Por La Época -.
La semana concluye con dos hechos que ponen de manifiesto la capacidad política del Gobierno para ir superando los escollos que afectan, aunque no estructuralmente, la estabilidad del país, y que es el campo de donde se construye la sensación de una crisis económica. Una mala noticia para los actores de los planes desestabilizadores.
El primer hecho contó con la participación activa del presidente Luis Arce, quien se reunió en la noche del jueves con la bancada de senadores del Movimiento Al Socialismo (MAS) para transmitirles la importancia de que se aprueben leyes de carácter económico, como la de Fortalecimiento de las Reservas Internacionales (denominada Ley de Oro), indispensables para enfrentar lo que el Ejecutivo considera una coyuntura de dificultades transitorias en la economía.
El resultado de la cita en la Casa Grande del Pueblo –cuya representación gráfica es una foto de los senadores y las senadoras con el presidente Arce, con inocultables expresiones de alegría– ha sido positivo por donde se lo quiera ver y es el anticipo de que la Ley del Oro y otras de igual naturaleza que no encontrarán ningún obstáculo en esa instancia de la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP). Y si bien a la reunión no asistió el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, el motivo no está vinculado a ninguna posición contraria a la de sus colegas ya que horas antes aseguró a la prensa que esa ley sería aprobada hasta el jueves próximo.
El segundo hecho es la participación del ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, en la Asamblea General de la Asociación Departamental de los Productores de Coca de los Yungas de La Paz (Adepcoca), celebrada el viernes en la zona de Villa Fátima de la ciudad de La Paz. La expresión gráfica más clara de ese reencuentro es el baile de la saya entre el Ministro y la dirigente Tomasa, una activista radical, ante la aprobación de más de cuatro mil delegados presentes.
Que los dirigentes de Adepcoca hubieran invitado a Del Castillo a su asamblea quiere decir que se logra un triunfo político de gran valor para el Gobierno, pero igual para los cocaleros de los Yungas. Ambos salen ganando. Salvo un reducido grupo, de no más de una veintena de personas, que se opuso a la presencia del Ministro de Gobierno, la inmensa mayoría dio la señal de que no quiere más conflictos y que están dispuestos a un diálogo sin presiones con el Gobierno.
Uno de los efectos políticos de este reencuentro de los cocaleros de los Yungas con el Gobierno es que la ultraderecha se quedó sin el “ejército de ocupación de La Paz”, como sostenía una exsenadora pandina y un empresario cruceño que apoyaban las acciones violentas que por más de un año alteraron la tranquilidad de los barrios aledaños a la sede de Adepcoca.
No hay duda que los deseos antidemocráticos de otros actores políticos tendrán que reformularse. El Gobierno sigue siendo el factor de estabilidad política y económica del país. Los planes conspirativos no terminan de cuajar, aunque la guerra híbrida en curso tampoco ha terminado.
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