Por La Época -.
El 1 de marzo el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce, participó en la VIII Cumbre de la Comunidad Latinoamericana y Caribeña (Celac) e hizo quizás una de las mejores intervenciones en un encuentro de esa naturaleza en tanto llamó a recuperar el sentido pleno del latinoamericanismo como una forma de actuar activamente en el actual proceso de reconfiguración del orden mundial.
“América Latina y el Caribe deben jugar un papel en la construcción del nuevo orden mundial y, lo afirmamos con firmeza, solo podrá haber multipolaridad mundial si nuestra región tiene y ocupa un lugar activo y efectivo. La Celac, como espacio de pluralismo político-ideológico y punto de encuentro latinoamericanista, tiene la responsabilidad histórica de avanzar en esa dirección”, sostuvo, claro y contundente, el presidente boliviano.
Es evidente que dio en el centro del debate pendiente en la Región, pues si bien ya es positivo que el mundo unipolar esté en crisis y que la declinación de la hegemonía estadounidense esté en declive, esto no quiere decir que automáticamente la situación vaya a ser más justa o de mayor equilibrio para América Latina y el Caribe. La multipolaridad será contradictoria y su construcción estará llena de tensiones.
En esta disputa por la hegemonía mundial, que todavía no sabemos cómo acabará, el bloque económico comercial de los Brics lleva la delantera. China, Rusia y la India, pero también Sudáfrica, son protagonistas activos de esta transición y el liderazgo de cada uno de ellos se ha encargado de atraer a otros países de economía emergente como Irán, Arabia Saudita, Emiratos Árabes, Egipto y Etiopía.
De nuestra América Brasil, con un liderazgo reforzado por la presencia de Inácio Lula da Silva, está de nuevo en solitario en el bloque tras la decisión del gobierno argentino de abandonar los Brics, a donde en realidad no terminó de entrar. El anuncio de que el país vecino había aceptado se conoció poco antes de que el conservadurismo libertario se apropiara de la Argentina. En la lista de aspirantes están Bolivia y Venezuela.
En ese contexto, las palabras de Arce adquieren sentido. Los países del continente, salvo los Estados Unidos y Canadá, seguiremos desempeñando un papel secundario mientras vayamos postergando la decisión de actuar como bloque regional frente a los Estados Unidos y las otras potencias del mundo. En realidad, lo que hizo el presidente boliviano es colocar sobre el tablero lo que Fidel Castro y Hugo Chávez hicieron hace más de una década: el latinoamericanismo.
No tenemos muchas alternativas. Estamos obligados, es un necesidad, actuar como bloque latinoamericano y caribeño, a pesar del carácter que tengan cada uno de los gobiernos. Cuando nació la Celac, en 2011, sus impulsores nunca la concibieron como un espacio ideologizado, sino más bien como un lugar de articulación e integración. Hay realidades políticas diversas en la Región y eso debe ser asumido. El pluralismo político regional tiene que avanzar en beneficio de los pueblos.
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