noviembre 30, 2023

Un vocabulario esencial para comprender el trabajo minero contemporáneo

Por Luis Oporto Ordóñez *-.


La industria minera es una de las bases sustanciales de la economía nacional. El vasto territorio boliviano está surcado por yacimientos minerales que fueron explorados intensamente, muchos de ellos desde épocas muy tempranas. La minería tiene sus orígenes en la era prehispánica, en la que se destinó a fines suntuarios (parafernalia religiosa) y prácticos (trepanación, traba de bloques líticos). Potosí asombró por la plata exportada a Europa por la puerta de España, alimentando un futuro capitalismo.

La montaña roja subsiste luego de más de cuatro siglos de explotación incesante. Es sorprendente que, pese a su importancia, no existan vocabularios o diccionarios que expliquen la naturaleza del trabajo minero, sus métodos y técnicas de exploración, explotación, beneficio, los múltiples oficios, así como su tecnología extractiva y de abastecimiento.

Un estudio de Pilar Díez de Revenga Torres, El Léxico de la minería a través de un diccionario inédito del Siglo XVIII, señala que en España esta responsabilidad fue asumida por José Parés y Franqués, quien elaboró El diccionario índice de las voces municipales con que se explican en sus faenas los mineros de Almadén (1785), con unos 200 términos específicos de la minería.

Otro diccionario citado por Díez de Revenga Torres es de autor anónimo: Diccionario de las voces más usada en minería, impreso en 1848. La autora sostiene que “podríamos considerar que el Diccionario y maneras de hablar que se usan en las minas y sus labores en los ingenios y beneficios de los metales, 1609, de García de Llanos, es un antecedente si no hubiera estado redactado este para americanos y en América, donde las publicaciones relacionadas con la minería fueron más numerosas pues el abandono de las explotaciones peninsulares estuvo, en parte, influido por la riqueza de las americanas”.

En Bolivia el panorama es igualmente desalentador, pero corresponde a García de Llanos el mérito del primer Diccionario de maneras de hablar que ese usan en las minas y sus labores en los ingenios y beneficios de metales (1609), manuscrito encontrado en el Archivo del Duque del Infantado por Thierry Saignes, publicado con prólogo de Gunnar Mendoza por el Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef) en 1983.

Peter Bakewell, en certero juicio respecto a la obra de García de Llanos, afirma que “constituye, a pesar de su título, más una enciclopedia que un simple diccionario. Las definiciones de Llanos (…) ilustran aguda y brillantemente las técnicas de extracción, de beneficio y de trabajo de Potosí y de otros centros argentíferos vecinos de comienzos del siglo XVII”. Le siguen el Diccionario minero para Bolivia hispano-americano de Ernesto Rück (1890), Vocabulario minero antiguo. Compilación de términos antiguos mineros usados por los mineros y metalurgistas de América Ibérica, de Carlos Stubbe (1944), pequeño pero poderoso arsenal empleado por Frédérique Langue y Carmen Salazar Soler para su Diccionario de términos mineros para la América española (siglos XVI-XIX), publicado en 1993, que se basa esencialmente en la obra de García de Llanos para los Andes, con breves acotaciones sobre la minería en el periodo de la Independencia, con enfoque comparativo de tipo lexicográfico, histórico y cultural, es decir, “intenta constituir una aproximación a la historia cultural de la mina”, pues “toma en consideración las prácticas y representaciones relacionadas con el microcosmo minero y las reflexiones de tipo científico y su evolución a lo largo de tres siglos o más”.

Jedú Sagárnaga publicó un breve Glosario de palabras andinas referidas al trabajo en metales (1989); Mary Money, Oro y plata en los Andes: Significado en los diccionarios de Aymara y Quechua, Siglos XVI-XVII, en que extrae términos lexicográficos del Vocabulario de la lengua aymara de Ludovico Bertonio y del Vocabulario de la Lengua Quechua de Diego González Holguín (1608), esencialmente. Abdón Calderón elaboró un Diccionario y vocabulario minero, publicado en 1920, que contiene 206 voces y términos mineros.

Existe una obra poco consultada por investigadores de la historia de la minería, Manual del Minero, de Carlos Camargo Blacutt, ingeniero de minas, impreso en La Paz por Editorial Renacimiento, en 1941. El libro está organizado en 11 capítulos, con prólogo del Banco Minero de Bolivia y una introducción del autor. El Capítulo I, preliminares de geología, petrografía, yacimientos; Capítulo II, descripción de las especies mineralógicas comerciales; Capítulo IX, tablas de equivalencias usada en la industria minera, formatos; Capítulo X, apéndice técnico, aplicaciones de la topografía a las necesidades mineras; y Capítulo XI, apéndice comercial, esquemas para la compra y adquisición de maquinaria y herramientas de minas.

Son de carácter técnico muy importante para el minero, la rica información que contienen el Capítulo III, exploración de minas, cateo; Capítulo IV, laboreo de minas, explotación de minas; Capítulo V, preparación mecánica de los minerales, concentración; Capítulo VI, muestreo de los yacimientos, ensaye de minerales; Capítulo VII, evaluación de minas, comercio de minerales; y Capítulo VIII, organización de minas, bienestar. Contienen información con una sorprendente descripción que revela el trabajo en las minas y convierte al Manual del Minero en una especie de diccionario de términos mineros.

Veamos algunos ejemplos. Descripción de nombres de trabajadores de minas: Dueño de mina, administrador de la mina, laborero, mayordomo, barretero, perforista, pirquiñero, contratista, obreros por la casa, apiri, rumpero, enmaderador, carrilano, tornero, winchero, chivato, venerista, peón, chasquiri, sereno, bajador, palliris, minero chico, minero mediano, minero grande (Cap. IV).

Forma de llevar los archivos, comprobantes y notas de la oficina de ensayos (Cap. VI). Libros que se llevan en la mina: Libro de inventario, libro diario de pulpería, archivo de planillas, archivo de pedidos y despachos, libreta del laborero y balances de la pulpería. En la sección “primeros auxilios en los accidentes mineros”, identifica: Asfixiados, congelados, ahogados, envenenados, mal de montañas “sorojchi”, hemorragias nasales, ataques, choque eléctrico (Cap. VIII).

Sin duda alguna, la amplia descripción que hace Carlos Camargo Blacutt de cada una de las acepciones convierte a este Manual del minero en una valiosa fuente para comprender el trabajo minero y su impresionante alcance.


  • Magister Scientiarum en Historias Andinas y Amazónicas y docente titular de la carrera de Historia de la UMSA.

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