Por Adolfo Mena Gonzales -.
Desde hace varios meses se han estado realizando diversas denuncias, por medios oficiales, desde autoridades parlamentarias y la dirigencia del Movimiento Al Socialismo (MAS), manifestando que militares y “policías patriotas” (los mismos que no salieron a defender el orden constitucional y respetar el gobierno del compañero Evo en 2019) han otorgado información sobre planes desestabilizadores que se gestan en contra del máximo dirigente del partido más grande de Bolivia.
Hasta la fecha no hay pruebas de muchas de esas denuncias, lo cual ha desatado ya el exabrupto (no tiene otro nombre) de las declaraciones gestadas, como por ejemplo del ministro de Justicia, Iván Lima, quien de manera imprudente termina haciendo juego a lo que deseaban: una línea discursiva de necesidad de defensa del compañero Evo ante amenazas de juicios.
Estas dinámicas, la de ambos lados, lo que hace es desgastar a Iván Lima y también al propio Evo Morales, puesto que los errores de no saber cuándo parar de opinar siempre tienen consecuencias, que otrora conllevaron consigo gran conjetura en cuanto a posiciones machistas en su mayoría, en caso del compañero Evo.
Lo complicado de esto es ver cómo se ha reducido el debate político a supuestos y frases como la de “un policía patriota me ha dicho”. Eso no es algo serio dentro del ámbito de la política y ha dejado de lado lo expresamente necesario en una coyuntura compleja a nivel internacional, con elecciones relevantes en las que tranquilamente Evo podría haber dado un ejemplo clave de lo que implica el retorno de un gobierno de derecha: persecución, muerte, presos políticos, tortura, lo vivido en 2019; pero no, está más ocupado en pelear con sus excompañeros de equipo que visualizar al enemigo que crece de manera preocupante en la Región: el Imperialismo disfrazado de propuestas liberales, que tanto atrae a esa generación despolitizada acostumbrada la bonanza de años pasados.
La figura de Bukele en El Salvador, el golpe de Estado a Pedro Castillo, la victoria de Milei en las PASO, el nuevo presidente de Paraguay, Uruguay en manos de derecha, Chile con un progresismo que pareciera que anda más pendiente de atacar a Venezuela y Nicaragua que al imperialismo yanqui. Eso es lo que se está gestando en la actualidad.
Por otro lado, con impases y dificultades, al presidente Lucho, como decimos vulgarmente, “le tocó bailar con la más fea”, y no me refiero únicamente a las peleas del MAS, sino a la coyuntura nacional: bajas reservas hidrocarburíferas, bajos precios de los hidrocarburos, tener que lidiar con la pandemia, asamblea dividida, creación de paralelas en organizaciones sociales, además de batallar cada día con esos “analistas” que antes fueran parte del mismo gabinete del que también fue parte y que ahora exigen que se haga en dos años lo que no se hizo en 14 años con mejores condiciones en todas las áreas.
Un compañero no se equivocaba en señalar que lo que se está gestando es un golpe de Estado y que después de no existir respuesta de forma directa por parte del presidente Luis ante constantes difamaciones ratificamos la voluntad de unidad impulsada por él, además del nivel de paciencia y templanza ante estas acusaciones, y que pese a que él desde su condición de autoridad máxima del país da el ejemplo; pero, por otro lado, vemos a algunas autoridades del Ejecutivo como el ministro Lima que dan paso a incrementar la polarización sin hacer lectura del momento político que se vive, sin ver el ejemplo que da el Presidente en cuanto a paciencia y lectura de la coyuntura.
A esta altura no es descabellado plantear un cambio en la cartera, y no porque lo diga esa dirigencia del MAS, sino por el poco aporte que está dando al Presidente sin tomar su ejemplo de impulsar la unidad.
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