Por Wilkie Delgado Correa * -.
¿Por qué no nos atrevemos a decir que no puede haber democracia, libre opción ni libertad real en medio de espantosas desigualdades…?
He afirmado que después del 25 de noviembre de 2016 Fidel pasó a un periodo histórico que denominé etapa de siemprevida. Y así ha sido en su constante acompañamiento para enriquecer con sus ideas los momentos más variados de Cuba y del mundo. Y no es extraño este fenómeno para quien confesó siempre la gran importancia que confería a las ideas y su pasión por ponerlas a la luz del pueblo cubano y de otros pueblos para crear conciencia sobre los problemas y sus posibles soluciones. Sabía que si las ideas eran abanderadas de la verdad, contribuirían lenta o rápidamente a desbrozar el camino que conduciría a la victoria.
Toda su vida estuvo signada por esa convicción y sus hechos y batallas estuvieron ligados coherentemente en forma de una unidad indestructible para garantizar el triunfo de las causas en que creía, para construirla en su tiempo inmediato o para soñar el futuro.
Por eso ahora que el mundo está convulso por distintas causas, pienso que en este séptimo aniversario vale recordar y plantear las mismas preguntas que lanzara en la Clausura de la conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo, el 29 de Enero del 2003. Son preguntas que ponen al desnudo la actual situación que vive la humanidad, y arrojan luz para recorrer el camino de su liberación de tantos males que la azotan y esclavizan.
“Crecen y se profundizan las diferencias relacionadas con los países ricos y pobres, entre ellos y dentro de ellos, es decir, crece el abismo en la distribución de la riqueza, el peor azote de nuestra era, con su secuela de pobreza, hambre, ignorancia, enfermedades, dolor y sufrimiento insoportables para los seres humanos.
¿Por qué no nos atrevemos a decir que no puede haber democracia, libre opción ni libertad real en medio de espantosas desigualdades, ignorancia, analfabetismo total o funcional, ausencia de conocimientos y una falta asombrosa de cultura política, económica, científica y artística a las que solo pueden acceder exiguas minorías, incluso dentro de los países desarrollados, inundado el mundo por un millón de millones de dólares de publicidad comercial y consumista, que envenena a las masas con ansias de sueños y deseos inaccesibles, que conduce al despilfarro, la enajenación, y la destrucción implacable de las condiciones naturales de la vida humana? En apenas un siglo y medio agotaremos los recursos energéticos y sus reservas probadas y probables que la naturaleza tardó 300 millones de años en crear, sin que apenas se vislumbre un sustituto viable.
¿Qué conocen las masas de los complejos problemas económicos del mundo de hoy? ¿Quién les enseñó lo que es el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la OMC, y otras instituciones similares? ¿Quién les explicó las crisis económicas, sus causas y consecuencias? ¿Quién les dijo que ya el capitalismo, la libre empresa y la libre competencia apenas existen, y que 500 grandes empresas transnacionales controlan el 80 por ciento de la producción y el comercio mundiales? ¿Quién les enseñó de bolsa de valores, de especulación creciente con los productos de los cuales dependen los países del Tercer Mundo y con la compraventa de monedas que ascienden hoy a millones de millones de dólares cada día? ¿Quién les instruyó de que las monedas del Tercer Mundo son papeles que constantemente se devalúan y sus reservas de dinero real o casi real escapan inexorablemente hacia los países más ricos, como la ley física de Newton, y las terribles consecuencias materiales y sociales de esta realidad? ¿O por qué debemos millones de millones de dólares impagables e incobrables, mientras decenas de millones de personas, incluidos niños de cero a cinco años, mueren de hambre y enfermedades curables cada año? ¿Cuántos son los que conocen que ya la soberanía de los estados apenas existe, en virtud de Tratados en cuya elaboración no tenemos participación alguna los países del Tercer Mundo, y por los que somos en cambio cada vez más explotados y sometidos? ¿Cuántos los que están conscientes de que nuestras culturas nacionales están siendo cada vez más destruidas?
Sería interminable seguir preguntando. Basta una adicional para los que viven de la hipocresía y la mentira acerca de los más sagrados derechos de los seres humanos, de los pueblos y de la propia humanidad en su conjunto: ¿Por qué no se levanta un monumento vivo a la hermosa y profunda verdad contenida en el apotegma martiano: “Ser culto es el único modo de ser libre”?
Así que hoy que desde su atalaya en el monolito en el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba lucha y parece dialogar en forma cercana o lejana con miles de interlocutores, esperemos que estas y otras muchas preguntas que se hiciera en vida sirvan como homenaje para quien no se cansó en predicar la lucha y la virtud para construir una patria y un mundo mejores.
* Wilkie Delgado Correa. Doctor en Ciencias Médicas. Doctor Honoris Causa. Profesor Titular y Consultante. Profesor Emérito de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba. Premio al Mérito Científico por la obra de toda la vida.
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