octubre 7, 2024

Covid-19 y los algoritmos de la miseria: 2.700 millones de trabajadores en paro total o parcial

Por Eduardo Camín-.


Desde el primer comunicado de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la pandemia ocasionada por el Covid-19 se ha acelerado aún más en términos de intensidad y ampliación de su alcance a nivel mundial, y ya se observa que las medidas de paralización total o parcial afectan a casi 2.700 millones de trabajadores, es decir a alrededor del 81 por ciento de la fuerza de trabajo mundial.

En la situación actual las empresas de diversos sectores económicos, en especial las empresas más pequeñas, se enfrentan a pérdidas catastróficas que amenazan su funcionamiento y solvencia, y en la cual millones de trabajadores están expuestos a la pérdida de ingresos y al despido.

Las consecuencias para las actividades generadoras de ingresos son especialmente graves para aquellos trabajadores de la economía informal que carecen de protección. En muchos países ya ha comenzado una contracción del empleo a una escala sin precedentes.

Para obtener un panorama más preciso de la grave realidad de la situación actual del mercado laboral, a falta de otros datos se utiliza la variación de las horas de trabajo, que refleja tanto los despidos como otras reducciones temporales del tiempo de trabajo.

Aplicando este método o algoritmos a partir del primero de abril de 2020, las nuevas estimaciones mundiales de la OIT apuntan a que en el segundo trimestre de 2020 habrá una reducción del empleo de alrededor del 6,7 por ciento, el equivalente a 195 millones de trabajadores a tiempo completo. La pandemia está teniendo un efecto catastrófico en el tiempo de trabajo y en los ingresos, a nivel mundial.

La segunda edición del Observatorio de la OIT describe al Covid-19 como “la peor crisis mundial desde la Segunda Guerra Mundial”, actualizando la primera nota de investigación de la OIT publicada el 18 de marzo. La nueva versión incluye información sectorial y regional sobre los efectos de la pandemia.

Según el nuevo estudio, 1.250 millones de personas trabajan en los sectores considerados de alto riesgo de sufrir “drásticos y devastadores” aumentos en los despidos y disminución de los salarios y horas de trabajo. Muchos de estas personas están empleados en trabajos mal remunerados, de baja calificación, donde una pérdida imprevista de ingreso tiene consecuencias devastadoras.

Los sectores más expuestos al riesgo incluyen los servicios de hospedaje y restauración, la manufactura, el comercio minorista y las actividades empresariales y administrativas.

El posible aumento del desempleo mundial durante 2020 dependerá de manera considerable de la evolución futura y de las medidas políticas que sean adoptadas. No obstante, se prevén enormes pérdidas en los distintos grupos de ingresos, en particular en los países de ingresos medios altos (siete por ciento o 100 millones de trabajadores a tiempo completo). Esto supera con creces los efectos de la crisis financiera de 2008-2009.

Recortes a gran escala están previstos en los Estados Árabes (8,1 por ciento, equivalente a cinco millones de trabajadores a tiempo completo), en Europa (7,8 por ciento, o 12 millones de trabajadores a tiempo completo) y en Asia y el Pacífico (7,2 por ciento, 125 millones de trabajadores a tiempo completo).

Existe un riesgo elevado de que para final de año la cifra sea significativamente más alta que la previsión inicial de la OIT, de 25 millones de desempleados. Más de cuatro de cada cinco personas (81 por ciento) de los 3.300 millones que conforman la fuerza de trabajo mundial están siendo afectadas por cierres totales o parciales de su lugar de trabajo.

“Los trabajadores y las empresas se enfrentan una catástrofe, tanto en las economías desarrolladas como en las que están en desarrollo”, declaró el Director General de la OIT, Guy Ryder. “Tenemos que actuar con rapidez, decisión y coordinación. Las medidas correctas y urgentes podrían hacer la diferencia entre la supervivencia y el colapso”.

A nivel regional, la proporción de trabajadores en estos sectores “en riesgo” varía de 43 por ciento en las Américas a 26 por ciento en África. Esta región en particular, tienen niveles de informalidad más altos, lo cual unido a la falta de protección social, gran densidad de población y débil capacidad, plantea a los gobiernos serios desafíos sanitarios y económicos, advierte el informe.

Los trabajadores de la economía informal

Alrededor de dos mil millones de personas trabajan de manera informal, la mayoría de ellas en países emergentes y en desarrollo. La economía informal contribuye al empleo, los ingresos y los medios de vida, y en muchos países de ingreso bajo y de ingreso mediano tiene un papel económico importante.

Sin embargo, los trabajadores de este ámbito carecen de la protección básica que los empleos del sector formal suelen ofrecer, e incluso de cobertura de seguridad social. Su situación es desfavorecida también en cuanto al acceso a los servicios de atención de la salud; en caso de enfermedad, carecen de sustitución de los ingresos.

