Por Carlos Moldiz (Cientista político)-.
Hace unos días el economista radical Claudio Katz publicó su libro América Latina en la encrucijada global, en el que aborda la decisiva coyuntura actual de nuestra Región con su habitual rigurosidad analítica, su claridad conceptual y profundidad histórica, llamando a nada menos que la construcción de un renovado proyecto socialista latinoamericano que vaya incluso más allá de un nuevo orden multipolar y que reemplace, textualmente, la tiranía del lucro por nuevos cimientos de democracia, igualdad y justicia. Palabras de un autor poco inclinado a la retórica inflamada o la exageración, y quizá por ello tan alentadoras como preocupantes.
A continuación compartimos un apretadísimo sumario que deja mucho fuera de las casi 360 páginas de la obra, pero que al menos puede servir para adelantar algunos contenidos que deben destacarse. Entre ellos, el tono crítico pero comprometido con el que el autor aborda la actual experiencia progresista de la Región, y no desde la perspectiva de los gobiernos, muchas veces tibios o inconsecuentes, sino de los pueblos que les abrieron el camino. Particularidad metodológica que reivindica como necesaria para una adecuada comprensión del contexto histórico actual.
El escenario de fondo
La primera parte reúne tres ensayos orientados a describir el momento de esta encrucijada, marcada por el avance chino frente a la impotencia estadounidense. El Capítulo 1 “Auge y ocaso de la Doctrina Monroe”, nos remite a la mencionada nueva Guerra Fría que pondrá a prueba el estatus imperial de los Estados Unidos junto a la Doctrina Monroe.
El Capítulo 2 “Estados Unidos improvisa frente a la Ruta de la Seda”, explica el fracaso de Washington para implementar una estrategia exitosa en contra de los gobiernos disidentes del progresismo desde Obama, así como el actual atolladero de su disputa por una región que le es estratégica, pero que su competidor chino no ve como más que una ruta secundaria en su proyecto de expansión industrial, comercial y financiera.
El Capítulo 3 “Multiplicidades de China en América Latina”, advierte que, a pesar de la evidente hipocresía de las críticas de los Estados Unidos hacia la presencia china, no puede soslayarse que la misma sí profundiza su dependencia y fomenta su reprimarización. Empero, la izquierda no puede equiparar el imperialismo estadounidense con la emergencia china cual se tratase de dos contendientes imperiales. China no atenta contra la soberanía o la integración latinoamericana, Estados Unidos sí.
Los lacayos del imperio
La segunda parte dedica su atención a los lacayos locales de los Estados Unidos: antiguos neoliberales y nuevos ultraderechistas. Parte con el Capítulo 4 “El desconcierto del neoliberalismo”, que desmiente sus principales mitos y creencias: como el racismo visceral del criollismo postcolonial, hasta su actual delirio subconsciente de anexarse a los Estados Unidos.
Refuta también su irracional insistencia en las bondades de una especialización latinoamericana en el extractivismo minero y la agroexportación, a pesar de la evidencia empírica que ofrecen casi 500 años de historia de saqueo de minerales que ignora que el desarrollo capitalista que admiran en los Estados Unidos se dio por vía opuesta a la concentración latifundista de tierra, optando, más bien, por la multiplicación de millones de pequeños granjeros que fortalecieron su mercado interno y la actividad fabril. Katz concluye la explicación de la temprana diferenciación entre el norte y el sur de América a partir de la balcanización de los proyectos independentistas de la Región, que inicialmente fueron concebidos de forma más amplia tanto por Bolívar como por San Martín. Al parecer, el despunte inicial del capitalismo requería de mercados internos cohesionados en torno a la unidad de un Estado-nación, con resultados más óptimos en la medida que las unidades territoriales fueran más grandes.
El Capítulo 5 “El renovado formato de la vieja derecha”, destaca la imitación de los patrones de comportamiento de sus homólogos europeos, como su tendencia a actuar primero en redes sociales para luego convocar a movimientos masivos de ocupación de lugares simbólicos. No obstante, la particularidad de la región sudamericana es el sometimiento de esta derecha al trumpismo, al cual han tratado de anexarse primero con el Grupo de Lima y luego en la conferencia del Conservative Political Action Conference (CPAC) en México, con discursos graciosamente confusos, pero de indisimulado carácter racista.
El Capítulo 6 “¿Fascismo, populismo o ultraderecha?”, aclara el abordaje conceptual de estas derechas en América Latina. Son diferentes a la actual derecha europea y su versión fascista de entreguerras del siglo XX al no contar todavía con condiciones revolucionarias que permitan la existencia de un proyecto fascista. No descarta tal posibilidad en el futuro, pero su actual perfil reaccionario responde más a la emergencia del liderazgo trumpista como nueva forma que asume el comando estadounidense del sistema imperial que busca renovarse.
