
Por Luis Oporto Ordóñez *-.
El director del CCP, Edson Hurtado, impulsa las itinerancias culturales, con el objetivo de integrar a las provincias a la actividad cultural que irradia esta institución dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia. El destino de su primera experiencia nos llevó a la histórica población de La Higuera y la pujante ciudad intermedia de Vallegrande, donde fue asesinado el comandante de América, Ernesto Che Guevara, y su cadáver expuesto y sepultado en una fosa común, respectivamente.
El viaje a Vallegrande desde Santa Cruz de la Sierra demora normalmente cuatro horas. Sin embargo, por las obras de reconstrucción y asfaltado de la carretera nos tomó siete. Desde Vallegrande se emprende una travesía de tres horas a La Higuera, por un tramo de tierra que atraviesa un sector brumoso, hasta llegar a la población de Pucara, de 700 habitantes, y alcanzar el destino esperado, La Higuera, donde moran alrededor de 100 personas.
Un parque que lleva al centro la célebre estrella que ostentó el guerrillero cubano-argentino, y un inmenso monumento de su recia figura, domina el lugar. Cerca se encuentra la remozada escuelita de La Higuera, que los habitantes convirtieron en el Museo Comunal “La Higuera”, donde se muestran fotografías de la guerrilla, recortes de prensa de diversa procedencia, la biografía del Che Guevara, mapas que muestran su paso por Bolivia y la famosa Ruta del Che, una silla, pupitres y el marco y puerta original que en 1967 resguardaba aquel recinto educativo. Sobre ella cuelga lo que parece un uniforme guerrillero. Todo resquicio posible fue empleado para insertar información sobre las últimas horas del Che, el fatídico 9 de octubre, cuando alcanzó la gloria, a despecho de sus verdugos, los autores intelectuales, que ordenaron su asesinato a mansalva, que deseaban sepultar sus restos y su epopeya. Al interior del pequeño museo se ha dispuesto amplia información sobre el vía crucis al que fue sometido el célebre guerrillero.
El Che fue herido en el combate de la Quebrada del Churo, por una patrulla Ranger del Ejército boliviano adiestrada por asesores norteamericanos, el 8 de octubre de 1967. Desde allí fue trasladado a la escuelita de La Higuera, donde fue interrogado por el agente de la CIA Félix Rodríguez.
La llave del museo es custodiada por el pueblo y rota de familia en familia, por turno. El sábado 16 de octubre, día de nuestra visita, era el turno de la señora Guadalupe Reinaga. Ella afirma que hace 54 años la escuela fue cerrada durante una semana por el acontecimiento militar. ¿De dónde obtuvo esa información, dado que en esa época ella tenía apenas dos años de edad? Sin duda, viene de la tradición oral. Ella continúa su relato: “Posteriormente, cuando regresaron a pasar clases al recinto, la profesora y los niños de entonces sentían una ‘sensación extraña’. Con el tiempo se sumaron los comentarios y el miedo por la muerte ocurrida y se decidió cerrar la escuela y buscar otro espacio para estudiar”. En efecto, existe una escuela moderna en las inmediaciones. Guadalupe, en el tiempo que custodia la llave del museo, presta su servicio de guía del mismo. De manera natural cuenta sobre el tiempo que el Che y sus camaradas estuvieron en cautiverio hasta su muerte.
Tal como lo hacen los habitantes del pueblo, Guadalupe comparte de manera oral, de generación en generación, la épica historia. Afirma que su padre fue preso por el Ejército boliviano, por ser considerado sospechoso. En realidad todos los campesinos fueron objeto de interrogatorio por el Ejército. También relata que es sobrina de la pastora de menuda contextura Virgilia Cabrita, a quien el Che nombró en su diario, cuando escribió por última vez: “OCTUBRE 7. Se cumplieron los 11 meses de nuestra inauguración guerrillera sin complicaciones, bucólicamente; hasta las 12-30 horas en que una vieja (…) entró en el cañón (…) y hubo que apresarla (…) A las 17:30, Inti, Aniceto y Pablito fueron a casa de la vieja que tiene una hija postrada y una medio enana (…)”.
El alto mando militar fraguó la historia del deceso del Che para aparentar que murió en combate. La tramoya no duró mucho. El propio agente de la CIA Félix Rodríguez relató en una entrevista concedida a Jay Martínez, el 19 de agosto de 2005: “Me dirigí al sargento Terán (…). Le dije: «Sargento, hay instrucciones de su Gobierno de eliminar al prisionero. No le tire de aquí para arriba (…) pues se supone que este hombre haya muerto en combate». Era aproximadamente la una de la tarde de Bolivia”.
A poca distancia de la escuelita se encuentra una explanada donde se erige imponente un inmenso busto de Ernesto Che Guevara, convertido en lugar de peregrinación. En seguida, está la Casa del Telegrafista, otro lugar histórico pues desde este recinto se denunció en clave morse la presencia de los guerrilleros en la zona.
El agente de la CIA fotografió el Diario del Che (requisado de su mochila), en el patio de la oficina de telégrafos. Para ese fin eligió una gran losa plana, sobre la que desplegó el Diario; primero el cuaderno rojo con anillado metálico, luego la agenda alemana. Concluida la misión, resguardó el invaluable microfilm para remitirlo a sus jefes en Estados Unidos.
Jean Lebras, un fotógrafo francés, reside en La Higuera desde 2003. Compró y convirtió la Casa del Telegrafista en un hotel-boutique, donde instaló cabañas, un bar-comedor de diario, una cocina donde se hornea pan campesino, meriendas y postres. Varios objetos adornan las paredes y atraen el interés del visitante.
Jean relata: “Por aquí han pasado historiadores, investigadores, políticos, jefes de Estado, artistas, etc., gente muy conocida que viene a ver este lugar”. En todos estos años él ha explorado incansables veces los lugares nombrados por la historia como la Quebrada del Churo, La Higuera entera, pudiendo precisar el centímetro cuadrado exacto donde sucedieron los hechos. La travesía demora cuatro días, tiempo en el cual los visitantes deben pernoctar a campo traviesa.
La Higuera se ha convertido en un memorial que atrapó la historia del comandante de América y la evoca a cada visitante que llega hasta allá. Hasta hoy sigue siendo un privilegio, debido a la falta de transporte público, con excepción del 8 y 9 de octubre, época en la que se organizan excursiones masivas.
- Historiador y archivista.
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