noviembre 30, 2023

¿El modelo está en crisis?


Por La Época -.


La aprobación de la Ley del Oro y la inauguración de un nuevo pozo gasífero en el municipio de Yapacaní, al sur de Santa Cruz, son, tal vez, los dos acontecimientos más relevantes de la última semana, que desmienten la intensa campaña mediática desatada a nivel internacional para generalizar un clima de pánico cuyo objetivo final apuntaba a provocar un efecto de bola de nieve en el que la desconfianza de la opinión pública incidiera en un peor desempeño económico del país, y así sucesivamente, hasta provocar una crisis de gobernabilidad que acortara el mandato de Luis Arce. Todo ello a partir de un solo hecho de alcance continental: La escasez de divisas que afecta a casi todo el mundo, menos a los Estados Unidos –que es quien las imprime–.

Para consumar tal calamitoso escenario confluyeron en acción e intención más actores políticos de los que habría podido suponerse desde el principio, sumándose a cívicos la oposición partidaria y clases medias tradicionales, una insólita agrupación de líderes y representantes políticos del oficialismo masista, en concordancia a la ruptura propiciada entre autodenominados “renovadores” y “radicales”, cuyas desavenencias amenazaron con arriesgar lo tan esforzadamente alcanzado por el pueblo durante 2020: La expulsión de un gobierno de facto autoritario, corrupto y genocida.

La distención aparente que se logró entre ambas facciones no se debió a una repentina toma de consciencia por parte de quienes alimentaban la hoguera con cada una de sus declaraciones, sino a la presión de las bases de las organizaciones sociales, que rápidamente hicieron visible su malestar y preocupación por las acciones de ciertas dirigencias que confirmaron la triste teoría que augura el inevitable divorcio entre representantes y representados. Por fortuna, la historia de Bolivia se ha caracterizado por un mayor grado de madurez política en las bases que en las supuestas vanguardias.

El correlato inmediato de su obligada negociación fue una súbita cotización en alza de los bonos soberanos del Estado Plurinacional de Bolivia en la bolsa de valores, una vez aprobada la Ley del Oro a la que se oponían propios y extraños por medio de los argumentos más inverosímiles. Ahora, además, se espera que dicha norma incida en un apreciable incremento de las Reservas Internacionales Netas (RIN), lo que al mismo tiempo debería propiciar un clima de más certidumbre respecto a la economía, así como una mayor captación de divisas que entren rápidamente en circulación. Solo el tiempo lo dirá, y en un lapso muy breve, mientras otras iniciativas gubernamentales como la Gestora Pública y el proceso de industrialización del litio dan sus primeros pasos. Un contexto inversamente optimista al escenario que sus enemigos pretendían dibujar ante los ojos de la opinión pública.

Aquello, sumado al exitoso desempeño macroeconómico del país respecto a sus vecinos, así como la comprobada popularidad del presidente Arce a nivel latinoamericano, son elementos que parecen sugerir que lo que está en crisis no es el modelo económico de distribución de la riqueza o la propiedad soberana sobre los recursos naturales, sino otro modelo económico que todavía no termina de morir, fundamentado en la concentración de la riqueza social en pocas manos, la apropiación de los recursos naturales de la periferia por el centro y la reducción del Estado a simple garante de los derechos de propiedad de sectores minoritarios, es decir, lo que está en crisis es el neoliberalismo. Algo que las calificadoras de riesgo y revistas como The Economist tendrán que rebatir con más contundencia en el futuro.

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