marzo 18, 2024

Extractivismo, Madre Tierra y desarrollo

Por  Ernesto Jordán Peña-.


En biología, cuando se habla de desarrollo por lo general se usa este concepto para el estudio de ciencias como la embriología, ontología y hasta en evolución. “Desarrollaron el metabolismo aeróbico”, “desarrollaron la reproducción por gametos”, “desarrolló un cerebro con abundante materia gris”, son algunos ejemplos de lo que es desarrollo para la biología. Y es que la definición de “desarrollo” en biología es muy útil, aún para otras ciencias. Entender el desarrollo como “la adquisición de nuevas capacidades” permite dirigir el debate acerca de los derechos de la Madre Tierra y el desarrollo hacia una discusión mucho más constructiva que el típico debate de “desarrollo versus Naturaleza”.

Según la sabiduría ancestral de los pueblos indígena originario campesinos, ahora reflejada en nuestra legislación, la Madre Tierra es considerada un ser viviente. Como todo ser viviente puede cambiar, evolucionar y adquirir nuevas capacidades. Como habitantes de esta Madre Tierra, las sociedades y los componentes de los sistemas de vida muchas veces están detrás de estos cambios. Hoy en día hay amplia evidencia de la complementariedad de las comunidades humanas y el resto de la Naturaleza. Grandes extensiones de bosque que hasta hace poco se consideraban “vírgenes” y “prístinos” actualmente son clasificados como bosques antropógenicos, es decir, bosques que deben su origen a acciones directas o indirectas de comunidades humanas. Algunos ejemplos de esto son los bosques del este de Guatemala y occidente de Belice, relacionados a los antiguos mayas; muchos de los bosques de palmeras de la Amazonía, gracias a los usos que le dan los indígenas desde hace generaciones; y los bosques de las islas Salomón en Oceanía, que han sido fuertemente influidos por los melanesios que llegaron siglos atrás [1].

El individualismo, el modo de producción actual y el modelo de desarrollo económico en boga nos han alejado del resto de la Naturaleza. El ideal de crecimiento infinito ha llevado a un consumo insostenible de recursos al punto que la química de la atmósfera está cambiando de tal manera que las generaciones venideras no tienen un futuro asegurado. Entonces, es lógico que surja una sana preocupación respecto a la manera en que explotamos y empleamos los recursos naturales que tenemos. Esto muchas veces lleva a la ciudadanía a manifestarse y oponerse a proyectos de desarrollo. En varias ocasiones se instrumentalizó este sentimiento para criticar los proyectos desarrollistas emanados del Proceso de Cambio, como la carretera del Tipnis y los proyectos de industrialización, comparando estos con proyectos similares ejecutados durante la época neoliberal. Si tenemos en cuenta el concepto desarrollo discutido al comienzo de este artículo, entonces no habría mucha diferencia y esta crítica debería tomarse en cuenta, deteniéndose los proyectos de desarrollo. Se adquieren nuevas capacidades de extracción de recursos naturales, sin importar que estemos hablando de la época neoliberal o del Proceso de Cambio.

Sin embargo, hay que saber ubicarnos en nuestro contexto económico y político. Bolivia es un país en desarrollo, donde no todos tienen acceso a los servicios básicos, donde una buena parte del mercado laboral es informal, al día y precario, donde hay todavía muchas injusticias en cuanto al acceso a los medios de producción y los beneficios que se generan. Esto no solo a nivel individual o local, sino también a nivel internacional. Un buen ejemplo ocurre con el caso del litio, tenemos las mayores reservas del litio, ya hay una planta que extrae litio y otros recursos evaporíticos, entonces ¿por qué no quedarnos conformes con eso?

El litio es uno de los minerales más baratos del mundo (principalmente por su abundancia y todavía poca demanda), su importancia no es el mineral en sí (como pasa con el oro), sino lo que se puede hacer con este. Al transformar litio en baterías el precio se multiplica. Sin embargo, la fabricación de baterías de litio no es algo tan sencillo, por esto es necesario adquirir la tecnología necesaria para ello, y por eso está tomando tanto tiempo empezar a sentir los beneficios de esta actividad económica.

Bolivia es un país en desarrollo, porque estamos adquiriendo nuevas capacidades. A lo largo del Proceso de Cambio se ha logrado contar con un satélite de comunicaciones propio, de llevar gas a los hogares de las ciudades del país, de financiar nuestras universidades estatales con suficiente dinero, de dar mejor educación para todas y todos, de alcanzar a más personas con servicios de salud, entre muchas otras cosas que antes eran impensables. Todo esto orientado para que los bolivianos y bolivianas podamos vivir en equidad y solidaridad, soñando con eliminar mecanismos de dominación.

Para alcanzar estas capacidades (desarrollarnos) se necesita dinero y recursos, los cuales no se pueden mendigar. Lo que diferencia el “extractivismo” durante el Proceso de Cambio a lo que ocurrió en otras épocas y sucede en otros países del Sur Global es que el propósito del mismo no es engordar una cuenta bancaria en Suiza o Panamá, sino financiar y apoyar la transición hacia el Vivir Bien en armonía con la Madre Tierra. Lo que ahora toca discutir es el cómo hacerlo de la mejor manera, buscando un desarrollo armónico con la Madre Tierra, aquí está la importancia de tener profesionales con una visión integral y que tengan claro esto al momento de plantear y ejecutar proyectos de desarrollo.

No podemos dejar de utilizar nuestros propios recursos para nuestro propio beneficio, porque si fuéramos a malgastarlos como ya lo hicieron los países desarrollados, necesitaríamos otro planeta Tierra para conseguir los objetivos de desarrollo.


  • Biólogo ecosocialista, militante del Movimiento Insurgente.

1       Chazdon, R. L. (2014). Second growth: the promise of tropical forest regeneration in an age of deforestation. University of Chicago Press.

 

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