Por Adolfo Mena Gonzales -.
Si algo hacen las crisis es permitir que aflore la creatividad. Hacen retomar el análisis de aquello en lo que se falló y, además, favorecen el repensar qué cosas se hizo bien y cómo hacerlas mejor. Proporcionan un momento de discusión saludable sobre las prioridades: en nuestro caso fue el de retomar la democracia y la lucha contra el fascismo de Áñez, Murillo y compañía.
En el golpe de 2019 nos dimos cuenta de algo importante: que el Movimiento Al Socialismo (MAS) podía resurgir desde lo más golpeado y retornar al poder mediante la vía democrática.
Esta afirmación nos trae a colación otro aspecto: se logró la victoria por la unidad; y se podía ganar una elección sin tener a los compañeros Evo y García Linera en la papeleta. Las crisis enseñan y sacan la creatividad y permiten nuevamente debatir. Ese caso fue en una comparativa de lo que era tener un gobierno de izquierda y otro fascista.
Hoy vemos que hay una crisis dentro del MAS, no podemos negarlo, pero debemos repensar qué es lo que nos está dejando y qué nos va a dejar como enseñanza. Ya que, aunque grave, en algún momento llegará a su fin.
Es así que, a modo de breve punteo, podemos mencionar algunas enseñanzas que nos dejaron hasta la fecha las disputas a la interna del oficialismo. Y es que no todo es el circo de peleas entre Cuéllar y Héctor Arce, sino también ha dado paso a profundizar lo que ocurre al interior del partido más grande de Bolivia:
- Basados en ciertas afirmaciones (que no comparto) ha planteado un nuevo espacio de renovación o radicalización de lo que en sí es el MAS, con sus determinadas características: como el recambio de actores de la política después de 14 años.
- Empieza a cuestionar el culto a la personalidad y el daño que ha causado. Esto en un ambiente de autocrítica interna, ya que como se vio en el pasado el colocar a todo el nombre de quien fue el líder de esos cambios no garantizó llegar a tener una mayoría absoluta en las elecciones de 2019.
- Expone la ausencia de debate interno y de formación política en las filas del MAS en 14 años. Desde el quiebre constitucional plantea que son otras personas las que toman la bandera de la resistencia ante los fascistas, y es otro el grupo de compañeros que asumen la campaña. En pocas palabras, surgen nuevos analistas, nuevos rostros y cuestionamiento al manejo de recursos en periodos de bonanza.
- Ratifica que no existe oposición al partido más grande. Dado que la coyuntura política posicionada a nivel comunicacional solo aborda lo que pasa dentro del MAS y muy poco o nulo lo que hace la oposición, que no debe dejarnos de brazos cruzados. Ya vimos lo que pasó con Milei en Argentina.
- Como señalaba otro compañero que hacía análisis, lo indígena ha superado al MAS y ha tomado posición dentro del territorio nacional. Es ahí que vemos cómo bancadas que históricamente eran reaccionarias, y hubieran sido artífices de persecución de campesinos e indígenas, ahora tienen “felipillos” que responden a sus intereses. Por otro lado, vemos que hay autoridades indígenas electas que se postularon y ganaron con una propuesta de campaña diferente a la de los reaccionarios y con otra sigla que no era el MAS. Por ejemplo: Santos Quispe y Eva Copa.
- Plantea un escenario de disputa por simpatías dentro de las clases medias con relativa conciencia social. Es así que vemos a personas como Adriana Salvatierra autodenominándose “radical”, y su exOficial Mayor, que actualmente ejerce como Ministro de Gobierno, denominado “renovador”; que están cada quien por su lado planteando alternativas –ambas de izquierda– solo por la disputa de liderazgo. En sí se han trazado escenarios de disputa de esa clase media y de compañeros de lucha, sobre qué posición tomar en cuanto al MAS y los respectivos liderazgos.
- Profundiza el debate bajo nuevos paradigmas acordes a la coyuntura. Mundo multipolar e intereses de las mayorías (ojo, las necesidades de 2005 no son las mismas que las de la actualidad); interacción con medios de comunicación (tradicionales versus redes sociales); temas ambientales, entre otros.
La crisis del MAS ha obligado a la izquierda nacional a repensar lo que se hizo y lo que no se hizo. Esto es sano, siempre y cuando los actores no estén haciendo favor flaco a la derecha coincidiendo en discurso con fascistas y oponiéndose a todo. Eso, compañeros, convierte a ese sector, sea cual sea, en un neotrotskismo que no aporta al país ni al partido y solo lo perjudica al proyecto popular.
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