Por Ariel Bernardo Ibañez-Choque * -.
“He visto al espíritu del mundo, montado a caballo”, escribió el filósofo Hegel en 1806 fascinado por el victorioso ingreso de Napoleón en la ciudad alemana de Jena. Marx, crítico de aquel, quizá hubiera escrito el pasado 29 de noviembre: “He visto al sujeto revolucionario, marchando en millones”, emocionado por el ingreso triunfante de la Marcha por la Patria del bloque nacional-popular en la ciudad de La Paz.
En efecto, para Hegel el espíritu absoluto era la fuerza metafísica de la razón universal cuya emancipación final se realizaría en la civilización occidental como el fin de la historia. Esta filosofía de la historia del idealismo alemán fue criticada por Marx en la medida que el motor de la historia es la lucha de clases y no una razón metafísica. La filosofía de la historia en Marx converge al triunfo de la clase obrera. En ese sentido, la Marcha por la Patria fue un episodio victorioso en la acumulación histórica del bloque nacional-popular en el largo proceso de las luchas sociales en Bolivia.
¿Quién es el sujeto revolucionario en Bolivia? Son los marchistas: obreros, colonizadores, campesinos, mineros, indígenas de tierras altas y tierras bajas, cooperativistas, clases urbanas marginadas, mujeres originarias, organizaciones sociales e instrumento político. En otras palabras, el sujeto revolucionario es lo que Zavaleta denominó como el bloque nacional-popular. Este bloque como fuerza productiva tiene dos dimensiones fundamentales en su acumulación histórica: 1) La práctica organizativa de lucha; y 2) La producción teórica e ideológica que dan unidad al bloque nacional-popular.
En la dimensión organizativa la Marcha por la Patria ha reafirmado la vocación democrática del bloque nacional-popular como movilización de masas; las calles son del pueblo. La democracia popular es la síntesis de la movilización social en el voto, por esto entre las consignas de los marchistas estuvo la defensa de la recuperación de la democracia y del voto popular (55%). Además, una de las adquisiciones fundamentales para la acumulación histórica del bloque nacional-popular, luego de la unidad obrero-campesina para la recuperación de la democracia de los 80, fue el instrumento político. El instrumento político está contenido dialécticamente en el bloque nacional-popular. De esta forma, la Marcha por la Patria fue, a su vez, una marcha en defensa del instrumento político y del gobierno constitucional. Ambas, la defensa de la democracia y del gobierno constitucional, suman una derrota aplastante en la lucha de clases para el bloque oligárquico golpista.
No hay duda que mientras el bloque nacional-popular reafirma la recuperación y la defensa de la democracia, el bloque oligárquico se aferra con más fuerza de las prácticas antidemocráticas.
La dimensión organizativa no es ajena a la dimensión humana, en realidad el bloque nacional-popular es un metabolismo social. Producto del golpe de Estado de 2019 la vocación democrática como movilización de masas fue criminalizada y se produjeron 36 asesinatos. Lamentablemente esta es una historia recursiva cuando el péndulo de la lucha de clases es arrebatado por la oligarquía fascista. En ese sentido, el pedido de justicia ante las masacres por parte de los marchistas es un pedido histórico de justicia social. La Marcha por la Patria ha dejado en claro para Bolivia y el mundo que la lucha por la justicia es inclaudicable.
En la dimensión ideológica quizá lo más sustantivo de la Marcha por la Patria ha sido la adquisición katarista del bloque nacional-popular: “Volvimos y somos millones” –repetían todos–. El sujeto revolucionario es el movimiento de la época, la marcha ha demostrado que el movimiento de la época es katarista. De hecho, Zavaleta ya había entendido que Katari no era un hombre, ni un cúmulo de hombres, era la síntesis del movimiento de la época, es decir, le pertenecía al pueblo. Siendo así, la adquisición katarista de la ideología del bloque nacional-popular refuerza la unidad del bloque que no ha negado su cualidad proletaria, socialista y antiimperialista, pero ha reconocido en el katarismo la sustancia más profunda del sujeto revolucionario en Bolivia. El katarismo es un vasto horizonte de posibilidad para el bloque nacional-popular como fuerza productiva de la historia.
En la dimensión teórica la Marcha por la Patria ha reafirmado la defensa del modelo económico como teoría social auténtica emergente del bloque nacional-popular. El periodo del gobierno de facto no ha demostrado sino el anquilosamiento del bloque oligárquico golpista en el ya obsoleto modelo neoliberal. La oligarquía no ha podido producir una teoría social propia y auténtica porque jamás ha culminado, ni tiene intención de emprender, el proceso de formación de una auténtica burguesía nacional. La ideología colonial y precapitalista de las élites de Bolivia ha procurado su ceguera histórica y su miseria intelectual. En efecto, lo que la élite agroindustrial del Oriente denomina modelo económico, en realidad es un modelo de negocios, al modelo económico le precede la teoría social para ellos inexistente. El modelo económico del bloque nacional-popular suma a la teoría y praxis social de los movimientos emancipadores por la igualdad del mundo entero. La Marcha por la Patria ha salido en defensa de los pilares del modelo económico: la nacionalización e industrialización de los recursos naturales, la redistribución de la riqueza y el crecimiento económico sostenido.
Estos son los elementos cruciales para discutir este episodio de la lucha de clases que ha ganado aplastantemente el bloque nacional-popular, y no las absurdas elucubraciones de economistas como Gonzalo Chávez que solo quieren probar sus dotes aritméticos carentes de todo contenido analítico.
Finalmente, la Marcha por la Patria ha dejado en claro que la movilización social como defensa de la democracia, del gobierno constitucional, de la justicia y de la economía no ha culminado; el bloque nacional-popular se encuentra en vigilia y estado de emergencia. Las élites y los opinólogos de Santa Cruz se han quedado fríos ante el anuncio de la marcha hacia el Oriente y la nacionalización de las industrias. Sin embargo, estos miedos son infundados. En realidad, las élites del Oriente serán sus propios sepulteros si persisten en acciones antidemocráticas y en la agudización de las desigualdades. El bloque oligárquico debiera sumarse al tren de la burguesía mundial y reconocer su histórica deuda social para no atentar contra su propia subsistencia de clase. El mundo hoy, incluidos los mega millonarios, ha reconocido que no hay sistema que perdure sobre la base de la desigualdad del capital, la riqueza y la tierra; la igualdad es de necesidad universal.
- Crítico de la economía y sociedad capitalista.
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