Por Renán Vega Cantor (Periodista).
El 21 de noviembre el primer ministro de Suecia, Ulf Kristersson, afirmó en público en la ciudad de Gotemburgo que “Suecia y la Unión Europea (UE) están unidos en que Israel tiene derecho al genoci…” y al instante se corrigió y dijo: “a la autodefensa”. De inmediato, en falsimedia y redes antisociales se empezó a decir que había sido un lamentable lapsus linguae, y que lejos estaba de la mentalidad de este burócrata decir tal cosa. No fue una equivocación, simplemente el personaje estaba diciendo en voz alta lo que piensan y hacen los gobernantes del occidente imperialista: Israel tiene derecho a todo lo que le quiera hacer a los palestinos, incluyendo un derecho sui generis, que pocos pueden reclamar: el derecho al genocidio.
Los hechos lo han venido probando, más allá de cualquier discusión académica o diplomática, como puede evidenciarse si recabamos información sobre varios aspectos: primero, lo que viene sucediendo en Gaza y Cisjordania desde hace años, incrementado en forma exponencial desde el 7 de octubre del año anterior, donde Israel masacra en forma inmisericorde a los habitantes palestinos, sin que eso haya supuesto ninguna condena, bloqueo o sanción por parte de los Estados Unidos o la UE, que tan evidente ha sido en el caso de Rusia; segundo, las reiteradas afirmaciones de altos mandos militares y civiles de Israel sobre el exterminio de los palestinos, afirmaciones compartidas por una gran porción de la población de Israel; y, por último, la abierta oposición de la “Comunidad Internacional de delincuentes de Occidente” a la demanda por Genocidio que Sudáfrica interpuso ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya.
Genocidio en Gaza camuflado por Israel como “derecho a la autodefensa”
Desde hace décadas Israel quiere eliminar como grupo étnico a los palestinos y esa pretensión se evidencia en las numerosas ocasiones en que han sido atacados los habitantes de Gaza y Cisjordania, lo cual se reafirma y se amplifica a un nivel visible para la humanidad entera después del 7 de octubre de 2023.
Como siempre, Israel sostiene que sus Fuerzas Armadas son las más morales del mundo y solamente ejercen su derecho a existir y a defenderse, una mentira que se repite a diario acompañada del recuerdo del Holocausto (una palabra talismán utilizada por los sionistas para justificar sus crímenes cada vez que es necesario).
Los hechos son reveladores de la actual andanada genocida de Israel: han sido asesinados unos 25 mil palestinos, entre ellos 12 mil niños, y 100 mil yacen bajo los escombros; otros 70 mil están heridos y han quedado inválidos de por vida; 247 palestinos son asesinados a diario, 48 madres cada día, dos por hora; 117 niños a diario; tres médicos y dos profesores, un trabajador de la ONU a diario; un periodista es asesinado todos los días; cada día a 10 niños palestinos se les amputan las piernas sin anestesia, debido a las heridas que producen las bombas lanzadas por los sionistas, y ante la destrucción de los hospitales y centros de salud, los cuales son bombardeados sin misericordia y sin pausa; los muertos por enfermedades, epidemias, contaminación de las aguas son un resultado directo del ataque de Israel; han sido desplazados dos millones de habitantes de Gaza; existe una política deliberada de destruir los cultivos de olivo, los animales domésticos de los habitantes de Gaza, para que no tengan de que vivir.
