Por La Época-.
Las fuerzas concentradas de la derecha realizarán este domingo 10 de octubre una protesta y al día siguiente un paro nacional contra el gobierno del presidente Luis Arce. La decisión fue adoptada en una reunión realizada hace más de una semana en la ciud ad de Santa Cruz, en la que se tocaron los tambores de guerra con la misma intencionalidad e intensidad que en octubre de 2019, un mes antes del golpe de Estado.
La fecha del inicio de la protesta fue elegida, según han sostenido sus promotores, para celebrar los 39 años de recuperadas las libertades políticas y civiles conculcadas por los gobiernos militares de la seguridad nacional. Fue ciertamente un 10 de octubre que en el país se iniciaba la vigencia de la “democracia”.
Lo que olvidan deliberadamente las fuerzas de la democracia, mucho más los medios de comunicación concentrados, es que ese 10 de octubre de 1982 retornaba la democracia a Bolivia a través del gobierno de la reformista UDP, encabezada por el presidente Hernán Siles Suazo, a quien los banqueros, agroindustriales, mineros medianos y políticos de los partidos de la derecha le hicieron la vida imposible desde el primer día. Los empresarios alentaban los paros de los trabajadores (¡quien lo creyera!) y tras montarse en una crisis hiperinflacionaria, de la que también eran responsables por sus acciones de boicot, tumbaron al presidente democrático al forzar la convocatoria a elecciones generales un año antes.
Entonces, hipocresía es la que tiene la derecha al hablar de celebración de los 39 años de democracia. En primer lugar, fueron parte de los gobiernos militares de la seguridad nacional y, ante el repliegue a sus cuarteles ordenado por Estados Unidos desde fines de la década del 70, la apertura democrática que soñaban hubiese sido mucho más restringida de lo que realmente fue si no mediaba la resistencia popular. Es decir, como sostuviera el líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, asesinado en el golpe militar de 1980, las clases dominantes tienen una manera de ingresar al gobierno, el golpe de Estado, y una manera de salir de ellas: las elecciones.
En segundo lugar, la democracia a la que aspiran retornar este amplio frente de derechas es la democracia pactada en la que todo estaba bien y funcionaba de maravillas mientras las grandes mayorías quedaran al margen de la participación política y que cuando lo hicieran fuese sin alternativa política propia y solo respaldando con su voto a cualquier partido de la derecha. Ese es el ideal democrático de los que se creen destinados a gobernar.
En tercer lugar, hay hipocresía de parte de toda esa derecha pues reclaman una independencia de poderes que nunca existió. Lo que hubo entre 1985 y 2005 es una “repartición corrupta de los poderes” entre los partidos que conformaban la democracia de pactos y que se cuoteaban los centros institucionales del poder ya que ninguno de ellos alcanzaba siquiera el 40% de la votación.
La democracia se acaba para las élites el momento en que “los de abajo” rompen la barrera de la gobernabilidad, es decir, cuando se asumen como sujetos políticos y se organizan para participar en la política como fuerza social autónoma e independiente de los partidos de derecha.
Entonces, ¿qué democracia celebra la derecha este 10 de octubre? Es la democracia de “los de arriba”, la que le cierra el espacio a la participación organizada a “los de abajo” y la que no acepta que un gobierno popular al que siempre calificarán, como muestra la historia latinoamericana, de “tendencia autoritaria”.
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