Por Verónica Navia Tejada -.
En el año de 1942, la inteligencia británica encargó al académico de la Universidad de Cambridge, Joseph MacCurdy, elaborar un estudio sobre la personalidad y condiciones psicológicas de Adolf Hitler; las conclusiones de este fueron confirmadas en 1943, cuando la entonces Oficina de Servicios Estratégicos (OSS, antecesora de la CIA), encargó al psicoanalista Henry Murray, de la Universidad de Harvard, elaborar el “perfil psicológico de Hitler”. El resultado, cuestionado por muchos, cobró importancia por haber pronosticado el suicidio del sujeto estudiado.
Algunas conclusiones revelan que Hitler tenía personalidad ególatra y con complejo de Mesías, porque se consideraba una “fuerza escogida para liderar Alemania y llevarla la victoria”; del análisis de muchos de sus discursos se vio que se consideraba a sí mismo como “una encarnación del bien, destinado a liderar a su pueblo”. Murray también concluyó que Hitler tenía dificultades para la intimidad, presuntamente por un trauma sufrido desde su niñez, al encontrar a sus progenitores en momentos de intimidad.
Pese a la imagen de fuerte personalidad, el autor del estudio concluye rasgos de sentimientos de inferioridad y autodesprecio, posiblemente producto de los malos tratos a los que era sometido por parte de su padre, por lo que desarrolló un desprecio hacia la debilidad, dirigido hacia quienes consideraba inferiores: “Esto se puede observar en sus actos de eliminación sistemática de quienes en la época eran considerados débiles, como los pacientes psiquiátricos y los discapacitados intelectuales”.
La perseverancia, que podría ser un aspecto positivo, en Hitler cobra otro significado, ya que, si bien era tenaz y obcecado en lo que se refería a sus objetivos, le costaba mucho admitir la derrota, por lo que desarrolló su carisma y una impresionante capacidad de manipulación que “despertaba pasiones entre sus tropas”, todo esto magnificado por una ensayada teatralidad, que disimuló su obsesión por el poder. Esta última lo llevó a la creación de organizaciones como la Gestapo, para mantener la obediencia de la población y la eliminación de disidentes.
Por otro lado, el estudio de Murray presenta una serie de psicopatologías asociadas al dictador, como esquizofrenia, neurosis e histeria, entre otras. Pero lo que más llamó la atención a posteriores analistas, es el diagnóstico de una homosexualidad reprimida, ya que tenía muchas debilidades, nunca hizo trabajos manuales ni practicó deportes y que de soldado era «desagradablemente sumiso». Sexualmente, Murray lo describió como un masoquista pasivo.
Nada de esto es extraño a lo que en algún momento pensamos todas y todos, inclusive quienes tenemos menos preparación especializada en psicoanálisis. Tal vez por esto, mientras leía, no podía sacar a Arturo Murillo de mi mente. Bueno, aquí les dejo el link del libro de Murray. Nos cuentan cómo les va y si les pasa lo mismo que a mí al leerlo http://hydrastg.library.cornell.edu/fedora/objects/nur:01134/datastreams/pdf/content
* Socióloga
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