Israel lanza mil bombas diariamente y cada una contiene en promedio 800 libras de explosivos, lo que representa en cien días 100 mil toneladas de explosivos, el equivalente a seis bombas atómicas de las que se lanzaron sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki; la aviación Israelí ha lanzado bombas de hasta dos mil libras (cuatro toneladas); se ha destruido el 70% de las viviendas e infraestructura de la zona; en la primera semana del criminal ataque Israel lanzó más de seis mil bombas sobre Gaza, la misma cantidad que los Estados Unidos tiraban sobre Afganistán en un año; miles de palestinos, entre ellos niños, han sido detenidos, se les golpea, tortura y desnuda y son transportados en camiones a lugares desconocidos; imágenes de satélite muestran los cráteres de decenas de metros de diámetro que a diario surgen tras un nuevo bombardeo de Israel; el hambre, la desnutrición, las enfermedades gastrointestinales asolan a la población palestina, ante el bloqueo premeditado por parte de los ocupantes sionistas. En resumen, por la escala y el ritmo destructivo de Israel en Gaza no hay nada comparable en lo que va del siglo XX en ningún lugar del mundo.
La legitimación discursiva del genocidio
Los sionistas nunca han ocultado su odio hacia los árabes y palestinos y su deseo de exterminarlos. Eso lo vienen diciendo desde hace más de un siglo y utilizan un lenguaje despectivo y discriminador para descalificar y animalizar a los palestinos, con lo cual reviven la retórica de todos los imperios coloniales.
Ahora, ese lenguaje se ha revelado a la faz del mundo, empezando por las invocaciones de Netanyahu sobre el exterminio de todos los palestinos, basándose en citas bíblicas, en las que se predica “ahora ve y golpea a Amalec […] mata tanto al hombre como a la mujer, y niño”.
Otros funcionarios consideran a los palestinos como “animales humanos” y otros claman por borrarlos del mapa mediante el lanzamiento de bombas atómicas. El presidente de Israel Isaac Herzog dijo que todos los habitantes de Gaza eran responsables del ataque del 7 de octubre, porque votaron por Hamás, para justificar los bombardeos asesinos. En estos momentos, la retórica exterminadora de Israel alcanza cotas de sinceridad cínica cuando los eslóganes públicos que circulan en el país hablan de “cero habitantes en Gaza” y altos funcionarios dicen que es el momento para impulsar una segunda y definitiva Nabka, frente a la cual la de 1948 parezca poca cosa. Incluso, una empresa inmobiliaria de Israel ya anuncia la construcción de vivienda sobre los escombros de Gaza, con avisos como estos: “¡Una casa en la playa no es un sueño! Hemos comenzado a limpiar los escombros y a defendernos de los ocupantes ilegales”.
En la vida cotidiana, un alto porcentaje de la población (un poco más del 80%) está de acuerdo con la persecución, tortura, asesinato y eliminación total de los palestinos. Circulan al respecto videos donde youtubers aplauden la masacre de niños y mujeres y soldados filman las torturas que infringen a palestinos desarmados y bailan y celebran llenos de odio. En esta lógica genocida no resulta extraño que los portavoces de Israel digan que no realizan ataques de precisión, sino bombardeos indiscriminados, puesto que el objetivo se encuentra en el daño causado y no en la precisión.
Para completar, hasta niños de Israel aparecen entonando canticos en los que corean “aniquilaremos a los palestinos” y “le mostraremos al mundo como destruimos a nuestro enemigo”. Es decir, el genocidio de los palestinos se empieza a justificar desde la tierna infancia en los dominios de Israel.
El odio genocida no acaba allí, como lo confirma lo dicho por un concejal de Metula, una pequeña ciudad fronteriza con Líbano, quien afirmó que deberían ser expulsados todos los habitantes de Gaza y convertirla en un museo: “toda la Franja de Gaza debería ser vaciada y arrasada, como Auschwitz. Que se convierta en un museo, que muestre las capacidades del Estado de Israel y disuada a cualquiera de vivir en la Franja de Gaza”. Por su parte, el político israelí Moshe Feiglin pidió que Gaza se convirtiera en Dresde, con lo que aludía al bombardeo incendiario de la ciudad alemana durante la Segunda Guerra Mundial, que aniquiló a unas 25 mil personas.
