
Por Ángel Rafael Surco Chuquimia (Economista)-.
El pasado mes sucedió un fenómeno inusual: hubo una alineación, pero no de estrellas, sino de (neo)liberales. Puesto que, de manera gradual, y al parecer “planificada”, estos fueron saliendo a la luz con dos premisas: implantar la idea de que existe crisis en el país; y que ellos tienen la “receta” para salir de ella.
Dicha alineación comenzó a inicios de junio, con el arribo al país desde los Estados Unidos del señor Antonio Saravia, quien ganó popularidad por su vocabulario ordinario e irrespetuoso. Al estilo “rockstar”, tuvo una gira por algunas ciudades de Bolivia implantando la idea que el país está en crisis y que la solución vendría del enfoque (neo)liberal. Al mismo tiempo, fue preparando el terreno para el regreso de un viejo conocido.
Ese viejo conocido no es más que el mismísimo “Goni”, actual prófugo de la justicia boliviana y responsable de la masacre de octubre en 2003 en la denominada Guerra del Gas, que dejó como saldo 67 muertos y cerca de medio millar de heridos.
De manera desvergonzada, desde los Estados Unidos, “Goni” difundió una propuesta denominada “La Constitución de Todos”, que, en pocas palabras, plantea un retorno al tiempo de la República colonial y del neoliberalismo, puesto que tiene como objetivo la privatización de los recursos naturales, además de reducir el rol del Estado en la economía. Algo que también implícitamente el señor Saravia propuso en su “tour por Bolivia”. ¿Coincidencia? ¡No lo creo!
Paralelamente, la Fundación Jubileo publicó un documento en el que trata de insertar la idea de que “estamos en crisis”, haciendo énfasis en el aumento del gasto público, el déficit fiscal y la deuda, asegurando que hay un agotamiento del actual modelo económico.
En el mismo sentido, en la ciudad de La Paz, la Fundación Vicente Pazos Kanki, en el lanzamiento de su libro –que más parece una revista–, 2023: Riesgo de crisis cambiaria, planteó la reducción del rol del Estado en la economía, dejar flotar al tipo de cambio (tipo de cambio flexible) y un ajuste fiscal a través de la reducción del gasto público. Estas propuestas las hicieron los panelistas, entre ellos Juan Antonio Morales y Samuel Doria Medina. Al evento asistió Gonzalo Chávez, quien desde siempre estuvo tratando de implantar la idea de “crisis” y que tenía la “receta” para contrarrestar aquello. ¿Coincidencia? ¡No lo creo!
Algo similar ocurrió en Santa Cruz la última semana de junio. La Cámara de Industria, Comercio, Servicios y Turismo (Cainco) realizó el foro “La Bolivia que queremos”, con la participación de expositores pertenecientes a ciertos grupos empresariales. Además contó con la asistencia de Vicente Cuéllar y Óscar Ortiz. En dicho foro se trató de introducir la idea de que “estamos en crisis” y, como “receta”, proponen el apoyo al sector empresarial privado, en desmedro del Estado. Similar a lo que Saravia, Goni, Fundación Jubileo y Fundación Vicente Pazos Kanki propusieron. ¿Coincidencia? ¡No lo creo!
Para cerrar con broche de oro, la Fundación Milenio sacó su Informe de Milenio sobre la economía de Bolivia 2023. Y, al igual que los demás, hizo énfasis en la reducción del gasto público, un supuesto estancamiento de la economía y un mal desempeño del sector externo, por lo que propuso como “receta” evaluar la continuidad del subsidio a los combustibles, de las empresas públicas y dejar operar libremente un mercado paralelo de divisas.
Esta alineación (neo)liberal no fue casualidad, fue algo planificado –al parecer en el Norte– con el objetivo de crear “profecías autocumplidas” que consisten en instalar una idea en la población respecto a hechos futuros, generando expectativas que son fundamentales para que estas “profecías” se cumplan. En este caso, la idea que tratan de implantar los (neo)liberales es que el país está en crisis y que su “receta” es la solución. Algo que no es cierto.
Lo real es que el Modelo Económico Social Comunitario Productivo (Mescp) sigue vigente. El país no está en crisis y se refleja en los indicadores económicos, como la tasa de crecimiento que fue del 3,5% en 2022; el saldo positivo en la balanza comercial en abril de 2023; la inflación acumulada del 0,8% a junio de 2023, la más baja de la Región; y un nivel de deuda pública respecto al PIB de 29,3% al mes de abril de 2023, que es sostenible por estar debajo de parámetros internacionales.
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