Por Viviana Maldonado (Economista)-. En un contexto internacional donde los titulares de noticias hablan de tasas de inflación de dos dígitos y economías de países vecinos tambaleantes, Bolivia parece ser una isla alejada de esa realidad, destacando como ejemplo de estabilidad económica. Es por esa razón que se torna necesario comprender por qué no enfrentamos los mismos problemas inflacionarios que el resto del mundo pese a que el contexto externo afecta a todos por igual.
Bolivia ha logrado mantener una de las tasas de inflación más bajas en la Región, en un entorno global donde las crisis económicas parecen ser la norma. Hasta agosto de 2023 nuestra inflación registró una cifra del 1,6%, por debajo de países vecinos como Perú (3,6%), Brasil (3,2%) y Chile (2,6%), lo que refleja el empeño del Gobierno por mantener la estabilidad económica y la protección del poder adquisitivo de la población.
Es crucial recordar que durante 1985 el mundo observaba con preocupación la inflación de nuestro país, la cual alcanzaba un asombroso ocho mil 171%. Hoy nos vuelven a mirar, pero esta vez por las estrategias implementadas que fueron y son efectivas para mantener la estabilidad de precios.
Estos logros se deben al giro hecho en el enfoque de la política económica en el país desde 2006 con la introducción del Modelo Económico Social Comunitario Productivo (Mescp), que con cifras demuestra su efectividad en el cuidado del bolsillo de la población general y fundamentalmente de los sectores más vulnerables. Bajo la línea de este modelo se han implementado medidas que resultaron ser acertadas, pues permitieron al país resistir las fuertes presiones inflacionarias que afectan a muchas economías del mundo, y esto no ha sido tarea fácil.
Gracias a la ejecución oportuna de medidas económicas, Bolivia logró mitigar las graves consecuencias que afectaron a otras naciones. Esto subraya la calidad de la gestión económica eficaz en momentos de crisis global.
Una de las claves para esta estabilidad es la subvención a los carburantes, que no permite que las fluctuaciones de los precios internacionales impacten sobre el transporte público y privado; de esta forma también apoya e impulsa la producción agropecuaria. Esto, a su vez, ha reducido los costos de producción y logística de transporte, garantizando un abastecimiento constante de productos esenciales a precios asequibles para los consumidores.
Además se han promovido las “ferias de precio justo”, que han contribuido a eliminar distorsiones de precios en los canales de comercialización. También se han establecido cupos de exportación para asegurar el abastecimiento interno y se ha apoyado a las empresas estatales con recursos de inversión pública, lo que ha permitido abastecer de insumos al sector productivo con precios preferenciales. Por otra parte, con la política cambiaria estable se ha brindado certidumbre económica y se ha protegido al país de las presiones inflacionarias que vienen del exterior.
En consecuencia, Bolivia no enfrenta problemas inflacionarios como el resto del mundo; más bien, demuestra que es posible mantener una economía estable en tiempos de incertidumbre. Debemos entender y valorar el Mescp por los resultados que muestra en favor de la población y no caer en la desinformación que a veces se propaga por razones políticas. La estabilidad económica es un logro que merece ser reconocido y protegido.
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