
Por Omar Rodríguez *-.
Omar Rodríguez (OR).- Una introducción. Antonio García, primer comandante de la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) fija un inamovible: es muy peligroso ponerle plazos para llegar a un Acuerdo de Paz. ¿No toma en cuenta que, para el grueso de la opinión general como para provecho de la gobernabilidad del Presidente Petro, el tiempo debe ser pronto y sin demora, por qué no?
Antonio García (AG).- Si la paz solo se tratara de la desmovilización de una organización alzada en armas el tiempo no sería el problema, cualquier tiempo sería bueno, es lo que ha acontecido en el país. Se han dado varias desmovilizaciones y en esencia el país no ha cambiado, los desmovilizados se han vuelto parte de la institucionalidad, unos en agrupaciones políticas electorales, otros agentes del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) o los paramilitares, como aconteció con el EPL, otros contratistas del Gobierno haciendo investigaciones o estudios; en últimas, todos ellos funcionales al régimen político.
La paz no es un objetivo de grupo o de una organización, sino de país, de la sociedad, pues el alzamiento armado se origina en el bloqueo a las transformaciones de fondo que la sociedad exige. Pero el régimen político no tiene ni la voluntad ni los instrumentos para hacer de Colombia una sociedad dialogante, que pueda resolver o tramitar sus conflictos por la vía del diálogo. Para la muestra un botón: a Petro y Francia Márquez la dirigencia social les entregaron, un día antes de asumir el gobierno, los acuerdos incumplidos en las jornadas de lucha de 2021, pero luego de nueve meses todo sigue igual, y el único camino que queda para la gente es la movilización, la protesta; y el Gobierno no logra articular respuestas distintas a las tradicionales: represión y “mamadera de gallo”.
El fondo de la paz radica ahí: en cambios sustanciales en la forma de tramitar y resolver los conflictos sociales; en resolver los problemas que devienen del mal tratamiento a la protesta social; en liberar a los presos políticos. Pero aún hoy eso no se ve por ningún lado.
Es lo que tratamos de hacer en las conversaciones o diálogos con el Gobierno, construir acuerdos para que esto cambie.
Por eso sigo diciendo que el tiempo es solo una de las tantas variables que construyen nueva realidad en las sociedades. Hay otras que son fundamentales: la calidad de vida de la gente, la participación de la sociedad en la toma de decisiones en la construcción de futuro. De los meros afanes solo queda el cansancio.
OR.- Para el contexto, el antecedente inmediato y las referencias de la situación con respecto a la paz sin adjetivos ni apellido y sin propietarios. ¿Por qué el ELN no corrió a firmar a una o en paralelo con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP)?
AG.- La negociación con las exFARC se diseñó con la estrategia de excluir al ELN y luego obligarlo a aceptar dichos acuerdos. Fueron muchos analistas los que nos dijeron que nos iba a dejar el tren de la historia, donde los “elenólogos” fueron los más destacados en opinar.
Nos enteramos cuando ya la Agenda estaba pactada, y en ella se filtraron preacuerdos, sin que se hubiese discutido nada, se hicieron los locos o así querían que fuera, pues había un afán en las exFARC para capitalizar la desmovilización en las elecciones de 2018, pero resultó un fracaso.
En tercer lugar, no se contó con la participación de la sociedad en el examen de las realidades del país y junto con ella buscar los cambios esperados. Las exFARC seguían pensando que eran la vanguardia, como lo hicieron a lo largo de su historia.
Podría mencionar otros puntos en los que se actuó de manera equivocada. Al final los acuerdos se enmarcan en una visión reformista, ni siquiera de reformas, sino que siguen siendo funcionales al régimen político. Por ejemplo, primó resolver la situación jurídica de sus combatientes, dejando en un segundo plano a sus presos; y los presos por motivos de la lucha social de ambos lados siguen presos. El reformismo es seguir buscando soluciones con los mismos instrumentos y de la misma manera. Nunca se puede esperar resultados distintos si no se cambia la forma de hacerse.
Es equivocado tratar de reconstruir una carretera cuando desde su trazado se hizo mal, así se quiera mostrar que está pavimentada. En este caso, tampoco tiene pavimento.
OR.- Al no firmar un Acuerdo, ¿qué evitaron en favor de las fuerzas populares y de un ascenso del descontento, y cuál ventaja orgánica y de influencia obtuvieron como ELN, o ninguna?
AG.- Debemos hacernos claridad: el ELN se guía por filosofía o cosmovisión y ciencias, por análisis de la realidad que configuran políticas y estrategias, y ellas concluyen en tácticas que orientan la acción política, social, militar, económica y cultural. Las doctrinas se encargan del cómo llevamos a la práctica el qué: la política, las estrategias. En el ELN no rezamos manuales, construimos nuestro pensamiento y nuestras estrategias.
Un acuerdo no se firma, sino que se construye, nosotros como ELN no participamos en esas discusiones. Primero, porque nos excluyeron como estrategia; luego quisieron imponernos dichos acuerdos; y, por último, nos amenazaban con ellos. Nosotros hemos sido claros, solo respetamos acuerdos en los que hemos participado voluntariamente en su discusión, y donde la Comandancia en pleno autorice dicha participación, como ha acontecido en todos y cada uno de los procesos de diálogos donde está la orientación del Comando Central. Ninguna negociación se hará por fuera de su autorización, que es el organismo de conducción política autorizado por todo el ELN.
El alzamiento popular que viene desde 2019, que pasa por el 28 A, es la reafirmación que luego de la desmovilización de las exFARC la inconformidad de la sociedad sigue intacta, incluso fue superior a otras épocas, los gobiernos no han cambiado en la forma de tratarlas y esa realidad es la razón de fondo del alzamiento armado. Siendo candidato Gustavo Petro llamó a dejar la movilización para que fuera el Parlamento quien definiera soluciones, pero hasta hoy, siendo Presidente, las soluciones no llegan. Por eso mismo lucha la guerrilla, por cambios para la gente, pero la protesta no es escuchada, la represión es el método de control de los gobiernos y a la vez se ha vuelto solución sistemática de estos gobiernos. La insurgencia armada es el recordatorio que la lucha social no está siendo atendida y que el régimen político no ha cambiado por cuanto su forma de atender las demandas sociales sigue siendo la misma.
* Cortesía del periódico La Jornada https://www.jornada.com.mx/
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