La oposición de los estados unidos y la UE a la denuncia de Sudáfrica
A los pocos días de los ataques del 7 de octubre en el territorio de Israel empezaron a llegar a ese país funcionarios de la UE y de los Estados Unidos a darle pleno respaldo al genocidio que estaba en marcha. Esto los hace no solo cómplices, peor aún, coparticipes de los crímenes de Israel, basándose en el supuesto derecho a la defensa, en el que se incluye el derecho al genocidio.
Lleva la delantera, por supuesto, Estados Unidos, que proporciona armas, financiación, apoyo militar, logístico y diplomático a Israel para que masacre a los palestinos. Recordemos que las bombas “inteligentes” y “tontas” que caen sobre los inermes habitantes de Gaza han sido confeccionadas en los Estados Unidos y producen grandes ganancias al complejo militar-informático-industrial. Para rubricar el cinismo los voceros de los Estados Unidos dicen, como John Kirby, Coordinador de Comunicaciones Estratégicas del Consejo de Seguridad Nacional: “nómbrame otro país, cualquier país, que esté haciendo tanto como los Estados Unidos para aliviar el dolor y el sufrimiento de la población de Gaza. No se puede. Simplemente no se puede. Estados Unidos está liderando los esfuerzos para hacer llegar camiones, alimentos, agua, medicinas y combustible a la población de Gaza… y nombrar otro país que esté haciendo más para instar a sus homólogos israelíes, a nuestros homólogos israelíes, a ser todo lo prudentes y cuidadosos que puedan en las operaciones militares que llevan a cabo”.
En estas condiciones, de genocida asociado, los Estados Unidos han tomado la delantera para condenar la denuncia de Sudáfrica, con el argumento de que, según el Departamento de Estado: “el genocidio es uno de los actos más atroces que puede cometer cualquier entidad o individuo, y tales acusaciones solo deberían realizarse con el mayor de los cuidados. Israel tiene el derecho de defenderse contra los actos terroristas de Hamás”. Agrega que “las alegaciones de que Israel está cometiendo genocidio carecen de fundamento” y, de hecho, “quienes atacan violentamente a Israel son los que continúan clamando abiertamente por la aniquilación de Israel y el asesinato masivo de judíos”. En una comunicación anterior, Estados Unidos había considerado “contraproducente”, “sin mérito” y “sin base factual” la acusación de Sudáfrica ante la CIJ. La base factual del genocidio, transmitido en vivo y en directo por los propios seres humanos que lo soportan, es imaginaria según la ceguera criminal de los Estados Unidos.
Mientras tanto, la mayor parte de la UE apoya a Israel y ha decidido no respaldar la demanda de Sudáfrica. Peter Stano, uno de sus portavoces ha dicho: “en lo que respecta a este caso concreto, los países tienen derecho a presentar casos o demandas. La UE no forma parte de esta demanda. No nos corresponde a nosotros hacer ningún comentario al respecto”. Claro, no puede hacer comentarios sobre los miles de asesinados en Gaza, motivados en gran medida por acción y omisión de la “democrática Europa”.
Sin duda, la palma del cinismo cómplice se la ha llevado Alemania, cuyo vicecanciller, Robert Habeck, declaró desde Israel, el mismo día que Sudáfrica hacia su denuncia en La Haya, que “se puede criticar al Ejército israelí por actuar con demasiada dureza en la Franja de Gaza, pero eso no es genocidio”. Y en la típica vuelta de tuerca de la realidad, dijo que los genocidas eran los de Hamás: “Quienes cometerían o querrían cometer un genocidio, si pudieran, son Hamás”. Añadió: “su agenda es acabar con el Estado de Israel”.
En resumen, como lo ha señalado Muhannad Ayyash, profesor de Sociología en la Universidad de Calgary (Canadá): “no estoy seguro de que alguna vez hayamos visto un caso de genocidio apoyado por tantos actores, abierta y activamente. La mayoría de las instituciones de América del Norte, Europa occidental y otros lugares participan activamente en este genocidio o guardan silencio y, por tanto, son cómplices”.
