
Por Gonzalo Zambrana * -.
Desde nuestra perspectiva ecosocialista comunitaria la defensa de la Madre Tierra es parte de la construcción del socialismo comunitario y por tanto responde a las contradicciones del sistema capitalista. Entonces se debe entender que la crisis ambiental es parte del agotamiento del capitalismo y que hoy se manifiesta en un modelo de consumo insostenible para la sobrevivencia humana.
Economía política de la conservación
Bajo el modo de producción capitalista la Madre Tierra es una forma de capital, orientada a la ganancia y la acumulación privada. En su fase imperialista financiera el capitalismo corporativo promete llevar bienestar a todo el planeta, pero en realidad accede “competitivamente” a medios de producción de bajo costo, dejando a su paso pobreza y daño a la Madre Tierra.
La distribución geográfica de los derechos de acceso a los componentes de la Madre Tierra, promovida por el capital corporativo a través de los Estados, ha generado también una distribución de los roles para este acceso. Mientras Occidente ha logrado un elevado desarrollo de sus fuerzas productivas a costa del deterioro de la Madre Tierra, los países “en desarrollo” enfrentan la necesidad de superar sus problemas a través de un desarrollo en armonía con la Madre Tierra, en medio de restricciones ambientales y cambio climático.
La expresión imperialista corporativa, influida fuertemente por intereses financieros e industrial-militares, ha definido una serie de directrices sobre el acceso a los componentes de la Madre Tierra, situando estas definiciones en los escenarios geopolíticos globales donde algunos países han determinado derechos extraterritoriales sobre los recursos de todo el planeta; esto se ha mostrado en las cruentas intervenciones imperialistas en el Medio Oriente y otras regiones en busca del control de los hidrocarburos. Y, en relación a los recursos no renovables, se conocen una serie de decisiones geopolíticas imperialistas respecto a la Amazonia, a la biodiversidad y los recursos hídricos de nuestra Región. Esa es la explicación de las millonarias ayudas para la gestión de áreas protegidas canalizadas por Usaid, NED, etcétera, a través de ONGs “ambientalistas”, incorporando a los indígenas con propósitos utilitarios.
La ideología sobre conservación y desarrollo
Desde la teoría del conocimiento afirmamos que los fenómenos ecosociales, por su carácter multisémico, pueden tener tantas interpretaciones como los colores del cristal ideológico con que se los mire. Razón por la que debe quedar claro que no existen posiciones ideológicas neutras en favor o en contra de la defensa de la Madre Tierra, en tanto todas las posiciones expresan una afinidad política y/o partidista. Lamentablemente estos temas están siendo apropiados por las posiciones conservadoras y fascistas para utilizar la sensibilidad de las multitudes e invisibilizar las verdaderas contradicciones del sistema capitalista, en esa suerte de caballo de Troya neoliberal del que nos habla Daniel Bernabé. Por eso no es causal encontrar militantes de derecha que se han convertido en furibundos defensores de áreas protegidas o de los pueblos indígenas.
En este contexto, en los últimos días ha habido un debate público en Bolivia sobre la actividad extractiva en áreas protegidas, y no han faltado los defensores fanáticos de la intangibilidad de las mismas. Lamentablemente esta intangibilidad no tiene sustento cuando recordamos que la definición del tamaño, la delimitación y la zonificación de las actuales áreas protegidas data de hace 20 años y ha tenido como variable fundamental la protección de zonas en mejor estado de conservación. Hoy día la dinámica territorial y los criterios para la definición de áreas y magnitudes de relevancia para la conservación de la biodiversidad se han desarrollado ampliamente y ahora se debe considerar el estado integral de los sistemas de vida de la Madre Tierra.
En efecto, en la relación entre áreas protegidas y proyectos de desarrollo o industrias extractivas no se puede efectuar una priorización excluyente de aplicación general, sino que se debe decidir en función de las particularidades de cada área protegida, lo que quiere decir que no existe el dilema apocalíptico entre la conservación en las actuales áreas protegidas y proyectos sociales o productivos, incluso extractivos; esto depende de cada caso.
Responsabilidad del Estado para la atención de las necesidades de las comunidades
Uno de los argumentos de “defensa” utilitaria de los derechos indígenas que con más fuerza ha sido utilizado por el ambientalismo neoliberal es aquel que afirma que “los indígenas defienden sus territorios porque viven en maravillosa armonía con la naturaleza y no necesitan que nadie les lleve ningún desarrollo”.
En investigaciones de John Rawls y Amartya Sen se ha establecido que cuando existen segmentos de la sociedad que se encuentran en un estado de pobreza y limitaciones crónicas en sus capacidades de acceso a los satisfactores de sus necesidades básicas, sus expectativas son reducidas porque están relacionadas directamente con su estado de pobreza. Abusando de este estado de situación de algunas comunidades indígenas, ciertas ONGs han hecho un nocivo trabajo de ideologización, haciéndoles abandonar sus derechos y admitir que su pobreza es normal y está subalternizada a su rol de “guardianes” de la diversidad biológica. Ante ello, el Estado no puede permitir que poblaciones indígenas de áreas protegidas tengan elevados indicadores de mortalidad infantil, desnutrición, analfabetismo, con la distorsionada máscara del respeto cultural.
Se debe revertir urgentemente la ideologización colonialista que, a manos de ONGs, han sufrido algunas comunidades indígenas, desacoplando sus derechos no solo de sobrevivencia, sino de desarrollo armónico con la Madre Tierra, de los supuestos objetivos de conservación de la biodiversidad, que les han inducido como límites a sus derechos.
Es en este marco que proponemos profundizar la reflexión sobre el cuidado de la Madre Tierra, sin perder de vista que el planteamiento de los derechos de la misma debe situarse en el debate de la construcción del socialismo comunitario, vía para un desarrollo con justicia social y ecológico, frente a la destrucción impuesta por el capitalismo en su fase neoliberal.
- Ecosocialista comunitario y militante del Proceso de Cambio.
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