junio 17, 2025

Colombia habilita expectativas de cambio

Por Julio C. Gambina *-.


El triunfo de la fórmula del Pacto Histórico, integrada por Gustavo Petro y Francia Márquez, en las recientes elecciones presidenciales de Colombia, habilita expectativas esperanzadas de cambios en ese país y en la región latinoamericana y caribeña. Un final reñido supuso el 50,44% logrado con más de 11 millones 281 mil de votos, lo que pone de manifiesto una amplia voluntad de cambio. Claro que también deben considerarse los 10 millones 580 mil que votaron, para un 47,31%, al derechista Rodolfo Hernández. Ganó la propuesta por el cambio de rumbo, pero vale registrar el contrapeso de la continuidad, sobre todo con las características reaccionarias del opositor derrotado electoralmente.

La primera consideración es que los que siempre ganaron ahora perdieron, y con ello se abre un nuevo tiempo para Colombia, territorio privilegiado de la expresión de la política exterior estadounidense en América Latina y el Caribe. De ahí las expectativas esperanzadas en territorio colombiano y en toda la Región, que siente que el mapa político se aleja de las pretensiones del ajado Club de Lima, integrado por las derechas derrotadas en comicios en México, Perú, Chile, Argentina, y probablemente pronto en Brasil.

Resulta prematuro definir el rumbo de Colombia, incluso de esta parte del continente, pero queda claro que existe una crítica social a los procesos liberalizadores encarnados por las derechas, lo que confirma procesos de búsqueda de alternativas desde los pueblos. Son alternativas ante políticas que, en el marco de las crisis contemporáneas del capitalismo –agravadas por la pandemia y la guerra en Europa–, auguran problemas sociales de envergadura, de la mano de la suba de los precios, la baja de los ingresos populares, el crecimiento del endeudamiento, la pérdida del empleo regular y el alza de la pobreza, la indigencia y la desigualdad.

Colombia sufre las consecuencias económicas de la coyuntura, tal como se puede verificar en la evolución de sus cuentas públicas [1], con una inflación cercana al 10%, una tasa de desempleo sobre el 11%, niveles de endeudamiento en ascenso –en torno al 65% del PIB– y una fuerte asociación al capitalismo criminal del delito concentrado en las drogas. La financiarización y la especulación junto al delito económico hacen a la norma del país por décadas, por lo que los cambios que pueden imaginarse transitan la crítica al orden vigente y las esperanzas de soluciones a las demandas insatisfechas de los sectores más desprotegidos de la economía local. El perfil de la vicepresidenta electa y su tradición de lucha desde el feminismo y la confrontación a la discriminación diversa suma a las expectativas de profundas transformaciones.

La apuesta por el capitalismo

No sorprende la crítica de Gustavo Petro al orden económico vigente y generan discusión sus anuncios, definiendo una orientación por el capitalismo asentado en la recuperación de la producción local, industrial y agrícola, alejando la lógica de la financiarización y el delito. Hay un gran interrogante al respecto, especialmente en tiempos de transnacionalización del capital e internacionalización de la producción. ¿Es posible un desarrollo capitalista al margen de la lógica de acumulación contemporánea?

Vale señalar que a comienzos del siglo XXI y en el contexto del cambio político regional hubo recreación de discursos afines a la “recuperación del capitalismo nacional”, o del “capitalismo andino”, sustentando concepciones “neodesarrollistas”, de un “capitalismo productivo”, en un intento por recuperar el programa de la industrialización de los años 40 a 70 en la región latinoamericana y caribeña. Aún se discute el balance de los gobiernos que asumieron esa perspectiva de desarrollo en la primera década del siglo XXI, del mismo modo que se sostiene un debate sobre las alternativas anticapitalistas, especialmente con las sanciones unilaterales de los Estados Unidos y sus aliados occidentales a los países que asumen la perspectiva socialista.

