rozó el 50% de los votos afirmativos- para forzar un balotaje es la de Mauricio Macri. Ahora bien, qué tan posible es que esto ocurra teniendo en cuenta que en las PASO Fernández superó tanto el 40% con más de 10 puntos porcentuales por sobre Macri –la diferencia fue de 16,57%- como también el 45% que lo consagraría presidente independientemente de la distancia con su inmediato competidor. Desde el oficialismo se encargaron de darle un tono épico a la campaña reeditando la consigna “Sí se puede”, la cual en esta ocasión hace alusión a la factibilidad de dar vuelta el resultado de las primarias. ¿Es esto posible?

Si tomamos los últimos cuatro comicios presidenciales veremos que el promedio de votación es algo superior al registrado el 11 de agosto -78,72% vs. 75,6%-. Por ende, imaginando que la participación se ubique en ese valor, implicaría un 3,12% más de votos, es decir, en torno al millón de votantes adicionales. Si todos ellos votaran por Macri –con el resto de los valores constantes-, el oficialismo estaría cercano al 36%, mientras que Alberto Fernández aún se ubicaría por encima del 47%. Si la participación, en cambio, fuese superior y llegara al 81,07% como en 2015 –el valor más alto del siglo-, y todos los nuevos votantes se inclinaran por JPC, esto implicaría algo menos de 2 millones de votos adicionales, lo que elevaría su porcentaje a casi 38%. Aún así, no sería suficiente puesto que Fernández se ubicaría en un 46%.

En síntesis, no alcanza con los votos que pudiera sumar el oficialismo sino que necesariamente tendría que restarle una gran cantidad de votos a Fernández. Sin embargo, es más bien probable que ocurra lo contrario y que Fernández sume nuevos adeptos, especialmente por el llamado “voto a ganador”. De este modo, y aún con un gran incremento de la participación, la posibilidad matemática de que Alberto Fernández baje del 45% al tiempo que Macri quede a menos de 10 puntos de distancia para alcanzar el balotaje, es altamente improbable.

Encuestas en la mira

Tras el bochorno generalizado que representó el resultado de las PASO, en donde la inmensa mayoría de los sondeos de opinión erró por diferencias que se ubicaban en torno a los diez puntos porcentuales –“inflando” a Macri y especialmente subvalorando a Fernández-, las encuestadoras han tenido que recalibrar sus mediciones. Para esta oportunidad, prácticamente todas las encuestas ubican a Fernández en torno al 50% -puntos más, puntos menos- y a Macri un tanto por encima del 30%, siendo la diferencia promedio de todas las encuestas relevadas de 18,32%.

Como puede apreciarse entonces, el promedio de las encuestas no difiere prácticamente de los resultados del 11 de agosto. Es decir que, tomando con cautela estos sondeos, podemos intuir que las preferencias de los argentinos no han variado en estos últimos meses, evidenciando una intención de voto sumamente consolidada y con pocas perspectivas de variación posible.

Estrategias de campaña

Finalizadas las PASO, las estrategias de campaña de los principales candidatos tuvieron un viraje acorde a los resultados. Desde el equipo de Alberto Fernández se fortalecieron ciertas líneas de continuidad discursiva -economía, producción, empleo, ciencia- y se reorientó la presencia territorial a aquellos distritos donde obtuvo resultados más magros. Desde el lado de Mauricio Macri el vuelco fue de 180 grados: el retorno al territorio, la estructura y el aparato frente al fracaso de la estrategia de redes sociales y la hipersegmentación.

Tras el mal resultado electoral, el primer reflejo del equipo de campaña de Macri fue el giro de la virtualidad al territorio. Una serie de convocatorias masivas por todo el país que implicaron un despliegue de estructura para consolidar un repliegue corporativo: resistir posiciones propias, consolidar nichos, sostener representaciones. La marcha del #SíSePuede no consistió, bajo ningún punto de vista, en una estrategia ganadora de campaña para achicar distancias y recuperar los votos necesarios. Esta apuesta fue, más bien, la confirmación temprana de que Juntos Por el Cambio asumió la derrota y apostó a la defensiva: el discurso endogámico, la convocatoria autocomplaciente de los propios y el intento por conservar el caudal obtenido se conjugaron con gestos de derechización en los ejes de campaña, intentado captar el porcentaje de votos que se fugó por derecha.

La caravana #SíSePuede, que llevó al candidato por distintas latitudes del país, concluyó en una masiva convocatoria en el obelisco porteño: la marcha del millón congregó finalmente a unas 400.000 personas pero dejó algunos indicios de la nueva discursividad que aceitó el macrismo para los comicios. “Esta elección se puede dar vuelta” fue la arenga inicial que tuvo en “lo que se viene es distinto” su bagaje discursivo: los cambios implican tiempo, se viene la etapa de cosechar el sacrificio, la carga de la pesada herencia. Luego fue el tiempo de construir al adversario a su medida: a tono con la estrategia que blandió al día siguiente en el último debate, Macri construyó con claridad el “ellos”, una otredad que le permitió estructurar gran parte de su mandato: Venezuela, corrupción, kirchnerismo, prebendas y totalitarismo.

Del otro lado, la campaña de Alberto post PASO mostró una continuidad discursiva importante en los principales ejes propuestos: reactivar la economía, generar empleo, recuperar la producción y el consumo interno. Como parte de su apuesta táctica por acortar la distancia en los únicos dos distritos adversos, se fue a Córdoba -allí Macri se impuso por 50,09% a 31,71%- donde sostuvo un encuentro en la Universidad Nacional y, a su vez, realizó una importante cantidad de actividades en la Ciudad de Buenos Aires, donde se mostró en tándem con su candidato a jefe de Gobierno, Matías Lammens.