El Capítulo 7 “Embestidas de la ultraderecha”, advierte sobre su acentuada agresividad, que la lleva a buscar romper el Estado de Derecho y las reglas de convivencia democrática, con la ejecución de golpes de Estado y la implantación de dictaduras civiles, sin descartar el empleo de militares, paramilitares y organizaciones del crimen organizado, apostando por la fascistización de las clases medias en contra de los proyectos progresistas. Llama a vencerla en las calles y las urnas, como única forma de evitar la consolidación de la opresión política y la dependencia económica del continente.
Los nuevos gobiernos progresistas
La tercera parte se dedica al estudio de la reciente ola de gobiernos progresistas: primero con el Capítulo 8 “Seis experiencias del nuevo progresismo”, donde aborda los casos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, cuyo desempeño hasta ese momento lleva al autor a describir aquel contexto regional como una polarización asimétrica entre un progresismo claudicante y una reacción decidida; y luego con el Capítulo 9 “Los dilemas del progresismo”, que advierte las limitaciones del Mercado Común del Sur (Mercosur) para impulsar la integración regional debido a la endeble capacidad industrial y económica de Brasil, Argentina y México; también llama la atención de que, a pesar del fracaso del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), la mayor parte de los países latinoamericanos firma tratados de libre comercio con los Estados Unidos de forma bilateral, sin vislumbrarse el interés por negociar en bloque con potencias como los Estados Unidos o China. Finalmente, también califica de dispersa otras áreas como la energética, con implicaciones específicas para Bolivia y Argentina.
Dicha dubitación de los gobiernos progresistas para comprometerse con una agenda de integración es aprovechada por los Estados Unidos, que carece de proyecto alternativo, pero no de coherencia.
La izquierda dentro del progresismo
La cuarta parte está dedicada al análisis de la izquierda dentro de los ensayos progresistas de la Región. El Capítulo 10 “Discusiones de la izquierda”, advierte que su viabilidad futura dependerá de su capacidad de superar la tibia tónica centroizquierdista dominante. Para ello llama a exponer críticas, subrayar aciertos y objetar capitulaciones en una batalla común contra la derecha, y en contra de las posturas que no distinguen entre enemigos y adversarios, pues las falencias no se resolverán por sí solas si no se las enfrenta abiertamente. Propone como barómetro para evaluar las decisiones de estos gobiernos su capacidad para fortalecer o debilitar al campo popular, al mismo tiempo que defiende la vigencia del clivaje izquierda/ derecha mientras exista el capitalismo.
Aquella disposición a la crítica revolucionaria se aplica luego en el Capítulo 11 “Tres rumbos del eje alternativo”, donde se expone la resiliencia venezolana, los logros y conquistas de Bolivia y las particularidades del caso nicaragüense, abordados en sus luces y sombras, sin perder de vista en ningún momento el fuerte asedio estadounidense a cada uno de estos procesos, así como su importancia para el futuro de la Región.
Cierra el Capítulo 12 “Proezas y encrucijadas de Cuba”, donde expone cómo el asedio contra la perla del Caribe no ha hecho más que intensificarse en la última década, con una multiplicación de sanciones económicas por parte del gobierno de Trump y su sostenimiento con Biden que, sumadas a los efectos de la pandemia, han empeorado sus condiciones económicas hasta niveles críticos. El desafío actual de su política económica, asegura, es el de combinar crecimiento con la conservación de logro sociales. Finalmente, desmiente algunas críticas de la izquierda socialdemócrata a la isla que terminan coincidiendo con los intereses imperialistas de los Estados Unidos. La defensa de Cuba debe ser intransigente y no dar cabida a críticas si estas no son propositivas.
Las fuerzas populares y su horizonte
La quinta y última parte reúne dos ensayos en los que se puede percibir la mayor dosis de entusiasmo y optimismo a partir de un análisis certero de la realidad.
El Capítulo 13 “La nueva resistencia popular”, hace un salto de los gobiernos progresistas a las resistencias y proyectos populares, que clasifica en las siguientes categorías: primero, levantamientos populares que dieron al traste con gobiernos de derecha revirtiendo la restauración conservadora de hace casi dos lustros (se refiere acá a Bolivia, Perú, Chile y Colombia); segundo, gobiernos que no emergen de levantamientos populares, pero que lograron victorias electorales apoyadas por grandes mayorías (acá estarían México, Argentina, Brasil y Honduras); y tercero, procesos de resistencia que no se coronaron con un cambio de gobierno hacia el progresismo, pero que evidencian voluntad de lucha popular, como Panamá, Ecuador y Haití.
