Por Polo Castellanos (Muralista) -.
Borrar la memoria; rehacer la Historia; despojar de sus territorios a los pueblos originarios; desarticular la organización de frentes y movimientos artísticos y culturales; precarizar al artista y al trabajador de la cultura; reconfigurar los imaginarios colectivos; simular el respeto a los Derechos Humanos de trabajadoras y trabajadores del sector cultural; apropiación de las expresiones colectivas; banalización de la producción artística de comunidades indígenas y pueblos originarios; creación de aparatos teóricos de lo políticamente correcto para el arte; discriminación y estigmatización de las y los artistas, la censura y hasta su persecución, son tan solo algunas de las atrocidades que hoy se encuentran dentro del perverso arsenal que usa el capitalismo salvaje y el neoliberalismo contra los pueblos que resisten.
Una guerra contra el arte y la cultura de pueblos milenarios que se resisten a desaparecer. Desde la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto el saqueo y exterminio de las culturas es una constante. Sin ir tan lejos, desde el nacimiento de la Panamerican Union, antecedente de la Organización de Estados Americanos (OEA), con su Departamento de Artes, los designios del imperialismo y el poder hegemónico comenzaron la construcción de una extensa red de agentes al servicio del Imperio y con la tutela de la CIA a través de tapaderas y frentes culturales que ocupan museos y hasta centros e institutos de investigación desde donde se abrió otro frente del colonialismo contra los pueblos del mundo: el frente cultural, la guerra cultural.
Hoy, ya no es tan necesario invertir en estas redes de agentes ya que han logrado minar de tal manera las estructuras de los países que son objetivos políticos, económicos y geográficos, con políticas de gobierno y de desarrollo que convengan y beneficien al capitalismo y sus mandatos. Y una prueba contundente son las actividades y directrices que desarrolla el Departamento de Estado a través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), que llevan a cabo con la venia y autorización de los gobiernos en los países donde operan, influyendo y creando programas en áreas estratégicas de estas naciones: economía, salud, educación, agricultura, política, Derechos Humanos y cultura. En el caso mexicano, por ejemplo, son los encargados de la Iniciativa Mérida y hasta asesores de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación. Sin mencionar los programas y manuales de educación que circulan para capacitación docente en las universidades públicas, entre otras cosas.
En materia de arte y cultura, todo este arsenal, además, llega a meter sus larga garras para dictar lo políticamente correcto para el ejercicio de la creación artística que será auspiciada por los Estados, en los que hemos observado hasta una reconfiguración de conceptos: como por ejemplo la producción comunitaria y colectiva, ahora vacía de sus orígenes y objetivos, minimizando una de las acciones de resistencia más efectivas que tienen los pueblos. Volviéndola así un instrumento de ejecución vertical donde participa mucha gente, pero que desvía las prácticas del diálogo, de horizontalidad, de construcción y de resistencia que genera la colectividad.
La apuesta también es imponer una cultura hegemónica, ¡qué terror! Además el arte y la cultura están siendo utilizados de ariete para violar la soberanía y autodeterminación de los pueblos: solo recordemos el ejemplo del concierto masivo en el 2019 “Libertad para Venezuela”, organizado por los Estados Unidos en complicidad con sus títeres golpistas Juan Guaidó y Leopoldo López, concierto de cantantes figurines de la sociedad del espectáculo, pagados y comprados al servicio de los gringos, para que desde territorio colombiano se violara la soberanía de la República Bolivariana de Venezuela pretendiendo introducir contenedores con supuesta ayuda humanitaria. También los ataques contra la Bienal de La Habana, para desde ahí intentar una más de las acciones contrarrevolucionarias en el largo historial de frustradas acciones contra el heroico pueblo de Cuba. Inmediatamente las redes culturales internacionales y los distintos capítulos de la REDH respondimos desenmascarando a seudoartistas y seudointelectuales en las múltiples redes sociales y reventando también los eventos que la contra, desde supuestos agentes culturales, pretendieron implementar en distintos países. En el caso de México las redes de resistencia, hasta denuncias penales por violaciones al Artículo 33 de la Constitución mexicana implementamos contra estos siniestros personajes que operaron desde México.
Desde José Martí hasta las y los muralistas mexicanos, entre cientos de ejemplos de mujeres y hombres trabajadores del arte y la cultura y de todas las disciplinas artísticas en todo el mundo, no solo desde su trabajo intelectual y creador son generadores del pensamiento crítico, también son parte de los motores de las grandes revoluciones de los pueblos, aunque el imperialismo lo niegue, aunque no le guste y aunque no quiera. Por eso uno de los grandes desafíos que enfrenta hoy la REDH es seguir articulando, seguir construyendo redes, no solo de resistencia sino de vanguardias que adelanten a las acciones que nulifican y apuestan al exterminio de los pueblos. Redes que hagan frentes comunes de batalla con los movimientos sociales legítimos, libertarios y revolucionarios, y no solamente trincheras en defensa de la Humanidad. Si algo hermoso tiene la Humanidad es su infinita diversidad de expresiones artísticas y culturales construidas y acumuladas durante los miles de años de su existencia y que son el resultado de su alma generosa y colectiva. La Humanidad necesita hoy más que nunca volver a tocar su amor, sus emociones y sus formas libres de expresarse, volver a tocar sus fibras más íntimas de fraternidad entre sus semejantes y sobre todo de hermandad entre los pueblos.
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