En rigor, es parte de un mensaje instalado mundialmente, de crítica al neoliberalismo y de recuperación de una lógica de “nuevo acuerdo”, que recupere tiempos pasados de Estado de Bienestar, cuya lógica era posible ante la bipolaridad del orden mundial entre 1945 y 1990-1991. La reforma energética que enuncia Petro se inscribe en esta lógica en el marco del calentamiento global y un imaginario de transición energética. Está claro que la experiencia a desarrollar desde Colombia animará el debate alrededor de los cambios posibles o no, en el contexto del capitalismo. Es un campo de experimentación social que exigirá estudio para enunciar síntesis teóricas en la perspectiva de la lucha en contra y más allá del capitalismo.

Más allá del modelo de desarrollo imaginado y posible, lo cierto es que las expectativas están centradas en mejoras en la distribución del ingreso y en cierto límite al proceso liberalizador y de apertura orientado por las políticas “neoliberales” y el rumbo del Consenso de Washington desde los 90 del siglo pasado. El matiz del discurso de Petro respecto de otros gobiernos similares de la Región es su crítica al “extractivismo”, especialmente en el cambio de la matriz energética asentada en hidrocarburos (petróleo y carbón). Habrá que seguir muy de cerca qué pasos puedan darse en ese sentido, ya que el propio presidente electo anuncia que se trata de medidas de largo aliento, que superan su propia gestión.

Las propuestas de campaña se fueron licuando ante la necesaria ampliación del consenso electoral, pero, de todas maneras, en el mensaje de Petro figuran la orientación productivista sobre la base de la recuperación de la industria local y el estímulo a la producción alimentaria, sin imaginar cambios sustanciales en la propiedad de los medios de producción. Quizá inspirado en los cambios constitucionales de Bolivia se pregona una “economía plural”, para el estímulo de actividad económica “popular” entre comunidades rurales, pequeños agricultores y campesinos, indígenas y sectores afrodescendientes. El fomento al turismo local aparece entre las prioridades del estímulo a la recuperación económica del país.

Es una incógnita la base material de esos cambios, con el condicionante de la deuda pública acrecentada y un importante déficit fiscal; más cuando se pregona una lógica de equilibrio en las cuentas macroeconómicas.

Hay compromiso por una reforma tributaria que se concentre en la recaudación de un núcleo reducido de grandes fortunas, casi cuatro mil contribuyentes que podrían aportar unos 12 mil millones de dólares anuales. Es algo que tiene sintonía con las sugerencias emanadas en las recientes reuniones del Foro Económico Mundial (FMI), e incluso con propuestas del gobierno estadounidense que están debate en varios países, ante el crecimiento de la desigualdad de ingresos y riquezas.

En el mismo sentido se propagandeó el cambio del régimen de pensiones y jubilaciones, que hoy combina un segmento solidario con otro de capitalización individual. El privilegio será en avanzar con mayor solidaridad, a contramano de las reformas estructurales que orientan los organismos internacionales y que empujan los capitales más concentrados, quienes intentan defender la rentabilidad de las inversiones.

Los cambios en la salud también pueden orientar el rumbo económico de la futura gestión en Colombia, desarmando una lógica de financiarización del área por otra asentada en derechos.

Resulta clave la inserción internacional de Colombia, por eso existen interrogantes sobre el vínculo histórico con los Estados Unidos. Se habla de modificar los tratados de libre comercio y una búsqueda de nuevos impulsos de integración en la región latinoamericana y caribeña.

Lo que viene

En rigor, las expectativas sociales por el cambio se asientan en el primer paso desplegado: el triunfo electoral. Ahora viene la asunción del Gobierno, las designaciones de “gabinete ministerial”, que definirán los rumbos concretos; y claro, como siempre, todo se medirá en el consenso social más allá de las elecciones, en la capacidad de presión del movimiento popular para asegurar un rumbo de cambios profundos en beneficio de los postergados de siempre.


  • Economista.

1           Banco de la República. Colombia. Estadísticas Económicas, en: https://totoro.banrep.gov.co/estadisticas-economicas/

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