Hoy se cumplen 25 años de la toma de posesión del presidente Hugo Rafael Chávez Frías, en un y a lejano 1999.
Nadie podía saber, ni siquiera el propio Chávez, que ese sería el momento fundacional de un nuevo ciclo de corte progresista y democrático que con sus logros y pese a algunas frustraciones cambiaría para siempre la historia de Latinoamérica y El Caribe extendiéndose primero por gran parte de Sudamérica para posteriormente hacerlo por Centro América, México y el Caribe.
Chávez fue inspirador y a la vez protagonista de un ciclo político-ideológico que lograría uno de los triunfos más trascendentales en la historia de Nuestra América: la derrota del ALCA, el proyecto anexionista norteamericano abortado en gran medida por el liderazgo que le cupo desempeñar a Chávez en la Cumbre de las Américas de Mar del Plata en noviembre del 2005 donde supo incorporar a esta auténtica cruzada antiimperialista a los gobiernos de Néstor Kirchner y Luis Inacio Lula da Silva y obtener la cautelosa aquiescencia de gobiernos más titubeantes ante las barbas del imperio, ahí presente en la persona de George Bush hijo, pero atraídos irresistiblemente por el incomparable carisma de Chávez.
Emociona aún hoy recordar aquella gesta ocurrida en tierras argentinas y aún más rememorar la ceremonia de juramentación de Chávez en 1999.
Se plantó con firmeza y seguro de sí mismo ante Rafael Caldera, un prohombre de la Cuarta República que escuchó entre compungido y resignado el insólito (y, agregaríamos, premonitorio) juramento de Chávez expresado así: «juro delante de Dios, de la Patria y de mi Pueblo que sobre esta moribunda Constitución haré cumplir e impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la República tenga una Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos.”
Rindamos nuestro más profundo homenaje a ese patriótico hermano latinoamericano que se lanzó a la titánica tarea de reconstruir un país devastado por el imperialismo, la dependencia y el colonialismo cultural, haciendo de Venezuela una república bolivariana digna de ese nombre.
Que instaló con la fuerza de un huracán tropical la problemática del imperialismo en el imaginario popular latinoamericano, asunto antes relegado a un reducido círculo de políticos e intelectuales arrinconados en los márgenes de la esfera pública.
Y que, además, rescató del olvido nada menos que a la monumental figura de Simón Bolívar, dejándonos un legado teórico e ideológico fundamental para encarar las luchas requeridas para la conquista de la Segunda y Definitiva independencia de los pueblos de Nuestra América.
Por eso, en este veinticincoavo aniversario de su primera asunción a la presidencia: ¡Gloria y honor a Chávez! ¡Hasta la victoria siempre, Comandante Eterno! ¡Chávez vive, la lucha sigue!
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