Por Arturo Huerta González -.
La salida a la presente crisis será diferenciada, debido a que los países exitosos retomarán su crecimiento, mientras el resto de países permanecerán en el estancamiento por años.
Las economías exitosas hacen uso de su moneda y están aumentando el gasto público deficitario como no se veía desde la Segunda Guerra Mundial (Estados Unidos trae un déficit fiscal del 25% del PIB) y sus bancos centrales les compran deuda pública a tasas de interés negativas o cercanas a cero, lo que les permite aumentar la inversión y demanda para retomar el crecimiento y la generación de empleo.
América Latina no ha respondido con políticas económicas similares. Si bien algunas economías han bajado su tasa de interés y han incrementado su déficit fiscal, ello no ha sido en las magnitudes suficientes para frenar la pandemia y retomar la actividad económica y la generación de empleo. Varias economías latinoamericanas instrumentan políticas de altas tasas de interés y de austeridad fiscal, que ahondan sus problemas económicos.
Los países exitosos, con los fuertes gastos e inversiones en innovación tecnológica están incrementando su productividad y capacidad productiva, lo que potenciará su crecimiento. En cambio, los países latinoamericanos que no avancen en ello, seguirán rezagándose.
Las economías de América Latina enfrentan fuertes rezagos productivos, bajo crecimiento de productividad, altos coeficientes importados, altos niveles de endeudamiento de empresas e individuos, alto desempleo y miseria, lo que ha configurado bajo crecimiento, déficit de comercio exterior y requerimientos crecientes de entrada de capitales. Ello las ha obligado a establecer políticas de alta tasa de interés y de austeridad fiscal para promover entrada de capitales, por lo que no se tiene flexibilidad para hacer frente a la pandemia y a la crisis económica.
En América Latina muchas empresas cerraron o quebraron ante la falta de apoyo gubernamental durante la crisis. A ello se suma la disminución de la inversión pública y privada, todo lo cual ha reducido la capacidad productiva, así como el crecimiento actual y potencial, por lo que menos condiciones pasarán a tener para generar empleo y absorber el desempleo perdido; y menos viabilidad tendrán para incrementar salarios y los niveles de vida de la población. Por lo que los próximos años serán de estancamiento.
La crisis no será temporal, ni se retomará la actividad económica una vez que la vacuna se generalice, mientras predomine la austeridad fiscal y las altas tasas de interés y las políticas de liberalización y desregulación de la actividad económica.
América Latina ya pasó por las reformas de privatización y extranjerización de sus economías para atraer empresas e inversiones, ello no se tradujo en mayores niveles de productividad y competitividad que les permitiera alcanzar un crecimiento sostenido. Tampoco las reformas laborales de flexibilización de la mano de obra se han traducido en mayor crecimiento de empleo, ni mejor distribución del ingreso. Continúan los problemas de desempleo y subempleo y bajos salarios y marginalidad.
Muchos empresarios y empresas no están preparadas para retomar el crecimiento, pues tuvieron que despedir trabajadores y cerrar plantas. Ya no cuentan con la capacidad productiva, ni el capital con que contaban antes de la pandemia, y menos si no cuentan con apoyo gubernamental ni créditos a bajas tasas de interés, por lo que no podrán retomar el proceso productivo una vez avanzada la vacunación, y que abran los negocios, sobre todo si no tienen expectativas de crecimiento de demanda.
Difícil será que las economías latinoamericanas alcancen pronto los niveles de actividad económica existentes antes de la pandemia, y más se alargará el período de estancamiento si no modifican la política monetaria, cambiaria y fiscal que las ha llevado a tal situación.
No cuentan con recursos y no flexibilizan su política monetaria y fiscal para encarar los problemas que enfrentan, ante el temor de romper con la ortodoxia impuesta por las calificadoras internacionales y el capital financiero. Tal situación hunde a las economías en la crisis, multiplicando la incertidumbre, la pobreza y la delincuencia.
Numerosos países en América Latina no proceden a aumentar su déficit fiscal para encarar los problemas de pandemia y la crisis económica, bajo la creencia de que ya cuentan con altos niveles de endeudamiento y no quieren caer en más deuda, que presionaría (según ellos) sobre la carga del servicio de la misma y sobre las finanzas públicas. El problema es que al no gastar para procurar mantener disciplina fiscal y no caer en más deuda, contraen la actividad económica y con ello la recaudación tributaria, por lo que siguen las presiones sobre las finanzas públicas y el monto de la deuda. Los niveles de endeudamiento existentes no deben ser limitante al mayor gasto público. Los gobiernos deben gastar en su moneda y que el banco central les compre deuda a baja tasa de interés, y al incrementarse el gasto público se reactivaría la actividad económica y con ello la recaudación tributaria, la cual crecería por arriba del nivel de la tasa de interés, lo que no significaría problema para cubrir el pago de la deuda y reducir su monto.
Un gobierno que controla su moneda y no se compromete a la convertibilidad de la misma a un tipo de cambio nominal fijo, puede gastar lo que desee en su moneda para adquirir bienes y servicios que se vendan en su moneda.
Las economías que no están instrumentando políticas monetarias y fiscales para retomar la actividad económica y vacunar a toda la población, verán postergada su recuperación, por lo que seguirán viendo contraída su actividad productiva y mermado su crecimiento potencial y de generación de empleo.
El crecimiento que alcancen las economías exitosas no irradiará como antes hacia América Latina, debido a que ante los problemas de desabasto que originó la pandemia, estarán preocupados en avanzar en el autoabasto y, por lo tanto, en la sustitución de importaciones, lo que les es además funcional para reducir el desempleo que enfrentan. Por consecuencia, las exportaciones latinoamericanas no volverán a crecer como antes y tendrán que volcar su crecimiento hacia el mercado interno, como China lo ha venido haciendo desde la crisis de 2009. Para ello tendrán que aumentar el gasto público deficitario y bajar la tasa de interés para incrementar demanda y empleo y el nivel de vida de la población.
La ayuda no vendrá de los organismos financieros internacionales ni de las grandes potencias. Cada país debe buscar su propio camino para resolver sus problemas.
- Profesor de posgtrado de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Excelente y consistente la propuesta del Dr Arturo Huerta, explica cómo es posible establecer una ruta para lograr detonar inversión, desarrollo y crecimiento y está debers será acompañada de otras iniciativas que están surgiendo en nuestra America para lograr con suspensión de deuda también obtener recursos para inversión