logiPor La Época-.
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) acaba de anunciar que no va a supervisar ninguno de los dos congresos que dos facciones del Movimiento Al Socialismo (MAS) han convocado, para mayo en la ciudad de El Alto y para junio en el Chapare, con el propósito de cumplir con los requisitos para revalidar su inscripción.
La noticia cayó como balde de agua a las denominadas facción “evista” y facción “arcista”, que es ciertamente una forma bastante personalizada y superficial de mirar y estudiar las contradicciones y tensiones dentro de la organización política más importante del país del siglo XXI.
La principal observación a la convocatoria lanzada por el “evismo” es que no subsanaron lo dispuesto por el Artículo 13 del Estatuto del MAS, que indica que un cónclave como el pretendido debe contar con el consenso de las organizaciones sociales, lo que evidentemente incumple.
Por el contrario, la principal objeción para supervisar el evento de El Alto es que no se coordinó con los miembros de la Dirección Nacional del MAS, tal como señala el mencionado estatuto.
Una lectura política y no solo procedimental de las resoluciones emitidas por el Órgano Electoral el 17 de abril es que los términos de la confrontación interna dentro del MAS se dan entre un “aparato político” liderado por el expresidente Morales y las organizaciones sociales que en su mayoría respaldan la gestión del presidente Luis Arce. Eso quiere decir que el TSE termina evidenciando lo que se quiere negar: el expresidente ha perdido el control o el monopolio de las organizaciones sociales y solo tiene el manejo de un aparato con arraigo contradictorio en la base social.
Si el TSE no amplía por última vez el plazo para que las organizaciones políticas regularicen su registro electoral las posibilidades de que la sigla del MAS desaparezca son altas y con eso se estaría cerrando no solo la continuidad de lo nacional-popular-comunitario en el Gobierno, sino, fundamentalmente, del Proceso de Cambio. Demasiado doloroso y grave.
Lo que queda, si todavía hay algunos rasgos de madurez política, es que la reunión agendada en la ciudad de El Alto sea convertida en el congreso de unidad de las dos facciones. Esto implica que con celeridad se pongan de acuerdo en la composición de los delegados al evento y los resultados políticos y orgánicos que se deberían aprobar de cara a las elecciones de 2025.
Hay que dejar atrás las aspiraciones personales o particulares para colocar como prioridad los intereses de la patria y de lo nacional-popular-comunitario. La continuidad del Proceso de Cambio, y con eso su aporte a la causa latinoamericanista, está por encima de las ambiciones electorales. La larga acumulación histórica, en medio de derrotas que dejaron lecciones y victorias que tributaron al nivel de organización y construcción de consciencia ideológico-política, no puede tirarse al tacho de basura por el razonamiento y la ambición democrático-liberal. Así no se hace revolución.
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