Por Esteban Ticona Alejo *-.
El Taller de Historia Oral Andina (THOA), fundado el 13 de noviembre de 1983, cumplió 38 años de vida. Es una institución conformada por profesionales aymaras, quechuas, aunque no exclusivamente. Sus orígenes se remontan a las aulas de la carrera de Sociología de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) en la ciudad de La Paz, en los primeros años de la década del 80.
No es la primera institución de profesionales indígenas, pero sí es la principal comunidad académica que cuestionó formas de conocimiento occidental y apostó por la revalorización de otras formas de discernimiento, basada en las memorias y oralidades ancestrales. Esta propuesta no pudo ser comprendida en un espacio de la UMSA, donde prevalecía –y aún continúa– la excesiva occidentalización del conocimiento cientificista y el rechazo sutil a otras formas de comprensión y cientificidad. Razón fundamental para desprenderse del espacio académico tradicional y conservador, para abrazar y/o retornar a los ayllus y comunidades ancestrales andinas.
En sus 38 años el THOA atravesó por varias situaciones, desde crisis internas y ataques externos. Pero, lo más importante, supo mantenerse de no convertirse en una Organización No Gubernamental (ONG) y no ser sucursal de financiadores de todo lastre. Varios investigadores han escrito la historia del THOA y ojalá en algún momento se puedan publicar, para mejor conocimiento de los interesados.
¿Cuáles son los aportes fundamentales del THOA? Sin lugar a dudas, son los más descolonizadores e innovadores en la metodología de la investigación en ciencias sociales y humanas, haciendo de la oralidad como uno de los espacios para la comprensión de la dinámica societal. Sus investigaciones bilingües, aymara-castellano y quechua-castellano, acompañados de trabajos de campo no como la búsqueda del otro, sino el del reencuentro, le han permitido una dinámica particular a sus investigaciones publicadas.
La primera publicación fue El indio Santos Marka T’ula, cacique principal de los ayllus de Qallapa y apoderado general de las comunidades originarias de la República, 1984. Es también la historia de la fundación del THOA, en un folleto de 50 páginas, que recoge la historia de vida de Santos Marka T’ula, aquel comunario de Ch’uxña-Ilata de la provincia G. Villarroel en el departamento de La Paz. Gran parte de su vida la dedicó a luchar contra las haciendas, apostando por la restitución y el respeto a las comunidades ancestrales del país. Marka T’ula fue encarcelado en muchas ocasiones con otras autoridades como Faustino Llanque, Rufino Willka y otros, por reclamar los derechos más elementales de los habitantes ancestrales del país. Murió de manera misteriosa en un hospital de la ciudad de La Paz el 13 de noviembre de 1939, nunca fue esclarecido su caso. La familia de Marka T’ula está convencida que fue asesinado por los médicos que lo atendieron.
La fecha de la desaparición física dio vida al THOA, para seguir en esa misma senda, pero con otros métodos de lucha. Hoy el THOA no solo está conformado por la primera y segunda generación, sino ya por la tercera, donde jóvenes entusiastas apuestan por continuar el thakhi iniciado hace 38 años, con temáticas como la alimentación ancestral, la espiritualidad y el derecho al agua, entre otras. En esta nueva generación están personas del Perú y Japón, entre otro/as. Además, el THOA se ha internacionalizado en su aporte y hoy es muy bien acogido no solo por académicos/as extranjeros, sino también por movimientos indígenas, es el caso ecuatoriano como un ejemplo concreto.
Hace pocas horas celebramos con invitados nacionales e internacionales. Los participantes de México, Chile, Ecuador, Perú y Estados Unidos propusieron que el THOA sea el kurmi o el arcoíris que origine Thoas en el gran Abya Yala y ojalá se pueda avanzar en ese horizonte. No estamos lejos de esta idea amplia, cuando Santos Marka T’ula buscó documentos coloniales en archivos de Argentina y Perú y comprendió que nosotros no solo estamos situados en Bolivia, sino en el continente.
Rendimos nuestro homenaje a los que nos dejaron en este camino, como Roberto Santos, Ramón Conde, Ruth Flores y Demetrio Marca. THOA sutinixa ma jach’a sarnaqawi. Jach’a thakhiwa, achachilanakasan, awichanakasan amtapampi ch’amanchatawa. ¡Jallalla Thoa!
* Sociólogo y antropólogo.
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