En todo caso, urge, sostiene el autor, estudiar estos procesos no desde la perspectiva de las élites para mantener el control o la hegemonía, sino desde la perspectiva de las clases subalternas populares y cómo su acción se expresa en cada caso en particular. Señala que es en la movilización popular donde está el principal terreno de disputa entre mayorías oprimidas y minorías dominantes. Finalmente, destaca la creciente importancia del feminismo y el ecologismo como nuevos sellos de este ciclo de resistencias populares, como tendencias a fortalecerse.
El libro concluye con una posibilidad de futuro, expuesta en el Capítulo 14 “Integración, soberanía y socialismo”, que señala que los gobiernos progresistas no solo deben resistir las presiones de Washington, sino que deben negociar en bloque y no separadamente con China, para superar las actuales condiciones de intercambio comercial que fomentan la dependencia y el extractivismo.
A diferencia de la Alianza para la Prosperidad Económica de las Américas, la Ruta de la Seda es un proyecto que recién se perfila en el horizonte y puede ser sujeto a un proyecto de negociación en el que América Latina podría sentar las bases para insertarse bajo nuevas condiciones en el mercado internacional. Simultáneamente, se debe gestar proyectos de unidad latinoamericana desde abajo, como en su momento lo fueron el Foro Social Mundial, las Cumbres de los Pueblos, las reuniones de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), entre otras, con la CelacC-Social como una posibilidad inmediata.
Se debe organizar la integración latinoamericana en torno a los movimientos sociales junto a gobiernos progresistas y agrupaciones de izquierda, y desde ahí darle forma a dicho proyecto con iniciativas que refuercen la soberanía política y económica de la Región, como una Nueva Arquitectura Financiera o una empresa estatal latinoamericana del litio orientada a sentar las bases de nuestra soberanía energética, sentencia.
Dicha integración regional debe fundamentarse en concepciones geopolíticas de la periferia, que no compite por dominación global, sino por superar el subdesarrollo. No es necesario inventar la pólvora en ese sentido, con una base ya trabajada por desarrollistas, estructuralistas y marxistas, y con idearios que van desde la Patria Grande hasta el formato socialista del Che Guevara. Rescata la propuesta de pluripolaridad del ideario chavista, que va más allá de la dispersión del poder global entre varios centros, tras constatar que todas las tragedias sociales de nuestro tiempo tienen como fundamento al capitalismo y sus insuperables contradicciones; así como por la necesidad de superar enfoques demasiado centrados en los acontecimientos geopolíticos que ignoran el protagonismo de los sujetos populares en la transformación de nuestras sociedades.
Cerramos el libro con el apéndice “Los enigmas de Argentina”, y puede considerarse como una última reflexión transversal al resto de la obra, al cotejar varias de las tesis expuestas en los 14 capítulos con la actual realidad argentina, como las que advertían sobre las consecuencias de una política errática y dubitativa en relación no solo a las presiones diplomáticas de los Estados Unidos, sino también frente a otros agentes del imperialismo como el Fondo Monetario Internacional (FMI). Se sentencia que, de alguna manera, el actual y disparatado presidente, Javier Milei, es una consecuencia de la pérdida de hegemonía del peronismo y el fracaso del justicialismo, y que no por ser artificial deja de ser peligroso y destructivo al perseguir un proyecto genuino. De hecho, al momento de la publicación de este libro el gobierno de Milei transformó a la provincia de Rosario en un nuevo experimento de su proyecto represivo orientado a desmantelar al movimiento obrero y popular del país bajo la excusa de estar combatiendo el narcotráfico. Si bien es cierto que en Argentina las Fuerzas Armadas no tienen la centralidad política que otras sí gozan en la Región, lo cierto es que tanto el discurso de la extrema derecha como de los representantes de imperialismo llaman a la construcción de regímenes cada vez más dependientes de la coerción y la violencia. En todo caso, aún este capítulo deja de ser solo una preocupación argentina.
A manera de conclusión
Claudio Katz es demasiado serio como para decir que la revolución socialista está a la vuelta de la esquina, pero tampoco está dispuesto a conceder más espacio a timoratos llamados por la construcción de un mundo “post” capitalista, sobre todo cuando el destino de la Región está en la balanza de la encrucijada que analiza detalladamente en este libro. De hecho, se corre el riesgo de pasar de esta encrucijada a un dilema entre lo malo y lo peor, cuando partes de Asia ya han logrado avanzar hacia el centro de la división internacional del trabajo y África se sacude con determinación el yugo neocolonial de sus espaldas, mientras aquí todavía se debate la conveniencia de ser por fin libres de un Imperio por demás cruel y senil. En ese sentido, este libro termina siendo además uno muy puntual, a ser leído no solo por los gobiernos progresistas que se critica, pero con un sentido de compromiso, sino además por las masas populares que los sostienen y que son las que hacen la historia con su andar.
Me disculpo por este flaco favor de síntesis, sin embargo.
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