Por Adolfo Mena Gonzales-.
“Los fascistas del futuro no van a tener aquel estereotipo de Hitler o de Mussolini. No van a tener aquel gesto de duro militar. Van a ser hombres hablando de todo aquello que la mayoría quiere oír. Sobre bondad, familia, buenas costumbres, religión y ética. En esa hora va a surgir el nuevo demonio, y tan pocos van a percibir que la historia se está repitiendo”. Esta frase algunos la atribuyen a José Saramago y otros desmienten sobre que él sea el autor, lo que sí es verdad es que es muy vigente y está trascendiendo a todos los lugares en los cuales los bloques progresistas están ganando espacios y por ende los rostros del fascismo irán asumiendo posturas y posiciones como las señaladas.
En 2019 entraron con la Biblia al Palacio, después que desde 2009 se aprobara una Constitución que reconocía a la población excluida, olvidada, que estaba siempre concebida por las élites a que únicamente podrían ser el q’epiri o la empleada doméstica, pero jamás un ministro o director de alguna entidad estatal. Esa dinámica propia del fascismo, que en su momento se opuso a la nueva Constitución, fue la que “entró con la Biblia al Palacio” trayendo, en teoría, consigo “valores familiares, buenas costumbres”, y esa clase media desclasada se comió el cuento que decían sobre los “valores” o, peor aún, no lo creyó y no hizo nada, porque su condición de clase hacía que pensara cómo vive y en 14 años de Proceso de Cambio, sin formación política, sin una educación descolonizada (como impulsan actualmente en el cambio de la malla curricular) o medidas culturales para empoderar el Proceso, y sin medios de comunicación que respondan a los cambios en favor de las mayorías, fue muy fácil para estos nuevos fascistas regresar al “Palacio” con “Biblia en mano”, dejando de lado esa “Casa Grande del Pueblo”.
Hoy debemos analizar qué hay detrás de cada discurso y consigna, porque muchas de ellas son usadas por personas de derecha y coinciden con lo que impulsaba e impulsa la izquierda, como el “ambientalismo”, que ya en 1993 el Castro-comunismo que tanto satanizan mencionaba, pero que en la actualidad vemos cómo senadoras de Comunidad Ciudadana (CC) se adueñan de campañas nobles, desviando el horizonte equitativo del discurso, convirtiéndolo en otro de corte político en desmedro al Gobierno, sin tener presente muchos factores, ya que como dijimos: “Piensas desde la condición de clase que tienes”.
Otro aspecto que se aborda en estos nuevos rostros del fascismo radica en el uso desmedido de la religión, que tan lejos está hoy de la Teología de la Liberación que impulsaban otrora grandes académicos de la Iglesia católica, quienes tristemente, sobre todo en nuestro país, se han convertido en voceros defensores de asesinos y corruptos.
Debe analizarse cómo evitar que estos falsos “profetas” de consignas “nobles” consigan “devotos” incautos, que desvíen el horizonte inicial de campañas que no contradicen la lucha de la izquierda, pero que sin un objetivo de justicia social son simplemente campañas vacías, ya que priorizan factores terciarios antes que al primordial, que es el ser humano.
Es deber de la izquierda que está en esta nueva ola progresista el de asumir estas banderas con responsabilidad, teniendo presente como elemento central al ser humano, por tanto no podemos hablar de medio ambiente sin su primer elemento como es la “felicidad humana” –al decir de Mujica–; tampoco pueden hablar de los pobres cuando como iglesia andan ganando millones, defendiendo a corruptos y afirmando que “no hubo golpe”.
No podemos como militantes de izquierda desviarnos del objetivo histórico planteado con el Proceso de Cambio, perdiendo día a día simpatizantes de nuestro proyecto porque unos cuantos pajpakus son más mediáticos. Incluyamos a estas personas, pero con un horizonte al socialismo, para que los nuevos rostros del fascismo no ganen terreno.
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