Por La Época -.
A pesar de que los grandes medios de comunicación, particularmente a los que se les conoce por su acérrima posición anti-gubernamental y su radical rechazo al Proceso de Cambio, tratan de invisibilizar la multitudinaria “Marcha por la Patria” o tergiversar su alcance, lo cierto es que la coyuntura política está marcada por la retoma de la iniciativa indígena y popular.
Las centenares de miles de personas que participan de la marcha, que se inició en la mañana del martes 23 de noviembre en la localidad orureña de Caracollo y que tiene previsto llegar este lunes a la ciudad de La Paz, no aparecen en las noticias de esos medios de comunicación que ya han echado al basurero, desde hace mucho tiempo, todo principio deontológico. De la marcha solo se informa, con ribetes de escándalo, el saludo presencial que hicieron los embajadores de Argentina y Nicaragua en la movilización. Lo central de la marcha no se aborda ni siquiera para criticarlo. Así, estos medios de comunicación se esfuerzan por construir otra realidad que no existe. Hace pocas semanas dibujaron un paro cívico regional como nacional.
En franca sintonía con la desinformación como estrategia de desestabilización están las apariciones públicas y poco atinadas del alcalde de la ciudad de La Paz, Iván Arias, quien ha convocado de forma irresponsable a sus seguidores a recibir a los marchistas con pañuelos blancos, como si los hombres y las mujeres humildes que se movilizan en defensa de la democracia y el gobierno popular estuvieran viniendo a la sede de gobierno con planes de violencia. Una provocación innecesaria del titular municipal.
Pero la movilización de las miles y miles de personas es mucho más poderosa que la deliberada política comunicacional de la derecha. Siempre lo ha sido antes y durante el gobierno del presidente Evo Morales y ahora en la presidencia de Luis Arce. Es verdad que hay momentos en los que los movimientos sociales pierden de vista una constatación histórica: cuando la democracia es vista como autodeterminación, es decir capacidad de organización y movilización, no hay aparato ideológico que le prive de su condición de sujeto histórico.
El intento de desestabilizar al presidente Luis Arce con un paro indefinido que terminó derrotando a sus impulsores ya es parte de los pasivos de la derecha. Ahora, en un tiempo distinto, el protagonismo está de lado del pueblo. Del carácter patriótico de la marcha no hay la plena duda y nuevamente las clases populares alzan en alto los intereses de la patria y develan la naturaleza reaccionaria de las clases extranjeras como decía Zavaleta, no tanto por su origen sino por su modo de pensar la vida, el territorio y el Estado.
El pueblo está movilizado para enviar una señal contundente a los actores del golpe de Estado de noviembre de 2019: eso no volverá a ocurrir, aunque hay que reconocer que los movimientos sociales, sobre todo rurales, demoran mucho en reaccionar y de eso saca ventaja la derecha. El peligro de interrumpir la continuidad democrática es real y el pueblo debe prepararse para derrotar a sus actores.
Deja un comentario