Las palabras del escribidor Arturo Pérez Reverte resumen de una forma magistral lo que piensan las clases dominantes del occidente imperial sobre Israel. Esas palabras son aprobatorias, y por lo demás poco originales, pues se pronunciaron por primera vez a finales de la década de 1930 por un embajador yanqui en el Caribe para referirse a los dictadores que ellos fabrican en nuestro continente. Concretamente dijo este escribidor: “es evidente el malestar en Palestina, porque Israel lleva 56 años expoliando brutalmente, machacando y vejando a los palestinos”. Respecto a Israel señala que “es una democracia a la europea, sus valores son los valores democráticos europeos. Hay elecciones libres, ahí puedes debatir, hay movimientos antibelicistas israelíes. Es decir, “aunque a veces sean unos hijos de puta, son nuestros hijos de puta. Son de los nuestros. Funcionan según nuestros parámetros, a lo mejor se pasan en violencia, pero, quiero decir, están en un esquema de democracia a la occidental, a la europea”.
Conclusión
Lior Haiat, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores israelí, calificó la audiencia del jueves 11 de enero en La Haya, en la que Sudáfrica denunció al Estado sionista, como una de las “mayores muestras de hipocresía de la Historia, agravada por una serie de afirmaciones falsas y sin fundamento”. Acusó a Sudáfrica de querer permitir que Hamás regrese a Israel para “cometer crímenes de guerra”. Sin comentarios, por tal nivel de cinismo.
El derecho al genocidio que practica el régimen sionista de Israel es posible por la impunidad que siempre ha caracterizado sus acciones, que son aupadas por los Estados Unidos y la UE, quienes son coparticipes directos de ese genocidio. Esa impunidad alcanza tales niveles que en el mundo occidental se prohíbe criticar a Israel y a quienes lo hacen se les señala, persigue, censura y encarcela o mata por considerarlos como peligrosos antisemitas.
Fuera de Israel, sus embajadores y portavoces oficiales y “voluntarios” también son apologistas del genocidio. Solo basta mencionar dos ejemplos. En un mensaje en Twitter, el vicepresidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), Sergio Pikholtz, dijo esta barbaridad: “como repetimos incansablemente no hay civiles inocentes en Gaza, tal vez solo los niños de menos de cuatro años. Sin piedad con los asesinos de judíos. Venceremos”. Y el jefe del Partido Laborista de Inglaterra, Keir Starmer, afirmó que Israel tenía todo el derecho de cortar el suministro de agua y energía a la Franja de Gaza, con lo que dio un claro respaldo al genocidio en curso.
En momentos en que Israel lleva a cabo su política planificada de exterminio de los palestinos, disparates de esa magnitud adquieren el carácter de apología y propaganda del genocidio de Israel, lo que demuestra hasta dónde llega el “Derecho al Genocidio” que se arroga para sí mismo el Estado sionista y sus gobernantes. Esto lo formula de manera clara el principal ejecutor actual del genocidio, Benjamin Netanyahu: “luchamos contra los terroristas y luchamos contra las mentiras. Hoy volvemos a ver un ‘mundo invertido’: el Estado de Israel se le acusa de genocidio mientras lucha contra el genocidio”.
Y, nuevamente, Netanyahu en forma arrogante dice lo que solo es posible decir con toda la impunidad que le es permitida por la comunidad internacional de delincuentes del mundo imperial: “nadie nos detendrá, ni La Haya, ni el eje del mal ni nadie más”.
En definitiva, queda claro que la “anécdota” del Primer Ministro de Suecia, con la que abrimos este artículo, cuando dijo que “Israel tiene derecho al genoci…” expresa una brutal realidad, que debe ser enfrentada por todo ser humano que tenga alguna fibra de compasión y solidaridad con los condenados de la tierra, representados hoy por los palestinos. Porque, finalmente, en el desigual e injusto mundo del capitalismo realmente existente la mayor parte de la Humanidad soporta el asedio, hambre y violencia que se convirtieron en el pan de cada día en la vida cotidiana de la Palestina colonizada y martirizada.
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