mayo 19, 2024

Los paternalismos que dañan y la necesaria autocrítica


Por  Gabriel Campero Nava * -.


Existen paternalismos que dañan, reducen la capacidad y la responsabilidad en determinadas cuestiones que son de Estado. Estas cuestiones van desde pensar que dicha “persona” está siendo “muy mal asesorada” y que no era responsable o no tenía conocimiento, disminuyendo su capacidad de raciocinio y minimizando su acción política únicamente a lo que los “asesores”, “colaboradores cercanos” o “patriotas”, le susurran al oído. Esta lección es muy importante para que tengamos presente que la responsabilidad revolucionaria va más allá de decir que “hizo caso a tal fulano o tal mengana”. Esta acción paternalista únicamente alimenta ese “blanqueamiento” de los errores (se cometió tal error porque fulano le dijo que lo hiciera así o porque él no sabía de ese tema). Estas dinámicas solo perjudican la imagen del líder histórico. Asumir los errores es un acto revolucionario y de mucha responsabilidad, el más claro ejemplo está en el comandante Fidel Castro, quien cuando no se logró el objetivo de los 10 millones de toneladas de zafra de caña de azúcar en 1970, en una reunión que es compartida de los apuntes del periodista Julio García Luis señalaba:

  • “No estaba en el plan hablar de la zafra. Pero no hubiera sido leal con el pueblo. No sería lo más político, pero era lo más honrado.”
  • “No nos cabe duda que vamos a sacar más provecho de no hacer los 10 millones que de haberlos hecho; esto va a servirnos para tomar consciencia y superar muchas de nuestras deficiencias y nuestras limitaciones. Nos ha demostrado que no éramos tan fuertes y tan grandes como nos habíamos creído.”
  • “La magnitud de la empresa que nos propusimos nos ha permitido conocer nuestras debilidades, nos ha enfrentado crudamente con ellas. Todo está de acuerdo a la vara con que nos midamos. Si la vara es chiquita, entonces la Revolución nos parece alta, enorme, poderosa. Si la vara es grande, entonces vemos que no estamos tan alto, ni somos tan grandes, y sí que tenemos muchas deficiencias y muchas limitaciones… Yo creo que la medida del revolucionario no debe ser de orden relativo, sino de orden absoluto.”
  • “Llanusa (compañero presente) discrepa. Dice que no está de acuerdo. Lo cree excesivo. Fidel insiste. Firme: ‘No. Digamos que esto ha sido una derrota, es más valiente que llamarle un revés’. Llanusa acepta: ‘Bueno, tú eres más valiente que yo’. Y Fidel remata: ‘Así le quitamos también un arma más al enemigo… Ahora tenemos que trabajar en cuatro direcciones –señala Fidel–: mantener duro hasta el final el trabajo de la zafra; lograr un autoanálisis de nuestras deficiencias, de nuestras limitaciones, y comenzar a superarlos; superar la actividad de la Revolución en todos los frentes y convertir la derrota en victoria’.”

Para todo revolucionario es necesaria la autocrítica, lo señalaba claramente uno de los más grandes revolucionarios. Esto debe traernos a la reflexión al momento actual y al pasado inmediato sobre lo que sucedió y lo que está sucediendo. Debo reconocer que al igual que el compañero que escribía esas líneas precedentes y que no estaba de acuerdo con que se afirme lo referente a derrotas, la aseveración del presidente Arce de señalar lo de la caída en las reservas de gas no me gustó pero fue un gesto valiente y honesto, fue muy digno reconocer que hubo fallas. Por otro lado, también es necesario que “asesores” de antaño y “responsables” sean sinceros en cuanto a los errores cometidos en gestiones pasadas, cosa que lamentablemente a la fecha no existe.

El Proceso de Cambio desde que nació tuvo errores (ningún proceso es perfecto), pero la falla en los 14 años iniciales fue decir que todo iba bien. Hoy, bajo las normas que nosotros mismos creamos, de imprescriptibilidad de delitos de corrupción y otras más, esa generación que inició con el Proceso de Cambio cuestiona el accionar de la actual administración de forma paternalista, minimizando la capacidad y el cumplimiento de normas que en su período fueron creadas.

La salida a esta situación para salvaguardar y evitar esa implosión interna y destrucción del proceso comienza por la autocrítica y aceptar los errores tanto de los actores pasados como de los actuales, sobre todo en los “asesores”, dejando de lado el paternalismo, y coordinar conjuntamente por un bien mayor como es el de dar continuidad al bloque popular en el poder.


*       Diplomático.

 

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