
Por Luis Oporto Ordóñez *-.
La Feria Internacional del Libro de La Habana, reputada como la más visitada e inclusiva en su género en el mundo, reúne grandes empresas y pequeñas editoriales, sin que falten los libros de segunda mano. Allí encontré un hallazgo de inapreciable valor: la primera edición de El Diario del Che en Bolivia. Noviembre 7, 1966 a octubre 7, 1967 (La Habana, Instituto del Libro, 1968, “Año del Guerrillero Heroico”), con forro ilustrado con viñeta de la famosa foto del Che lograda en 1960 por Alberto Díaz (Korda) y el croquis del teatro de operaciones. Incluye un “Testimonio fotográfico” con 10 instantáneas sobre la vida cotidiana en el vivac guerrillero y dos tomas de la carabina impactada por un proyectil que la dejó inutilizable. En el interior de este libro encontré cuatro sellos postales, con Fidel discursando frente al Palacio de la Revolución y una efigie de las brigadas del Comité de Defensa de la Revolución (CDR), creado el 28 de septiembre de 1960 con el lema: “Con la guardia en alto”.
El Diario del Che, botín de guerra
El Diario del Che fue incautado el 8 de octubre, cuando fue requisada su mochila en La Higuera. Allí el agente de la CIA Félix Mendigutia lo microfilmó, entregándolo a la Agencia, dejando tres copias en manos de generales bolivianos. El general Barrientos declaró esos documentos como propiedad del Ejército de Bolivia por su valor estratégico, por decreto 08165 de 6 de diciembre de 1967, y encargó su custodia al general Juan José Torres, mientras buscaba concretar un negocio con alguna editorial internacional. El botín contemplaba otros diarios y un archivo fotográfico. Se afirma que el yerno del general Federico Arana Serrudo trató de cerrar ventas de 15 fotos con editorial Planeta; el general Jaime Niño de Guzmán fue denunciado de negociar los diarios con los hermanos Fratinelli; el general Luis Reque Terán se vio obligado a devolver una fotografía al Archivo del Estado Mayor.
De una de las copias microfilmadas, el ministro de Gobierno, Antonio Arguedas, ordenó una copia que envió a Chile por intermedio de Víctor Zannier, “El Mensajero”, quien la entregó al periodista Hernán Uribe de la revista Punto Final, siendo Mario Díaz el que trasladó el preciado microfilm a La Habana.
Los talleres tipográficos de la Unidad Productora 01, del Instituto del Libro, lanzaron una tirada mundial de 250 mil ejemplares, el 26 de junio de 1968, con “Una introducción necesaria”, escrita por Fidel Castro, quien lo presentó el 1 de julio en una conferencia de prensa que conmocionó a la CIA, al gobierno militar de Bolivia y al mundo. Castro advierte que a esa primera edición le faltan algunas páginas, “que no han llegado todavía a nuestro poder, pero que […] no altera en absoluto el contenido del mismo”. En actitud de revancha, Barrientos, herido en su amor propio, ordenó facilitar las páginas faltantes al periódico Presencia, que las publicó. La primera edición fue un formidable golpe de mano contra la CIA norteamericana que en los hechos había expropiado el Diario del Che.
Valor del Diario
Carlos Soria Galvarro, el más importante estudioso del Che, afirma que, una vez publicado el Diario, “el documento [original] servía únicamente como testimonio moral del éxito obtenido por las Fuerzas Armadas en la liquidación del foco guerrillero”.
Fidel Castro, en su célebre introducción, realiza un magistral ensayo sobre la utilidad inmediata y el valor histórico del Diario del Che. “Era costumbre del Che en su vida guerrillera anotar cuidadosamente en un diario personal sus observaciones de cada día”. De esa manera, “gracias a aquel invariable hábito suyo […], podemos disponer de una información pormenorizada, rigurosamente exacta e inapreciable de aquellos heroicos meses finales de su vida en Bolivia. Esas anotaciones, no escritas propiamente para la publicación, le servían como instrumento de trabajo para la evaluación constante de los hechos, las situaciones y los hombres, a la vez que daban cauce a las expresiones de su espíritu profundamente observador, analítico, y muchas veces matizado de fino humorismo”.
Fidel Castro afirma que ahí es “donde se puede constatar la inmensa incapacidad de su Ejército y las incontables derrotas que sufrieron en manos de un puñado de guerrilleros decididos que en unas pocas semanas le arrebató en combate cerca de doscientas armas” y que el “Che describe a Barrientos y su régimen en los términos a que es acreedor con palabras que no podrán borrarse de la historia”. Es crucial para comprender la importancia estratégica de la irradiación de la guerrilla en Latinoamérica. El Diario devela que el Che enfrentó “al baluarte más poderoso del campo imperialista, equipado con la técnica y la industria más moderna. Ese enemigo no solo organizó y equipó de nuevo un ejército en Bolivia… y le brindó inmediatamente el auxilio de sus armas y asistentes militares para la lucha contra la guerrilla”. Es una dimensión poco explorada, casi soslayada por la historiografía.
La orden de asesinar al Che, instruida desde La Paz, habría venido de los Estados Unidos. Según firma Niess, pretendía erradicar el foquismo como estrategia de lucha revolucionaria. Sin embargo, como acota Fidel Castro, el “Che y su ejemplo extraordinario cobran fuerza cada vez mayor en el mundo. Sus ideas, su retrato, su nombre, son banderas de lucha contra las injusticias entre los oprimidos y los explotados y suscitan interés apasionado entre los estudiantes y los intelectuales de todo el mundo”, por lo que “el Che encarna en su forma más pura y desinteresada el espíritu internacionalista que caracteriza al mundo de hoy y cada vez más al de mañana”. El Diario pone al desnudo la posición de la dirigencia del Partido Comunista de Bolivia (PCB), que habían descalificado al Che. Fidel Castro escribe de forma lapidaria: “El Che no sobrevivió a sus ideas, pero supo fecundarlas con su sangre”. En sus palabras, el Che afirma que “este tipo de lucha nos da la oportunidad de convertirnos en revolucionarios, el escalón más alto de la especie humana”.
El Diario alcanza insospechado valor al incluir otra documentación, como es la evaluación de la hueste guerrillera, los libros de su biblioteca de campaña, los originales de los comunicados del ELN, los mensajes cifrados remitidos a Cuba y sus apuntes políticos y su desaparición significaría una pérdida irreparable para comprender la esencia y el espíritu mismo de la campaña guerrillera del comandante Ernesto Che Guevara. Su valor es tal que en 2013 fue inscrito en el registro de Memoria del Mundo de la Unesco, junto a mil documentos que van desde 1928 hasta 1967.
- Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas, docente titular de la carrera de Historia de la UMSA y Presidente de la Fcbcb.
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