En las zonas urbanas, muchos trabajadores informales trabajan en sectores de la economía muy expuestos a la infección por el virus, y otros se ven afectados directamente por las medidas de confinamiento, como los recicladores de desechos, los vendedores ambulantes y los camareros, los obreros de la construcción, los trabajadores del transporte y las trabajadoras y trabajadores domésticos.

La pandemia ya está afectando a millones de trabajadores informales. En la India, Nigeria y Brasil, el número de trabajadores de la economía informal afectados por la cuarentena y otras medidas de confinamiento es sustancial. En la India, donde casi el 90 por ciento de la población trabaja en la economía informal, alrededor de 400 millones de esos trabajadores corren riesgo de ver agravada su situación de pobreza durante la crisis.

Las actuales medidas de confinamiento en la India, situadas en el extremo más elevado del Índice de rigurosidad de la respuesta de los gobiernos al Covid-19 de la Universidad de Oxford, han perjudicado apreciablemente a estos trabajadores, que se han visto obligados a regresar a las zonas rurales de las que proceden.

La pandemia someterá a una presión aún mayor a los países que experimentan fragilidad, conflictos prolongados, desastres naturales recurrentes o desplazamientos forzosos. Por varios motivos, estos países están menos equipados para prepararse para el Covid-19 y responder al brote.

Por ejemplo, el acceso a los servicios básicos, en especial los de salud y saneamiento es limitado; el trabajo decente, la protección social y la seguridad en el trabajo distan mucho de ser una realidad generalizada; las instituciones son débiles y el diálogo social es deficiente o nulo.

“Esta es la mayor prueba para la cooperación internacional en más de 75 años”, afirmó Guy Ryder. “Las decisiones que tomemos hoy afectarán directamente la manera en que esta crisis evolucionará, así como la vida de miles de millones de personas”, agregó. “Con las medidas correctas podemos limitar su impacto y las heridas que dejará. Nuestro objetivo debe ser reconstruir mejor para que nuestros nuevos sistemas sean más seguros, más justos y sostenibles de los que permitieron que esta crisis ocurriera”.

El problema de la eficiencia de datos tiene que ver con una observación cotidiana. Sin embargo después de tres semanas en situación de emergencia por el Covid-19, los informes nos muestran un personal sanitario exhausto, preocupado y emocionalmente agotado, ya que muchos han contraído la enfermedad, y algunos han fallecido.

Políticas ineficaces de redistribución de trabajo de prestación de cuidados no remunerado entre mujeres y hombres, o entre las familias y el Estado, ya no son una alternativa viable o sostenible.

Algoritmos de la miseria

Galileo Galilei dijo que el universo está escrito en lenguaje matemático y los siglos posteriores le dieron la razón. Las matemáticas permiten describir con precisión la realidad, a través de ecuaciones que se ajustan a nuestras observaciones y experimentos. Las grandes teorías de la física como la teoría de la gravedad de Isaac Newton, la teoría de la relatividad de Einstein, el electromagnetismo, o la mecánica cuántica son todas teorías matemáticas escritas en ecuaciones.

Otras disciplinas, como la biología o la medicina también hacen uso rutinario de las mismas para describir y estudiar, por ejemplo, los procesos de regulación genética o la propagación de epidemias, como es el caso actual con el Covid -19.

La llegada de ordenadores o comutadoras, con su fantástica capacidad de realizar cálculos, ha abierto nuevos horizontes en el estudio matemático de la realidad. Ecuaciones y problemas antes imposibles ahora se dejan estudiar, calcular y visualizar con facilidad. De esta forma podemos simular la realidad, reproducir fenómenos reales, empujando hacia al futuro para ver su evolución.

Reproducimos para entender. El ingenio humano no descansa, pero tal vez será como afirmaba Isaac Asimov, “estamos llegando al punto en el cual los problemas que deberemos resolver serán irresolubles sin ordenadores” . Hoy, las simulaciones numéricas cumplen diferentes funciones en la investigación científica, lo que nos permite hacernos una idea bastante real de la situación en tal o cual dominio.

A modo de reflexión entre tanta inteligencia artificial, diremos lo siguiente en este algoritmo de la miseria, la pandemia ha puesto de manifiesto la importancia del trabajo de prestación de cuidados, tanto el remunerado como el no remunerado. Tal vez sea, una buena oportunidad para priorizar las inversiones en los sectores sanitario y de prestación de cuidados.

Sea como fuere, lo cierto es que nuestra habilidad para simular inteligencia en un computador, tal vez nos permite mejorar nuestra compresión de la realidad y actuar sobre ella. Pero en realidad, lo que nos mata ee el presente de un sistema deshumanizador que todo lo ve en función de su rentabilidad.


* Periodista uruguayo, acreditado en ONU-Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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