Por La Época -.
La amenaza de golpe de Estado en Bolivia es una realidad. Lo que hace falta saber es la forma que le dará el nuevo bloque de derecha, integrado de facto por los partidos que participaron de la ruptura de la continuidad democrática de 2019 y, vaya paradoja, por la facción masista liderada por el expresidente Evo Morales.
Y es que el exmandatario se la juega todo y está dispuesto a lo que sea, incluso con el riesgo de terminar siendo el tonto útil. A pesar del acuerdo de la comisión bicamaral para viabilizar las elecciones judiciales, que deberá ser traducido con la aprobación de una Ley de Convocatoria en la semana que entra, la facción evista, derrotada parcialmente por su imposibilidad de garantizar un bloqueo de caminos a nivel nacional, está optando por escalar aún más el conflicto. Eso implica mantener el bloqueo en lugares estratégicos de Cochabamba para que siga interrumpiendo la conexión terrestre entre el Oriente y el Occidente, y sumar la medida de trasladar la presión hacia la ciudad de La Paz con el desplazamiento de sus seguidores.
La apuesta de la facción evista es muy alta y el objetivo de generar todas las condiciones para habilitar a Morales, a como dé lugar, para las próximas elecciones generales, puede conectar con el proyecto del acortamiento de mandato del presidente Luis Arce, quien fue blanco de “fuego amigo” y de los actores de la derecha clásica desde el primer momento. Ni los golpistas derrotados en octubre de 2020 quedaron tranquilos después de todo lo que hicieron en 2019 para recuperar el poder, ni los que gobernaron 14 años estuvieron dispuestos a resignarse a un recambio en la conducción en el Estado y en el aparato político. El fetiche de la concepción burguesa del poder se encarnó en sus actores.
Empero, en esta estrategia imperial en marcha, que tiene a Evo Morales como la punta de lanza, lo que genera ruido son los tiempos. Para la derecha y ultraderecha militante el tema no solo es deshacerse del actual Presidente, sino garantizar que en las elecciones generales pierda todo lo que procede del campo nacional-popular. Y es ahí donde la figura del expresidente indígena no les cuadra y les resulta molesta, por lo que la búsqueda de un candidato único y fuerte es cada vez más una prioridad estratégica.
Por eso, la semana empezará tensa. El traslado de una parte de los bloqueadores a la ciudad de La Paz es para tomar en cuenta. La celebración de los carnavales puede amortiguar en algo las acciones que se están planificando llevar adelante, pero no anularlas. Es más, carnaval puede ser el manto adecuado para concretar la desestabilización del Gobierno. Si eso sucede, el próximo objetivo será el expresidente Morales, quien le habrá hecho a la derecha el trabajo que la misma no tiene la fuerza para hacer.
Ahora, como todo en política, el desenlace dependerá de la correlación social de fuerzas y del grado de compactación del aparato estatal. El gobierno de Arce ha demostrado tener paciencia y habilidad táctica para contrarrestar las amenazas.
Deja un comentario