La apuesta por CABA también cobra importancia simbólica en el tramo final de la campaña: implica poner en cuestión, incluso, el lugar del PRO como futura oposición, forzando un balotaje en la capital que lo vio nacer, lo acobijó por 12 años y en la que el macrismo se juega su nicho de representación política. No en vano Mauricio Macri aprovechó el acto en el obelisco para mostrarse junto con Horacio Rodríguez Larreta, actual jefe de Gobierno y uno de los pocos oficialistas que saliera victorioso en las primarias.

Una encuesta[ii] realizada por el Centro de Transferencia de Conocimiento y Tecnología de la Universidad de Buenos Aires (UBA) reveló que un 52% de los porteños considera que “para un trabajo en equipo es mejor que el Gobierno de la ciudad y el Gobierno nacional sean de un mismo partido”, contra un 28% que prefiere que no coincidan, en vista del control y el equilibrio. Un dato no menor con el que especulan los equipos de campaña del Frente de Todos, en caso de una eventual segunda vuelta en la Ciudad con la contienda nacional ya definida.

La última pieza audiovisual del equipo de campaña del Frente de Todos repite una y otra vez “no te escuchó”. Intercala declaraciones de Macri con protestas de calle y vetos a leyes aprobadas por el Congreso. “Se lo dijeron los jubilados, los científicos y los productores. Y no escuchó”, sentencia el spot. Se trata de la respuesta final de Alberto Fernández al intento macrista de instalar, después de la negación inicial, la proclama repetida de que “había escuchado el mensaje de las urnas”.

Las disputas por los ejecutivos provinciales

Al igual que para la presidencial, en este caso también debemos tomar como referencia los resultados de las PASO, ya que aquí tampoco se disputaron internas. El distrito con mayor peso electoral, la Provincia de Buenos Aires, que aglutina casi el 40% del padrón nacional, reflejó porcentajes muy similares a los registros nacionales. El candidato del Frente de Todos, Axel Kicillof, obtuvo el 52,72% de los votos afirmativos, mientras que la actual gobernadora, María Eugenia Vidal (JPC) -quien supuestamente para la opinión de los medios hegemónicos poseía mejor imagen positiva y sería el caballito de batalla que traccionaría votos a favor del oficialismo-, tan sólo el 34,54%. De este modo, resulta casi imposible creer que en 2 meses y medio pueda revertirse un resultado que mostró una diferencia en las preferencias de 18,18%. Más aún porque en el distrito no hay posibilidad de llevar la definición a un balotaje sino que se elige por mayoría simple –gana el candidato que recibe más votos, independientemente del porcentaje obtenido-.

Inverso escenario se le plantea a Juntos Por el Cambio para la elección a Jefe de Gobierno de CABA, habiendo conseguido Horacio Rodríguez Larreta en las PASO el 50,67% de los votos afirmativos. El gran objetivo que se plantean en el entorno de Larreta es que la crisis sufrida por el oficialismo a nivel nacional no los salpique en la Capital y asegurar su reelección en primera vuelta. Buscan evitar, a toda costa, una posible segunda vuelta, especialmente tras la experiencia de 2015 en la que Larreta ganó la primera vuelta por más de 20 puntos, pero luego la definición del balotaje le otorgó la Jefatura por un estrechísimo 3,28%. El candidato con mayores posibilidades de impedir un cuarto mandato consecutivo del oficialismo es Matías Lammens (Frente de Todos), quien precisamente es el opositor que más fuerza les hizo en los últimos cuatro comicios con su 34,62%. La mayoría de las encuestas coincide en que Larreta estaría muy cercano al 50% y unos diez puntos por encima de Lammens. Pero la complejidad extra se debe a que, a diferencia de la Provincia de Buenos Aires, en este distrito la única forma de evitar el balotaje es superando ese 50% -algo que desde el año 2000, en que se implementó esta regla, nunca ha ocurrido-.

Por último, el 27 también se definirá la Gobernación de la Provincia de Catamarca, en donde Raúl Jalil del FDT cuenta con las mejores perspectivas para derrotar a Roberto Gómez de JPC –en las PASO la diferencia a favor del primero fue de 62,65% a 27,95%- y convertirse de ese modo en el sucesor de la peronista Lucía Corpacci.

Un nuevo escenario político

De confirmarse el triunfo de Alberto Fernández, el peronismo retornaría al Gobierno tras 4 años de gestión macrista el próximo 10 de diciembre. Esto supondría una novedad en la política argentina y es que, por primera vez desde 1928, un presidente no peronista culminaría su mandato –la mayor parte de ellos fueron interrumpidos por golpes de Estado encabezados por militares-.

El experimento cambiemita parece estar llegando a su fin, al menos en esta primera incursión a nivel nacional. Sin embargo, aún en la derrota, Juntos Por el Cambio -de mantenerse cohesionado tras la elección-, tendrá la oportunidad de erigirse como la primera oposición, ya que recibirá probablemente el aval de 1 de cada 3 argentinos; desde ya, un apoyo nada despreciable. Este escenario, con un nivel de polarización tan alto y en el que las 2 principales fuerzas concentrarán en torno al 80% de los votos, puede estar evidenciando que Argentina estaría entrando en una nueva fase.

[i] https://www.celag.org/paso-en-argentina-paso-el-tiempo-de-cambiemos/

[ii] http://www.sociales.uba.ar/wp-content/blogs.dir/219/files/2019/10/ENCUESTA-CABA-CETCOT-UBA.pdf

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